Noelia Adánez explora las contradicciones y estigmas que asolaron a Kate Millet y Doris Lessing

Laura de Grado | Madrid - 25 octubre, 2023

El estigma de ser consideradas "malas madres" y "locas" recayó en los 60 y 70 sobre las escritoras Doris Lessing y Kate Millet. Esta última también fue criticada por ser lesbiana. Hoy estos y otros ecos de la segunda ola feminista aún resuenan en la sociedad. En las páginas de "Parentesco Animal: los feminismos incómodos de Doris Lessing y Kate Millett", la pluma perspicaz de la narradora y comunicadora Noelia Adánez desentraña las complejidades y contradicciones de esta época a través de las memorias más personales de las icónicas feministas.

"No es cómodo ser feminista. Es liberador a ratos y otro ratos es fuente de contradicción y de reflexión. Pero a mí todo eso me interesa, la incomodidad no quiero expulsarla de mi vida, creo que es estimulante y que es parte del compromiso", explica la doctora en Ciencias Políticas y Sociología por la UCM en una entrevista con Efeminista.

Entre el desasosiego por los conflictos internacionales que copan los informativos durante estos días y la ilusión de que el libro ya esté en las librerías, Adánez revela su fascinación por profundizar en el estigma que ha marcado la vida de ciertas mujeres a lo largo de la historia.

En este ensayo lo aborda a partir de un encuentro en 1971 entre Kate Millet y la Premio Nobel de Literatura 2007 Doris Lessin. Desde ese espacio común, entretejiendo narrativa y análisis, Noelia Adánez se sumerge en las profundidades de la decisión de ser feminista. Y, de paso, reivindica en toda su contradicción y dilemas a dos figuras de sobra conocidas y vigentes por sus obras cumbres "Política Sexual" y "El cuaderno dorado".

Con un objetivo también político, la coautora de "Emilia y Gloria" y autora de "Vivir el tiempo. Mujeres e imaginación literaria" trae al presente temas como la maternidad, psiquiatrización, el sexo, el amor o la presión que las feministas radicales ejercieron sobre Millet por ser lesbiana. "Que a Kate Millet le dijeran que siendo lesbiana no podía ser feminista, nos tiene que recordar cosas que están sucediendo hoy dentro del feminismo".

Kate Millet y Doris Lessing en "Parentesco Animal"

Pregunta (P).- El libro parte de un encuentro entre Kate Millet y Doris Lessing en 1971 para introducirse en la vida y obra de las dos mujeres y en las reivindicaciones de la segunda ola feminista. ¿Por qué ellas? ¿Por qué en ese contexto?

Respuesta (R).- Yo tenía en mente escribir un libro o hacer un ensayo en torno al tema del estigma y de cómo había afectado a las vidas y las obras de determinadas escritoras por las que yo siento un especial interés. Estas eran dos de una nómina más amplia. Al final restringí esta nómina porque había un vínculo entre ellas, no pertenecen a la misma generación pero las dos se relacionan con la segunda ola y luego, además, fue una excusa feliz tener noticias de ese encuentro leyendo "Flying", el primer libro de memorias de Kate Millet.

"No es cómodo ser feminista"

P.- La pregunta que vertebra el libro es qué significa para estas autoras vivir una vida feminista. En ese sentido, ¿Qué ha supuesto para ellas y qué ha supuesto para usted?

R.- No puedo decir que significa una única cosa porque creo que es un proceso, como le sucede a ellas. En mi caso la primera obra feminista que leí con la avidez de encontrar en ella una explicación y una guía acerca de lo que había que hacer para ser feminista es "Política sexual", de Kate Millet. A partir de ahí yo he experimentado el feminismo de muchas maneras y lo sigo haciendo, pero mi sensación a este respecto diría que es la incomodidad, la misma que sintieron ellas. No es cómodo ser feminista. Es liberador a ratos y otro ratos es fuente de contradicción y de reflexión. Pero a mí todo eso me interesa, la incomodidad no quiero expulsarla de mi vida, creo que es estimulante y que es un poco parte del compromiso.

El feminismo cuando se toma como un dogma lleva a una clase de problemas. En la esfera pública, a cada tanto reaparecen debates y parece que todas nos tenemos que adherir y ponernos de un lado o de otro. Y en la esfera privada te lleva a vivir grandes contradicciones y puede incluso ser muy desasosegante. A mi el feminismo como dogma no me interesa.

Me interesa ver cómo las mujeres habitamos el compromiso feminista, cómo lo experimentamos, cómo lo vivimos y en el ámbito de lo literario, cómo lo tematizamos, qué temas desarrollamos.

Los ecos de la segunda ola feminista

P.- Doris Lessing reflexiona mucho sobre esas tensiones entre la libertad personal y el compromiso político. También fue una autora con unas reflexiones muy avanzadas en cuanto a las relaciones sexuales y personales o al amor libre. ¿Resuenan estos mensajes en la sociedad actual y en los debates feministas contemporáneos?

R.- Todos ellos. Una razón de hablar de estas dos escritoras en particular es que esto que llamamos la tercera ola o incluso la cuarta ola, el momento que los feminismos viven ahora mismo, está muy conectado todavía a la segunda ola. Hay pervivencias muy fuertes de la segunda ola en todo lo que pensamos y debatimos.

Diría que la máxima de que "lo personal es político" que de alguna manera inspira o resume bien una parte importante del espíritu de la segunda ola, hasta cierto punto sigue vigente y creo que es problemática. Nos la deberíamos replantear. La propia Kate Millet en sus memorias, que en realidad es con lo que yo más trabajo, está problematizando la máxima de que lo personal es político. Doris Lessing es anterior a esa máxima, digamos que su obra se ubica en el inicio de la segunda ola y en su caso ella no disputa con lo personal es político, ni los refrenda, ni lo cuestiona, pero está anticipándolo de alguna manera. Lessing acaba haciendo un giro hacia lo personal y hacia lo individual por la dificultad de introducir la política en el ámbito de las relaciones personales.

Son dos mujeres a las que el tema de la libertad sexual les toca muy de cerca y les afecta de maneras muy distintas y de un modo muy problemático. Ambas viven de maneras muy libres, pero vivir de forma libre tiene sus dificultades, sus retos, sus desafíos y explicarlo políticamente nos hace ver los claroscuros, las dificultades y toda esta incomodidad.

Escritoras tras el estigma

P.- Y ambas sufren muchísimo estigma por cómo llevan sus vidas.

R.- El caso de Lessing es particularmente emblemático porque es una mujer que se separa de los niños muy pequeños y que después es madre de un tercero, pero sin mantener vínculos con los dos primeros, que se quedan en África. Esto sucede en los años 50 y sin embargo durante toda su vida arrastra el estigma. Aunque nunca lo interioriza.

En el caso de Kate Millet el estigma sobre todo tiene que ver con el hecho de que ella era una mujer con problemas muy graves de salud mental, que fue institucionalizada en varias ocasiones y que se rebeló contra la psiquiatría. Siendo en su caso una de las principales y primeras valedoras del movimiento anti psiquiatría en el mundo occidental. Kate sí interiorizó el estigma y lo trabajó y le dio muchísimas vueltas, de hecho lo exploró muy ampliamente en "Viaje al manicomio", su libro de memoria sobre sus institucionalizaciones y su experiencia con la neurodivergencia.

Son dos estigmas que caen de manera recurrente sobre las mujeres a lo largo de nuestra historia contemporánea, el de la mala madre y el de la loca. Entonces también eso me permitía mirar la segunda ola desde ahí, desde cómo las mujeres tratan de superar o incluso se revuelven contra estos estigmas, cómo se formulan en la época.

Las críticas de las feministas radicales a Millet por ser lesbiana

P.- Además, en el caso de Millet expone también que dentro del feminismo se le exigía responder a la pregunta sobre su orientación sexual. Recibió críticas por parte de las feministas radicales por su lesbianismo. ¿Qué paralelismo ve con la situación actual?

R.- Que a Kate Millet le afearan que fuera bollera y que le dijeran que siendo lesbiana no podía ser feminista creo que, efectivamente, nos tiene que recordar cosas que están sucediendo hoy dentro del feminismo. También, es interesante que entendamos que esta idea de que las feministas siempre van unidas es una idea equivocada desde un punto de vista histórico. La unidad es una utopía y, además, probablemente sea una utopía indeseable.

Que a Millet le afearan su lesbianismo es sintomático de cómo siempre hay determinados sectores dentro del feminismo que atribuyen o que imputan una identidad pura a los sujetos del feminismo, que es la de ser mujer. Ahora, pensamos que esa identidad es la de mujer biológica, hace 40 años era la de mujer con capacidad para reproducirse. Porque el problema que le veían a Millet por su condición de bollera era que no iba a tener hijos. No era mujeres completas porque eran lesbianas, ahora se piensa que hay mujeres que no son completas porque la biología no las ha hecho ser mujeres. Esos ecos están y era imprescindible traerlos a la actualidad porque resuenan solos y no pasa nada porque las feministas nos demos cuenta de que nuestra tradición está jalonada de conflicto.

La reacción de una feminista de la segunda ola a un beso no consentido

P.- Siguiendo un poco con esos ecos, también habla del contexto histórico, de un momento en el que hay reacción a los avances. Sin embargo, con la perspectiva de los años hemos visto que efectivamente se ha avanzado. ¿Qué podemos extraer de aquí?

R.- Me cuesta mucho pensar que podemos extraer lecciones que nos ayuden a tomar decisiones para el momento actual. Creo que lo que tenemos que hacer es abrir simplemente los oídos a esos ecos. El pasado nos habla, lo que pasa es que no nos manda mensajes claros acerca de qué tenemos que hacer en el futuro, pero nos habla. Las experiencias de estas mujeres nos dicen cosas.

Vivimos un momento de auge del feminismo y sobre todo del feminismo institucional y de un feminismo muy concreto y un feminismo mainstream o cultural y al mismo tiempo una reacción conservadora en su contra.

P.- Al final del libro hay un momento en el que se mezcla realidad y ficción, y narra el momento real en 1991 en el que el actor Oliver Reed dio un beso no consentido a Kate Millett en un debate televisivo. ¿Por qué decide cerrar con esta escena?

R.- El hecho de que Kate Millett coincidiera con el actor Oliver Reed en una tertulia era algo que me llamó la atención y me hizo bastante gracia. Entonces yo vi el vídeo y me pareció que eso tenía que aparecer en el ensayo, igual que el encuentro entre las dos. Y me parecía perfectamente plausible, aunque es una ficción, que Doris Lessing estuviera ese día en su casa viendo la televisión en el momento en que Oliver Reel le planta un beso no querido y no consentido a Kate Millet y que ella parara -como hizo- el debate y exigiera a la moderadora que interviniera y a los demás que se posicionarán frente a lo que Oliver acababa de hacer.

Por supuesto no tiene nada que ver con Rubiales, yo este libro lo entregué en marzo y no había sucedido, pero es ver cómo reacciona una feminista de la segunda ola a un beso no consentido. La gente puede ir y leer el ensayo o ver el video para ver exactamente qué es lo que hace, cuál es la secuencia de acontecimientos, verle la cara a ella... porque lo pasa muy mal en ese momento. Lo que pasa es que saca fuerzas de donde no las tiene para responder.



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