8M constructoras de paz

8M | Mujeres constructoras de paz, la esperanza para un mundo en conflicto

Esther Rebollo | Efeminista - 8 marzo, 2024

Este 2024 comenzó con al menos 32 conflictos armados y de ellos nueve son guerras, según el Centro Delàs de Estudios por la Paz. Pero si sumamos los territorios donde la violencia campa a sus anchas, con regímenes autoritarios o envueltos en crisis políticas y sociales, el mapa dibuja un mundo en conflicto donde la gran mayoría de las víctimas son civiles, especialmente mujeres, niñas y niños. En pocos espacios se vive en paz y en muchos la paz está en proceso de construcción.

Es un hecho, analizado y documentado, que las mujeres son más hábiles para cambiar contextos violentos y tienen más capacidades para conseguir una paz duradera en todos los ámbitos, desde lo local hasta en una negociación con actores internacionales. Y no sólo en conflictos armados o guerras, también en contextos de crisis políticas y sociales envueltas en espirales de violencia.

Con motivo de este 8M, Efeminista ha viajado por el mundo para recoger ocho testimonios de constructoras de paz que nos ayudan a entender un poco mejor los conflictos que acechan a la humanidad: la mexicana Cecilia Flores, la afgana Marzia Babakarkhail, la colombiana Yolanda Perea, la palestina Mai Shanin, la uruguaya Nelsa Curbelo, la ucraniana Oleksandra Matviichuk, la venezolana Daniella Inojosa y la salvadoreña Morena Herrera.

 

ONU Mujeres corrobora que cuando las mujeres participan activamente en todas las etapas de un proceso, es decir, desde las negociaciones previas hasta la implementación de los acuerdos, las probabilidades de mantener la paz durante al menos 15 años aumentan un 35 %.

Aún así, la directora de ONU Mujeres para las Américas, María Noel Vaeza, expresó, en un reciente foro sobre mediadoras celebrado en México, su preocupación por la persistente exclusión de las mujeres en las negociaciones pese a disponer –a su juicio– de una “mayor habilidad para comprender los conflictos”.

"La presencia de mujeres en todas las fases de negociación es una cuestión de justicia […]. Las mujeres son muy diversas, hay aspectos como clase, raza o etnia que se cruzan más allá del género, y esto favorece los procesos", afirma a Efeminista Nora Miralles, investigadora especializada en género, seguridad y defensa del Centro Delàs.

ONU: más mujeres en la resolución de conflictos

Uno de los pasos decisivos se dio en el año 2000, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 1325 sobre Mujeres, Paz y Seguridad, que insta a una mayor participación y representación de ellas en la prevención, gestión y solución de conflictos, así como a garantizar la protección y el respeto de los derechos humanos de las mujeres y las niñas.

Nora Miralles reconoce que, si bien ha habido avances transcurridos 24 años, también es cierto que "las mujeres aún no participan en los procesos de negociación al máximo nivel". 

Un ejemplo fue el diálogo entre Gobierno de Colombia y las FARC (2012-2016), en cuyo acuerdo final se incluyó de forma novedosa la perspectiva de género y durante el proceso hubo mesas de trabajo específicas, pero no mujeres en la cima. Los líderes en aquellas conversaciones fueron hombres de uno y otro lado.

"Los procesos de paz se construyen desde miradas masculinas, los hombres hacen la guerra y construyen la paz, y hay que romper esa visión", apunta la investigadora del Centro Delàs.

El trabajo de las mujeres de levantar puentes para el diálogo y recomponer el tejido social debe quedar reflejado siempre en los acuerdos: "cuando un proceso va bien es porque hay trabajo previo y eso marca el postconflicto; y ahí la mujer es actor de primer orden", matiza Miralles.

La paz, además, es duradera cuando se tienen en cuenta las causas objetivas de las violencias, que suelen estar relacionadas con pobreza, desigualdad y control del territorio como consecuencia del colonialismo o apropiación de recursos. Si se pone el foco en esos problemas estructurales –que las mujeres van sorteando con decisiones del día a día– los procesos de paz son más sólidos y duraderos.

Arma y botín de guerra

Mientras Occidente avanzaba en la tercera y cuarta ola del feminismo, las mujeres del Sur Global trabajaban por sacar adelante sus comunidades desde la base social, en asambleas, escuelas y hogares. Su aporte a la construcción de la paz las ha convertido en blanco de grupos armados: muchas han sido asesinadas, desplazadas o víctimas de violencia sexual. 

Las mujeres atrapadas en los conflictos (armados, políticos o sociales) son armas y botín de guerra de quienes detentan el poder patriarcal, pero la fortaleza y el compromiso con sus comunidades generan, al mismo tiempo, grandes esperanzas.

Las mujeres con las que ha hablado Efeminista para este especial 8M pertenecen a distintos ámbitos y tienen capacidades probadas para cambiar el rumbo de los conflictos. Aquí nos cuentan sus historias.

Voces de las constructoras de paz

Cecilia Flores fundó Madres Buscadoras de Sonora después de que fueran desaparecidos tres hijos suyos. Sólo halló a uno de ellos con vida. Su labor ha dado lugar a un gran movimiento de madres y mujeres buscadoras en México.

"Nos enfrentamos a la apatía de las autoridades, a la burocracia, a la impunidad. Todos los días arriesgamos nuestras vidas [...]. He sido amenazada, desplazada, psicológicamente torturada, encañonada. Eso no impide que siga buscando porque el amor es más grande que el miedo".

La jueza afgana Marzia Babakarkhail ha abandonado su país dos veces, la primera en 1997, cuando los talibanes intentaron asesinarla. Regresó con la caída del régimen, pero en 2007 sufrió otro ataque, en este caso fue grave y le mantuvo hospitalizada meses. Se marchó de nuevo en 2008 y desde entonces vive en Reino Unido. Hoy es símbolo de la resistencia desde el exilio. La jueza es perseguida por ser mujer, defender los derechos de las afganas y crear espacios seguros para ellas.

"Las mujeres musulmanas también son feministas. El feminismo no pertenece solo a Estados Unidos, a Canadá, al Reino Unido, nos pertenece a todas [...]. Las mujeres en Afganistán enfrentan muchos desafíos: sin educación, sin agua, sin dinero, sin vida, sin libertad. Estamos hartas de la simpatía, necesitamos acción".

Superviviente de violencia sexual, hija de una mujer asesinada y con décadas de lucha a sus espaldas por los derechos de las mujeres y la población negra en Colombia, Yolanda Perea habla con determinación, pero, cuando se le pide salir a la calle para grabar la entrevista, se muestra temerosa. No es para menos. A Yolanda le han intentado acallar incontables ocasiones. En su último cumpleaños, recibió un corazón de vaca con clavos y una nota que amenazaba su vida: "Seguimos resistiendo en medio del miedo", afirma.

"Soy víctima, pero soy sobreviviente. Yo puedo hablar, hay muchas otras que no han podido porque han sido asesinadas, desaparecidas o están siendo calladas. Y de ahí este coraje y esa fuerza de las entrañas para defender nuestros derechos". 

La ucraniana Oleksandra Matviichuk es directora del Centro para las Libertades Civiles y Premio Nobel de la Paz por su defensa de los derechos humanos. Inició su activismo contra la Unión Soviética acompañando a los disidentes y defendiendo la democracia. Tras la invasión de Rusia a Ucrania, su foco está en documentar las atrocidades y buscar justicia.

"Las víctimas de la invasión rusa necesitan restaurar no sólo sus vidas rotas, sus familias y su visión del futuro, sino también su creencia rota de que la justicia es posible, incluso con retraso".

Cuando era adolescente, la palestina Mai Shahin se sumó a la Segunda Intifada (2000-2005) contra la represión de Israel y el levantamiento del muro que hoy rodea la Cisjordania ocupada. Ahora trabaja desde Combatientes por la Paz junto a palestinos e israelíes que cambiaron las armas por la búsqueda de la paz en una de las zonas más convulsas del planeta.

"El liderazgo femenino es extremadamente importante para sanar esta tierra".

Nelsa Curbelo es activista y escritora uruguaya afincada en Ecuador, donde ha trabajado por los derechos de los pueblos indígenas y el colectivismo. Su misión, ahora, es ayudar a pacificar las zonas donde actúan las pandillas en Esmeraldas, una región del Pacífico ecuatoriano afectada por la violencia y el narcotráfico.

"Ser mujer y mayor me abrió muchas puertas en el mundo de las pandillas porque no me veían como una persona con la que tuvieran que pelear liderazgos".

Morena Herrera comienza su activismo en El Salvador a los 15 años en plena guerra civil: “La gente tenía demandas y el Estado respondió con represión”. En 1990 fundó Las Dignas y desde entonces trabaja por los derechos de las mujeres y muy especialmente del aborto.

"Estamos frente a una incertidumbre y ante retrocesos porque los derechos de las mujeres van vinculados a la posibilidad de vivir en sociedades democráticas. Eso, en El Salvador, es ahora frágil e incierto".

Daniella Inojosa, directora de Tinta Violeta, acumula 38 años de lucha feminista en Venezuela. Afirma que el “peor flagelo” es la explotación sexual de niñas y adolescentes, que ha ido en aumento tras la pandemia y por la crisis económica. Daniella acompaña a niñas y mujeres que han sufrido violencia sexual y machista, y a jóvenes forzadas al matrimonio o arrastradas a la prostitución, a veces menores.

"La pobreza crea muchas vulnerabilidades, te arrastra a poner el cuerpo como lo último que tienes para vender".

En la elaboración de este Especial 8M han participado Sara Acosta (El Salvador), Yemeli Ortega (Jerusalén), Héctor Pereira (Venezuela), Irene Escudero (Colombia), Rostyslav Averchuk (Ucrania), Daniel Sánchez (México), Cristina Bazán (Ecuador), Laura de Grado y Esther Rebollo (España), bajo la coordinación de Macarena Baena.



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