María Esclapez, la psicóloga superventas que desmonta los mitos del amor romántico
El tercer libro de la psicóloga María Esclapez, Me quiero, te quiero, un manual “para mantener relaciones sanas” y desmontar los mitos del amor romántico editado en Bruguera, ha sido todo un éxito de ventas. Su autora se sonroja cuando se le pregunta por el número de ejemplares vendidos: “No sé si puedo decirlo. Pero son muchísimos”, reconoce a Efeminista desde la Feria del Libro de Madrid. Acaba de firmar decenas de ejemplares a personas que han esperado horas para compartir unos minutos con ella.
“Llega un momento de tu vida en el que te sientes muy perdida, porque los mitos del amor romántico los hemos normalizado como parte de un modelo de relación de pareja”, explica esta psicóloga especializada en sexología clínica y terapia de parejas (Elche, 1990). “Cuando tú empiezas a tener vivencias, experiencias con parejas y ves que esas cosas que se supone que han de ocurrir no ocurren, o incluso que cosas que a ti te hacen sufrir, la gente las normaliza, las romantiza, te hace creer que son bonitas… claro, no las entiendes, te frustras”.
“Tener un material, un libro en este caso, alguien que te explique que el amor no es lo que creemos que es, que no es tan maravilloso ni tan ideal, sino que requiere trabajo, comunicación y esfuerzo (que no sacrificio), puede ser muy bonito”.
Un éxito de ventas contra el amor romántico
PREGUNTA.- Me quiero, te quiero ha sido todo un éxito de ventas. ¿Cómo ha recibido esa buena acogida?
RESPUESTA.- Yo estoy muy emocionada. A veces sigo sin creérmelo, porque no me esperaba en absoluto este éxito. Y creo que he conseguido lo que quería con mi libro, que era que a alguien le sirviera. De hecho, mientras lo escribía lo pasé mal, porque me removió a mí personalmente. Y claro, ver a toda esa gente que viene a las firmas, a las presentaciones, a los eventos, ver que que les ha servido y que me cuentan cómo el libro les ha cambiado la vida, les ha hecho abrir los ojos… a mí me llega muchísimo, me emociona.
P.- Rompe con muchas ideas del amor romántico. ¿Es el libro que le hubiese gustado tener a la edad de las personas que ahora acuden a sus firmas?
R.- Me habría encantado. Llega un momento de tu vida en el que te sientes muy perdida, porque los mitos del amor romántico los hemos normalizado como parte de un modelo de relación de pareja. Cuando tú empiezas a tener vivencias, experiencias con parejas y ves que esas cosas que se supone que han de ocurrir no ocurren, o incluso que cosas que a ti te hacen sufrir, la gente las normaliza, las romantiza, te hace creer que son bonitas… claro, no las entiendes, te frustras.
Tener un material, un libro en este caso, alguien que te explique que el amor no es lo que creemos que es, que no es tan maravilloso ni tan ideal, sino que requiere trabajo, comunicación y esfuerzo (que no sacrificio), puede ser muy bonito. Y de alguna manera te quitas un peso de encima, porque sientes que ya no tienes que llegar a esas superexpectativas del amor romántico, que no pasa nada si discutes con tu pareja, que los conflictos son una oportunidad para evolucionar y que hay que gestionarlos de una manera correcta, asertivamente, siendo un equipo e intentando comprenderse.
Así que sí, me habría encantado tener algo así. Y, si no un libro, me habría encantado que alguien viniera a decirme: mira, cuando te pase esto no lo normalices, tampoco cuando sufras, porque eso no es amor.
El amor es tranquilidad.
Un público intergeneracional
P.- Hemos visto que las personas que esperaban en tu firma eran bastante homogéneas, un público muy intergeneracional.
R.- Sí, está siendo muy sorprendente. Es verdad que yo, en redes, aunque me dirijo a todo el mundo siempre tengo en mente a la gente joven. Pero claro, de repente ves en tu fila, esperando durante horas, a un padre que quiere regalar por sorpresa el libro a su hijo o hija. O a una lectora de 83 años que vino el otro día a que le firmara el libro. Hoy mismo, un señor mayor se ha acercado y me ha dicho “he visto tu libro y creo que nunca es tarde para aprender, así que estoy aquí para que me lo firmes”. Y claro, yo flipo, porque en realidad este libro es para todos los públicos y eso me hace muy feliz.
Al final creo que todos y todas tenemos que hacer una reflexión (yo la primera, porque creo que por ser psicóloga no lo sabes todo en esta vida) y es que siempre tenemos cosas que cambiar, que construir y que evolucionar. Que al final se trata de eso, del aprendizaje y la introspección.
P.- ¿Cómo ha sido su experiencia en la Feria?
R.- Ha sido maravilloso. Para mí esto es un sueño, porque yo hasta este momento siempre había venido a la Feria del Libro como lectora. Recuerdo pasear por las casetas, ver las novedades y a los autores firmando y pensar “ojalá algún día estar ahí”. Es un sueño cumplido: ver a la gente haciendo cola, ilusionados, con tantas ganas. Hay gente que se pone tan nerviosa de verme que que no puede ni hablar y yo flipo, sigo siendo la misma de siempre.
La perspectiva de género en terapia
P.- Tanto su libro como su terapia están atravesados por la perspectiva de género. ¿Cuándo decidió darle ese peso en su trabajo?
R.- Para mí es muy importante porque creo en el ser humano y somos biopsicosociales. Creo que esa parte del ámbito social, de cómo nos organizamos, de los roles que adquirimos, de los comportamientos que llevamos a cabo, de cómo percibimos las relaciones es muy importante y no se pueden obviar las desigualdades, los patrones que se repiten en las relaciones de pareja. Creo que es un error. Yo siempre he visto la psicología con perspectiva de género y creo que de otra manera no tiene ningún sentido.
P.- ¿Cree que hace falta más perspectiva de género, más feminismo en la psicología?
R.- Yo creo que sí. La ciencia, sea del ámbito que sea, siempre avanza junto con la sociedad, ¿no? Porque la sociedad evoluciona, la tecnología evoluciona, las personas evolucionamos… y creo que los profesionales tenemos que estar ahí, al pie del cañón, siempre atentos a todas las novedades, a todas las ideas y los mitos para aclarar, dirigir, guiar y acompañar.
P.- Y, como mujer feminista, ¿cómo asiste a la división dentro del movimiento?
R.- Bueno, yo creo que el feminismo ha de ser de todo el mundo, que todos tenemos que ser feministas, porque al final es un trabajo de toda la sociedad, no solo de una parte de ella. Para mí, el feminismo ha de ser inclusivo con todas las personas, independientemente de cómo se identifiquen, de cómo sean sus relaciones, de qué les guste. Si al final lo que buscamos es igualdad, hay que trabajar en grupo.