Vivian Gornick: “El feminismo es para la mujer de a pie”
La escritora y feminista Vivian Gornick considera que el movimiento en el que milita desde la década de los 70 “no es para mujeres extraordinarias, sino para la mujer de a pie. El feminismo es para la que quiere experimentar la vida en condiciones en las que no se quiera sentir exiliada de ella misma”.
Así lo ha reconocido en una rueda de prensa la autora, que acaba de publicar en España “Cuentas pendientes. Reflexiones de una lectora reincidente” (Sexto Piso, 2021), una revisión de su vida a partir de los títulos fundacionales que le hicieron amar la literatura. Un encuentro con los medios en el que se le ha preguntado por el movimiento MeToo, por su pasado como periodista, por Apegos feroces, el título que la consagró como escritora, y, por supuesto, por su último libro.
La pasión por los libros
Este jueves, 18 de noviembre, Vivian Gornick (Nueva York, 1935) se disculpaba por llegar diez minutos tarde a la rueda de prensa telemática que ha convocado su editorial en España, Sexto Piso: “Lo siento, se me da fatal el mundo digital”, decía.
Gornick recibe a los medios españoles por videoconferencia desde su piso de Nueva York, escoltada por su gato. Ella aparece en la pantalla con gafas, como en las portadas de sus libros; no con el retrato que le hicieron en su 30 cumpleaños, como les ocurre a muchas otras autoras, sino con la edad que realmente tiene: 86 años.

Vivian Gornick con su gato durante la rueda de prensa – Imagen cedida por Sexto Piso.
El año pasado, durante el confinamiento provocado por la pandemia de la COVID-19, Gornick ultimó este Cuentas pendientes, en el que celebra su pasión por la lectura, a la que define como una forma de conocerse y de sentir “el poder de la vida, con mayúsculas”.
A lo largo de las páginas, la autora enumera, con un estilo a medio camino entre la crítica literaria y la narración en primera persona, una sucesión de títulos que fueron importantes para ella y su percepción al leerlos por segunda o tercera vez, en diferentes momentos de su vida.
Lecturas formativas y colectivas.
Sobre el libro, Gornick cuenta que comenzó como un ejercicio “de crítica literaria”, pero que su editora le “insistió en que lo combinara con memorias”, el género que la autora ha convertido en su sello personal.
“Es cierto que soy escritora de temas personales, pero en mis libros me preocupo constantemente por la proporción entre mí misma y el tema”, ha reconocido.
“Desde buen principio de mi vida como escritora, siempre me vi como una periodista personal. Y esto es lo que era hace 40 años”, ha añadido. “Pero ya entonces supe que me usaba a mí misma para contar otras cosas“.
“A mis estudiantes les enseño que los sentimientos no son un tema, sino un instrumento”, cuenta Gornick.
Relecturas complicadas
En el libro, Gornick destaca el despertar sexual que supuso para ella la obra del canónico H.D. Lawrence, a quien la feminista Kate Millet acusó posteriormente de patriarcal y machista, el calor que sintió al descubrir las novelas de Colette o el abrigo que le produjo leer junto a otras compañeras La brújula dorada, de Philip Pullman.
“Te lees un libro a una edad, luego a otra… y ves cosas muy distintas en cada lectura“, ha argumentado, para después apuntar que, si algo ha aprendido escribiendo este título, es que “hay libros que exigen experiencia vital para meterte en el libro” y que, en su opinión, “no se les pueden dar a los jóvenes”.
A la propia Gornick le ocurría con La señora Dalloway, de Virginia Woolf. “En la universidad, Dalloway me parecía muy fría y asustada de la vida. Lo leí entonces y pensé que era horrible”, ha apuntado entre risas. “Pero unos años después, en los 70, lo volví a leer y pensé ‘ella está intentando salvar el pellejo, qué matrimonio más espantoso’. Ahí lo entendí”.
Una lectora precoz
Para la autora, el germen de ese entusiasmo por la literatura está en la infancia: “Yo me crie en un barrio de clase obrera de clase obrera inmigrante del Bronx donde todas las necesidades se veían cubiertas (…) a lo largo de una sola calle comercial”, describe en Cuentas pendientes.
Pero, un día, su madre la acompañó hasta la biblioteca pública del barrio. “Entre ese momento y el verano que terminé el instituto, me leí la habitación entera”, asegura la escritora. “Después ingresé en la facultad, donde descubrí que todos esos años había estado leyendo literatura”.
Autora incansable
Además de como autora, la estadounidense ejerció durante muchos años como periodista. Lo hizo, entre otros medios, en The Village Voice, semanario comprometido, como ella, con el movimiento de liberación feminista que terminó conociéndose como Segunda Ola.
Allí, dice, aprendió a usar la primera persona que tanto la ha caracterizado: “Al principio yo era muy inmadura. Fue una beca, tuve que aprender la profesión“.
“Cometí muchos errores, no sabía cómo utilizarme a mí misma, a mi cuerpo, de forma que no me fuese a sentir avergonzada”, ha explicado a Efeminista. “Dije muchas cosas alocadas sobre mí misma porque no sabía lo que decía”.
El #MeToo, “una sorpresa”
Uno de esos temas recurrentes en sus textos, sobre todo en los periodísticos, es precisamente el feminismo. La autora ha llegado a asegurar que, desde la década de los 80, todo lo que ha hecho ha sido por la igualdad de género.
Sin embargo, reconoce que el movimiento #MeToo le “sorprendió”: “Estas mujeres jóvenes surgieron mucho más enfadadas de lo que estábamos nosotras. Nosotras no éramos así, éramos una generación visionaria e intentábamos allanar el camino, descubrir qué significaba que fuéramos ciudadanas de segunda”.
“La verdad es que yo me sentí mareada en 2017“, ha asegurado Gornick. “Conocía a muchos hombres en el sector editorial que sufrieron mucho. Tú veías que no eran inocentes, pero no querías que acabaran en la ruina. Las mujeres de 2017 sí lo querían”.
La escritora cree que “este enfado, va a la baja” y de este Me Too espera “que hombres y mujeres hayan cambiado con lo sucedido, para que haya progreso”.
Vivian Gornick: el yo sale de paseo
Uno de los puntos más curiosos de la carrera de Gornick, que ha publicado más de una decena de títulos, es que la autora ha reconocido varias veces cuánto le cuesta escribir.
Quizás eso explica que la estadounidense haya terminado haciendo de los paseos, herramienta para la calma y la reflexión, uno de los ejes sobre los que gira el título que la dio a conocer, el libro de memorias Apegos feroces (Sexto Piso, 2017).
Publicado por la editorial Sexto Piso treinta años después de su edición en Estados Unidos (un interés que ella asocia al “resurgimiento del feminismo en Europa” a raíz del Me Too), Apegos feroces se recrea en la infancia y madurez de la autora, hija de migrantes judíos y comunistas.
En el andar ligero, sola o acompañada por su anciana madre, y en la observación de las esquinas, los edificios y los vecinos de esa Nueva York que conoce tan bien, Gornick se descubre recordando. Y la recogida de esas postales que guarda en su memoria, tan distintas a las que observa caminando años después, es su excusa para tratar muchas otras cuestiones: el amor, la soledad, el deseo…
Las memorias de Gornick en España
Este libro no tardó en convertirse en un éxito; en los últimos cinco años se ha traducido a más de una decena de idiomas, y los editores de Sexto Piso dicen haber vendido más de 50.000 ejemplares.
Por eso, poco después, la misma editorial publicó la segunda parte de sus memorias, La mujer singular y la ciudad, y un tercer tomo de memorias, Mirarse de frente.
Todos los títulos anteriores, así como este último Cuentas pendientes, están traducidos al español para Sexto Piso por Julia Osuna Aguilar.