Mujeres lucha climática

La activista climática keniana Elizabeth Wathuti durante la ceremonia de apertura de la Cumbre del Cambio Climático (COP26) en Glasgow. EFE/EPA/FILIPPO ATTILI

Las mujeres, referentes de la lucha mundial por la justicia climática

Cristina Bazán | Guayaquil - 10 noviembre, 2021

La lucha por alcanzar una justicia climática real ha tomado relevancia en los últimos años gracias al liderazgo de mujeres de todo el mundo que trabajan arduamente y alzan la voz no solo en sus comunidades sino cada vez más desde dentro de organismos o cumbres internacionales.

Figuras como la de la sueca Greta Thunberg, la keniana Elizabeth Wathuti, la costarricense y artífice del Acuerdo de París, Christiana Figueres; o la actual secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la mexicana Patricia Espinosa, se han convertido en referentes de esta batalla mundial en la que las mujeres son, a la vez, las más perjudicadas.

Sin embargo, detrás de ellas hay muchas otras mujeres impulsando proyectos de transformación verde y sostenibilidad en zonas desfavorecidas de países como Chile, Perú o Costa Rica, redactando informes sobre la situación de ecosistemas en peligro que se analizan en reuniones de alto nivel o protegiendo territorios desde el ejercicio de la defensoría de los derechos humanos y de la naturaleza.

“Hay muchas líderes tratando de proponer soluciones ante uno de los grandes retos que estamos teniendo y vamos a tener como humanidad en los próximos años. Pero recordemos que ya hace 30 años había mujeres que empezaron a trabajar estos temas de una manera integral”, asegura a Efeminista la especialista de género, ambiente y cambio climático del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en América Latina, Andrea Quesada.

La especialista nombra a Gro Brundtland, ex primera ministra de Noruega y por quien nació el término “desarrollo sostenible” en 1987; a la keniana Wangari Maathai, la primera africana en recibir el Premio Nobel de la Paz en 2004 por “su contribución al desarrollo sostenible y a la democracia” y a la líder indígena Berta Cáceres, quien fue asesinada en 2016 por su lucha por los derechos humanos y el medioambiente en Honduras.

“Muchas de estas nuevas líderes están en las ramas de los árboles que sembraron estas mujeres tan transformadoras en su momento y lo más interesante es que se mantiene la diversidad de voces”, agrega Quesada.

Una mujer sostiene un recordatorio que dice ‘El viaje final’, donde aparece una imagen de la ecologista keniana Wangari Maathai, fallecida el 25 de septiembre de 2011. EFE/DAI KUROKAWA/Archivo

Referentes de la lucha por la justicia climática

Aunque en las comunidades más desfavorecidas las mujeres quizás no han escuchado del término cambio climático o sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, sí viven a diario sus efectos.

Según datos de Naciones Unidas, el 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres. Además, esta crisis genera mayores cargas de trabajo para ellas, riesgos ocupacionales, tanto en el interior como el exterior, problemas psicológicos y emocionales y mortalidad en desastres relacionados con el clima.

Pero es desde esa vivencia, asegura la vocera del PNUD, que empieza su preocupación por lo que puede pasar en el futuro y cómo pueden solucionar el problema.

“Y se dan cuenta que no puede haber un abordaje de una sola vía, sino que abordar esta crisis implica un cambio realmente sistemático, estructural, que no solo se hagan en cuestiones ambientales, sino que implica cambios en las instituciones, en las políticas del gobierno, en los modelos de desarrollo”, explica Quesada.

Ese es el mensaje que quiso calar en las mentes y en “los corazones” de los líderes mundiales la joven keniana Elizabeth Wathuti el pasado 1 de noviembre durante su discurso en la COP26, que este 2021 se celebra en Glasgow, Escocia.

La activista contó que más de dos millones de personas en Kenia se enfrentan a la hambruna relacionada con el clima y que en el último año no ha habido más que sequía. “Nuestros ríos se están secando, nuestras cosechas están fallando, nuestros almacenes están vacíos, nuestros animales y personas están muriendo. He visto con mis propios ojos a tres niños pequeños llorando al ver un río seco, después de caminar 12 millas con su madre para encontrar agua”, agregó.

Una realidad que, sostuvo, no solo pasa en su país, sino también en otros de África.

Las decisiones que tomen aquí ayudarán a determinar si las lluvias regresarán a nuestras tierras y si los árboles frutales que plantamos vivirán o perecerán. Las decisiones que tome aquí ayudarán a determinar si los niños tendrán comida y agua”, zanjó.

La fuerza de las líderes indígenas

La indígena waorani Nemonte Nenquimo es otra de las nuevas lideresas. Ella recuerda que su amor por la naturaleza y su lucha para mantener “a salvo” su territorio inició desde muy pequeña.

“Nosotros vivimos de la selva, de la pesca, de la cacería y de la tierra. Nuestra Amazonía está llena de diversidad, de vida y por eso la respetamos. Pero el mundo occidental no lo entiende, para ellos es pura zona verde“, dice a Efeminista la ecuatoriana que ha liderado una campaña para evitar que las petroleras se instalen en su comunidad, ubicada en la provincia amazónica de Pastaza.

Alzar su voz la llevó a ganar en 2020 el Premio Medioambiental Goldman, considerado el “Nobel” de medioambiente. “Yo soy una mujer waorani y siento en colectivo. Ese reconocimiento es para las miles de mujeres en el mundo que están defendiendo la vida, el territorio, la Amazonía. Esas mujeres están dentro de mí y gracias a eso puedo dar la cara”. 

“No es fácil esta vida, pero ese reconocimiento me hizo sentir fuerte e inspirada para seguir construyendo un futuro con todas estas mujeres que estamos protestando“, señala la activista, quien agrega que junto a otras mujeres lidera un proyecto de seguridad alimentaria para que más personas dependan de los alimentos que dan esas tierras.

Aunque ha estado en varias cumbres internacionales, Nenquimo es muy crítica con los acuerdos que en estas se hacen y admite a Efeminista que, aunque estuvo invitada a la COP26, no fue porque “no quería volver sin nada”.

“Hay muchos foros y organizaciones que hablan de fondos verdes, pero no invierten todo ese dinero. Solo nos dan un porcentaje mínimo y lo demás para ellos (sic). Mejor que esos líderes vengan a conocer lo que defendemos, que luchen con nosotros”, reitera.

Nemonte Nenquimo, lideresa Waorani de la Amazonía ecuatoriana. Foto: Jerónimo Zúñiga / Amazon Frontlines.

Se necesitan más mujeres en el poder

Nenquimo también cuestiona que, pese a que las mujeres lideran la lucha y son las más afectadas, no haya más presencia femenina en las mesas donde se toman las decisiones sobre el futuro.

“Siempre hay puestos para los hombres y no hay muchos para el trabajo de las mujeres. Y no solo hablo como waorani, sino como mujer en general”, aclara.

La lideresa indígena asegura que si hubiera más oportunidades para que las mujeres realmente estén dentro de esos espacios políticos, los resultados serías diferentes. “Necesitamos más presidentas en los países. Nosotras sabemos cómo hacer esto, pero no hemos tenido oportunidad de estar en posiciones políticas. Ministras hay pocas”.

Desde la organización ecologista Amigos de la Tierra han señalado incluso que la COP26 le ha dado la espalda a la perspectiva de género.

En un comunicado difundido esta semana, la ONG ha dicho que “más de la mitad” de las personas que están en los espacios de negociación y toma de decisiones en esta Cumbre “son hombres” y que esa desproporción aumenta “cuanto más se eleva la capacidad de decisión del espacio”.

Más mujeres alzan la voz

Al igual que Nenquimo, Alexandra Narváez, lideresa de la comunidad A’i Cofán de Sinangoe, trabaja día a día para que las empresas mineras no entren a su territorio, ubicado en la amazonía ecuatoriana. Ella es guardiana de la comunidad, un puesto que históricamente ha sido ocupado por hombres.

“Fui la primera que pidió unirse al grupo de guardias para hacer recorridos y cuidar el territorio. Al principio fue muy duro, recibí muchas críticas, pero tuve el apoyo de mi familia”, recuerda.

Ahora es la presidenta de la asociación de mujeres y a ella se han unido otras de su comunidad para continuar con la tarea. “Ahora ya hay mujeres y niñas que dicen que quieren liderar y cuidar su territorio. Creo que estoy dejando una semilla para el futuro”, afirma.

Narváez dice a Efeminista que los efectos del cambio climático se sienten cada día más. “Se desborda el río, tampoco podemos ir a recolectar los frutos para hacer artesanías y para comer. No podemos permitir que esto se destruya, esto es algo que no solo nos afecta a nosotras como indígenas, sino que afecta a todo el mundo”.

Desde el PNUD, asegura Andrea Quesada, trazan un puente entre las necesidades de las mujeres indígenas y rurales y los gobiernos, con el objetivo de desarrollar proyectos que no solo contribuyan a la sostenibilidad de la vida en territorio sino también al empoderamiento de más mujeres que puedan salir a la escena pública a defender a la naturaleza.

Alexandra Narváez, vocera y defensora A’i Cofán de Sinangoe. Foto: Sophie Pinchetti / Amazon Frontlines.