Luna Miguel: “Hablar de las violencias que sufrimos no es valiente, es parte de una guerra”

María G. de Montis | Madrid - 10 diciembre, 2021

La poeta, escritora y editora Luna Miguel acaba de estrenar Ternura y derrota, un monólogo escrito a partir de El cerco de Numancia, de Cervantes, en el que establece un diálogo entre el conflicto bélico de la obra original y la violencia de género. “Nuestro día a día pasa por afrontar todos esos temas difíciles. Hablar de las violencias que sufrimos no es valiente, es parte de una guerra”, cuenta a Efeminista.

Miguel habla en una entrevista desde la sala Tirso de Molina el Teatro de la Comedia de Madrid, donde representará la obra entre el 9 y el 19 de diciembre. Allí, los asistentes descubrirán en el rostro de la poeta a la protagonista de su monólogo, Ternura, una mujer generosa que, durante alrededor de una hora, habla sin tapujos sobre sus triunfos, derrotas y dolor.

Un diálogo con la ternura

Ternura y derrota es un encargo del director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Lluís Homar, que en programaciones anteriores ya propuso a los dramaturgos Alberto Conejero y Sergio Blanco que dialogasen desde la contemporaneidad con clásicos de la literatura española.

“Me ayuda y me motiva trabajar para este encargo”, reconoce Miguel (Alcalá de Henares, 1990). “No tengo miedo de poner en comunicación mi literatura con la de Cervantes. Los clásicos están para transgredir, para releerlos y para reinventarlos”.

"Como editora, como escritora y como periodista... siempre he invitado a cuestionar el canon. Yo creo que no hay que tener miedo a traer, a revisitar los temas o las obras del pasado... nos ayudan a mirar el presente de otra manera", añade.

Visitar a Cervantes, pero siempre acompañada

“Me di cuenta de que no tenía por qué dialogar con el autor o con su obra, sino que podía hacerlo con los temas aparentemente ocultos”, explica. “Me propuse releer Numancia y otras obras de Cervantes y, conforme fue pasando el tiempo, me di cuenta de que esos temas eran el amor y la ternura”.

"Cervantes ya es alguien que transgredió, reinventó, insultó y se divirtió y gozó en su época. Entonces, ¿por qué no íbamos nosotros a recuperar esa felicidad? A mí me apetecía hacer eso y centrarme en sus personajes femeninos, no solo en los de Numancia. Creo que tiene unos personajes femeninos muy potentes", reconoce.

Crear genealogía

Pero Cervantes no es el único escritor que abona este “monólogo de ideas”, como lo define su autora. La obra también tiene ecos de la filósofa Simone Weil, de la dramaturga Angélica Liddell o de la poeta estadounidense Hilda Doolittle.

"Me parece fundamental que haya siempre comunicación entre lo que pasó, lo que está pasando y lo que viene", apunta la autora. "Así es como podemos hacer genealogía y combatir ese canon... ese esmegma canónico que no nos deja movernos, que no nos deja despegar los pies del suelo".

Y cita a su editora en La Bella Varsovia, la poeta Elena Medel: "Para ella, el trabajo del feminismo también es tender el brazo a las que vienen y a las que estuvieron antes que nosotras, hacer esa cadena. Y ojalá Ternura y derrota forme parte de esa cadena que, entre muchas, estamos trabajando".

"El trabajo del feminismo también es tender el brazo a las que vienen y a las que estuvieron"

Ternura y derrota, una sugerencia

Para la autora, "Ternura y derrota es un debate sobre la humillación, sobre el placer, sobre el cuerpo”, enumera, “pero siempre desde la sugerencia, nunca desde la imposición”.

La encargada de llevar eso al escenario, apenas ocupado por una cama tenuemente iluminada, es la propia Miguel, quien se niega a reconocerse como actriz y prefiere llamarse "declamadora".

“Es ella la que habla todo el rato”, apunta la poeta. “No soy yo, es Ternura la que habla a través de mi cuerpo. Eso me ha dado la posibilidad de entender otra faceta de mi propia escritura”.

La protagonista de la obra es generosa, se expone, trata de comprender. Porque solo desde la escucha, el entendimiento y la empatía, señala la autora, “se puede afrontar cualquier tipo de violencia”.

Un asedio generacional

“En la obra, los numantinos están absolutamente perdidos… solo les queda agarrarse a lo poco que tienen de vida desde la ternura o desde la derrota”, reconoce la autora. “Eso es algo que podemos traer al presente”.

“Hay una precariedad infinita, no sabemos qué va a ser de nosotros…”, añade, “y lo único que podemos hacer es trabajar desde los cuidados, desde la ternura, sabiendo que estamos fatal y que, como los numantinos, seguiremos así mucho tiempo”.

El equipo de Ternura y derrota también está integrado por Paola de Diego, que está a cargo de la escenografía y el vestuario, y de Daniel Checa, responsable de iluminación.



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