Rebecca Solnit trans

La escritora y pensadora feminista estadounidense Rebecca Solnit. Foto: Trent Davis Bailey

Rebecca Solnit: "Las mentiras que se difunden sobre las personas trans son muy alarmantes"

Cristina Bazán | Guayaquil - 13 marzo, 2023

"Si una persona judía, negra u homosexual comete un crimen, se criminaliza a todo ese colectivo y eso lo reconoceríamos de inmediato como discriminación. Eso es precisamente lo que se está haciendo con las personas trans", asegura la pensadora feminista y ensayista estadounidense Rebecca Solnit, quien denuncia el doble rasero con el que la sociedad mira los temas cuando están relacionados con las personas trans y que provoca que se difundan mentiras que, en su opinión, "son muy alarmantes".

Mentiras que, agrega, se suelen centrar en las mujeres trans, que ignoran a los hombres trans y con las que se quita el foco del verdadero problema a combatir: la violencia machista.

"Se dice que son hombres que se disfrazan de mujeres para tener acceso a mujeres y amigos. Lo que me resulta extraño es que haya tanta violencia contra las mujeres cometida por hombres vestidos de hombres que no se hacen pasar por ninguna otra cosa que hombres, y ese es un problema que afecta a miles de millones de mujeres todos los días, y sin embargo, se soslaya por estos problemas imaginarios", señala de manera contundente Solnit durante la presentación virtual de su nuevo libro "¿De quién es esta historia?" (Lumen, 2023).

En su nuevo ensayo, Solnit, autora de obras como "Los hombres me explican cosas" o "Recuerdos de mi inexistencia", que fue elegido por la revista Time como uno de los mejores libros de 2020, analiza la actual batalla por el dominio de la narrativa en la que los poderosos intentan aferrarse a sus antiguos privilegios, sin importar si tienen que usar la violencia para conseguirlo.

"¿De quién es esta historia?" de Rebecca Solnit

Aunque la historia de Estados Unidos, dice Solnit en el libro, sigue siendo de la población blanca, y en específico de los "hombres blancos, protestantes y heterosexuales", la transformación de ese paradigma ya se ha gestado. Ese atisbo de cambio ha provocado la consternación de muchos de estos hombres "al enterarse de que, como habría dicho mamá, habrá que compartir".

Y ejemplo de ello ha sido la reacción que han tenido los poderosos ante el #MeToo, #TimesUp o #BlackLivesMatter, pues, pese a los centenares de testimonios de violencia hacia las mujeres y personas racializadas, ellos se han concentrado en compadecerse de otros hombres, negar lo sucedido y fortalecer un sistema que silencia a las víctimas.

Este racismo y sexismo que aún impera en la sociedad pese a que cada vez es más diversa, dice la autora, es "el resultado de enseñar a la gente a limitar su empatía, de no ver la humanidad en otras personas".

"Esas imágenes atroces de linchamientos en el sur de Estados Unidos, en los que se torturaba y asesinaba a hombres negros, y en los que la gente blanca iba ahí a hacerse fotos y a tomar un picnic al lado y lo trataban todo como algo divertido, para mí son ejemplos de gente que celebraba haber asesinado su propia capacidad de empatía, de haberse separado por completo de otro ser humano, de otra categoría de seres humanos. Y lo vemos aún con el antisemitismo, con la transfobia, con tantísimas otras cosas que nos impiden empatizar y comprender a otras personas", señala.

EL #MeToo y el poder

La escritora advierte del peligro de la "amnesia" y de no recordar cuánto y cómo ha cambiado la sociedad a lo largo de la historia para analizar cómo será el futuro. Por lo que cree que es importante fijarse en los procesos que viven las luchas, como la feminista, para ganar batallas como la que hubo contra el silencio de la violencia sexual, con el #MeToo.

"El feminismo tiene olas y fue muy estático desde que las mujeres ganaron el derecho a votar. No pasaba gran cosa hasta que llegamos a 2012 o 2013 cuando de repente, gracias a las mujeres jóvenes y gracias en cierto modo a las redes sociales en manos de feministas en lugar de en manos de misóginos, empezaron un montón de diálogos nuevos. Problemas de antes recibieron una nueva atención", recuerda.

Como ejemplo pone las historias de abusos de Bill Cosby, Harvey Weinstein, Woody Allen o Larry Nassar, que "no eran historias nuevas", pero sí eran otras personas a quienes el feminismo había cambiado las que tenían en ese tiempo el poder de visibilizarlas y sancionar a los agresores.

"El Me Too surgió porque los periodistas consiguieron publicar noticias porque los editores que tenían que darles permiso consideraron que merecían ser contadas. Todos eran culpables de lo que eran culpables y lo fueron durante mucho tiempo, pero nadie hablaba de eso de la forma en la que hacía falta hablar hasta que llegó ese momento", menciona.

A Solnit le parece que fue el feminismo de segunda ola (1960 -1980) el que puso los cimientos de esa revolución, pues "cambió cosas". "Cambió quiénes eran los editores, los productores televisivos, los jueces y quiénes eran las personas que ocupaban las posiciones de poder".

Y ese cambio, que hizo más fuerte la voz de las mujeres y puso en el lugar correcto a quienes tenían que escuchar esa voz, también manda un mensaje a los machistas. "Muchos hombres ven a Harvey Weinstein en la cárcel y a otros hombres expulsados de sus respectivas industrias con sus reputaciones destruidas para siempre, y ya no creen que se pueden ir de rositas por cometer abusos sexuales, ya no dan por sentado que las mujeres no tienen voz, que nadie va a hacerles caso, que pueden seguir beneficiándose de esa desigualdad".

Sin embargo, "eso no significa que ya todo esté arreglado y que el feminismo se pueda ir a su casa con el trabajo hecho", al contrario, el movimiento se enfrenta a nuevos obstáculos creados de la mano de Silicon Valley, que, dice Solnit, "ha creado muchísimas nuevas formas de opresión".

La cultura de la cancelación y la derecha

La historiadora y autora de veinte libros también rechaza de manera enfática la cultura de la cancelación, concepto que ha catalogado como una "patraña", que usa "sobre todo la derecha estadounidense, que presupone que hay gente que tiene derecho, no solo a tener éxito y a que se la escuche, sino que nadie tiene derecho a oponerse a ella".

"La cultura de la cancelación es un concepto que nos idiotiza, que oculta o distorsiona lo que está pasando en realidad", señala la autora, quien cree que las personas deberían "abandonar por completo" el término cultura de la cancelación y "que se lo quede la derecha".

Solnit tampoco es partidaria de que se reediten los libros para adaptarlos a "las sensibilidades actuales", como se ha querido hacer con las obras del novelista británico Roald Dahl, autor de "Charlie y la fábrica de chocolate", entre otros.

"No sé si lo necesitamos. Quizá necesitemos una nueva versión de 'Charlie y la fábrica de chocolate' escrita por alguien que no sea Roald Dahl, o quizás no necesitemos para nada a  'Charlie y la fábrica de chocolate'", afirma.

Lo que sí considera necesario es que esas historias se cuenten desde otras perspectivas, especialmente desde las femeninas, sin que esto signifique borrar el pasado.

"Creo que a medida que el mundo cambia y cambian nuestros valores, cambian también las personas sobre quienes contamos historias, y escribiremos nuevos libros. Entonces ¿podemos quedarnos con los libros de antes? Yo creo que sí, que necesitamos que esos libros sean lo que eran en cada momento y no sé hasta qué punto hace falta adaptarlos", sostiene.



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