
Miles de mujeres marchan bajo la consigna "ni una menos" en junio de 2022, en Buenos Aires (Argentina). EFE/ Juan Ignacio Roncoroni
Ocho años del Ni Una Menos, la movilización social argentina que lucha por derechos para todas
El movimiento Ni Una Menos, que desde 2015 sale a las calles de Argentina para visibilizar las diferentes violencias machistas y exigir políticas públicas que permitan prevenirlas, vuelve a movilizarse este 3 de junio en busca de más derechos sociales para todas las mujeres.
“No hay forma de avanzar sin movilización social. La función del ‘Ni una menos’ es dinamizar la movilización social y eso significa generar instancias de encuentro entre distintas compañeras de distintos sectores. Nosotras hablamos de un feminismo trasversal y popular, compañeras que están en distintas situaciones, compañeras campesinas, trabajadoras de la economía popular… Generar encuentros y alianzas entre movimientos y distintas luchas que puedan llenar de vocabulario feminista luchas que a priori no lo son”, explica a Efeminista Lucía Cavallero, portavoz del movimiento.
Como ejemplo de esas luchas que se han ganado tras salir a las calles pone las alianzas que han hecho en los últimos años para que las víctimas de violencia puedan tener acceso a alquilar una vivienda que les permita salir de la situación en la que viven.
“Nunca hay que abandonar la movilización social porque estamos hablando de grandes problemas. Cuando hablamos de trabajo de cuidados, estamos hablando de la devaluación política histórica del trabajo feminizado y no hay forma de que eso se cambie si no es tomando las calles y justamente poniendo en escena la importancia de esos trabajos”, reivindica.
Ocho años del Ni Una Menos
En mayo de 2015 el femicidio de Chiara Páez, una adolescente de 14 años y embarazada, a manos de su novio fue el fuego que encendió la mecha del hartazgo en Argentina. “Un grupo de periodistas, poetas y activistas culturales se reunieron en la Biblioteca Nacional y de ahí salió la consigna. Después pusieron esa consigna en Twitter y generó una gran movilización”, cuenta Cavallero.
Para el 3 de junio de ese año, miles de mujeres inundaron las calles al grito de “Ni Una Menos”, una proclama que traspasó fronteras y que ya está presente en las manifestaciones de toda América Latina.
Sin embargo, el germen de esas protestas se había sembrado años atrás, precisa la portavoz. “Ese Ni Una Menos tiene que ver con todo lo que lo que había como activismo feminista antes de Ni Una Menos”.
“Tiene que ver con encuentros nacionales que ahora se llaman plurinacionales, que tienen más de 35 años, que se hacen una vez por año en el país y que concentran feministas de todos lados. Después tenés la Campaña nacional por el aborto legal, seguro y gratuito que ya tenía varios años en ese momento, un activismo joven muy ligado a la Ley de educación sexual integral, del cual yo fui parte”, menciona.
Pero esa primera manifestación también, recuerda, estuvo cargada de mucha frustración. “Yo creo que había una sensación de que había un tipo de conflictividad que no estaba marcada en la agenda pública y fue un grito de desahogo, de decir algo que a muchas mujeres les pasaba en la vida cotidiana, desde sentir sentir miedo cuando vuelves a tu casa, desde sentirte basureada en un trabajo por un jefe y toda una serie de gestualidades de la vida cotidiana que sufren masivamente las mujeres que no estaban expresadas en ningún lado ni puesta como un problema de primer orden”, afirma
“Y sobre todo los casos de violencia, de femicidio, que creo que fue lo que encendió la mecha de esa sensación de hacerlos intolerables, esa sensación de ‘No nos maten más'”.
El camino recorrido en Argentina
Durante estos ocho años, el movimiento ha apuntado a que se arme “una agenda transversal de los feminismos” que pueda, por ejemplo, “pensar cómo la violencia machista y la violencia por razones de género se relacionan con otro tipo de violencias”, dice Cavallero.
También han logrado avanzar en la conceptualización de la violencia. “De un grito en la calle que dijo: ‘No, que basta ya de violencia machista’ en el año 2015 hemos ido trabajando en conjunto con las organizaciones para pensar cuáles son esas razones de la violencia machista y por eso fue tan importante la herramienta de la huelga feminista en nuestra historia como colectivo, que empieza a partir del 2016″.
“La huelga feminista nos permite mostrar en la agenda pública la relación entre las desigualdades económicas, las brechas de género, la no remuneración del trabajo de cuidados, la precarización laboral, que es el contexto en el cual, por ejemplo, se dinamizan los abusos laborales. La huelga nos ha permitido evidenciar cómo se relaciona la violencia económica con la violencia machista. Por supuesto que eso es un proceso que no está acabado pero sí ha permitido que muchos temas”, enfatiza.
Sin ese recorrido, dice, en Argentina no se estarían debatiendo temas como el proyecto de ley “Cuidar en igualdad”, “que es una ley que apunta a avanzar en la agenda de los cuidados”. “Para nosotras eso sería imposible sin toda la pedagogía feminista que se hizo en las calles sobre la necesidad de enfrentar la devaluación política de ciertos trabajos”.
En el movimiento están conscientes también de que hay una desafección generalizada “por muchas cuestiones”. Cavallero nombra a la crisis económica y a muchas expectativas que no se cumplieron, “pero los feminismos siguen siendo un espacio desde donde muchas organizaciones se apoyan también para revitalizar la agenda del movimiento social en general”.
Después de la legalización del aborto, dice, “no pudimos avanzar en una agenda más redistributiva y eso también genera un estado de desafección del que nosotros no nos podemos sustraer”.
Los feminicidios no bajan
Las cifras de feminicidio también preocupan al movimiento. Según datos del observatorio de la asociación civil La Casa del Encuentro, Argentina registró en los primeros cuatro meses de este año 116 asesinatos por razones de género.
“Esto nos habla de un problema estructural, un problema que expresa una cuestión estructural que necesita soluciones en esa clave, que toca algo muy profundo de la forma en que están organizadas las relaciones sociales, en este capitalismo financiarizado patriarcal, ese es nuestro contexto”, expresa.
Para ellas, por ejemplo, es esencial que se remuneren los acompañamientos feministas, que haya planes de vivienda para quienes quieran salir de una situación de violencia, mejorar las líneas de atención, proveer desde el Estado un patrocinio jurídico para quienes quieren denunciar.
“La discusión es qué es lo que genera autonomía para salir de las violencias. Por un lado, creemos que el Estado tiene que reconocer y remunerar el tejido comunitario que previene la violencia y que acompaña la violencia a los territorios. Y por otro que tiene que dar soluciones estructurales para que quienes quieren decir que no a una situación de violencia pueda decir que no”, menciona.
Sin embargo, dice, los acuerdos que Argentina y otros países de la región tienen con el Fondo Monetario Internacional “limita la posibilidad del Estado de avanzar en políticas distributivas”.
Cavallero también reivindica a la movilización social como un elemento “clave” para no permitir retrocesos. “La ultraderecha va a ir por nuestros derechos como una especie de respuesta a lo que conseguimos estos años, pero por eso insisto en que no hay forma de resistir eso sin instancias de coordinación política, sin alianzas políticas y sin movilización social”.