Los favores Lillian Fishman

Portada del libro "Los favores". Cortesía de Reservoir Books

“Los favores”, de Lillian Fishman, explora la conciliación entre las creencias y el deseo

Cristina Bazán | Guayaquil - 26 septiembre, 2022

¿Qué límite es capaz de cruzar el ser humano para complacer sus deseos sexuales más ocultos y profundos? ¿Es posible conciliar esos deseos con las creencias adquiridas a lo largo de los años?, esos son los cuestionamientos que la escritora estadounidense Lillian Fishman plasma a lo largo de su novela debut “Los favores”.

El libro (Reservoir Books, 2022), en el que el miedo se pelea constantemente con el placer, cuenta la historia de una veinteañera llamada Eve, quien navega por constantes contradicciones influenciadas por la moral. Contradicciones que Fishman (Nueva York, 1994) asegura que “ya había experimentado durante años” y que solo ha conseguido narrar “desde una perspectiva queer”.

“Yo necesitaba salir de la estructura asumida de la sexualidad para explorarla”, afirma la autora desde Estados Unidos en una rueda de prensa virtual.

“Los favores”, de Lillian Fishman

Eve desafía sus creencias cuando decide involucrarse en un trío con Nathan y Olivia pese a tener una relación estable con una mujer a la que admira. Y “forcejea con lo consciente y lo inconsciente” cuando se enfrenta a situaciones que la interpelan y que no sabía que era capaz de desear.

“Yo creo que la experiencia que ella tiene con Nathan pretende subrayar hasta qué punto influye la educación. Es un sistema de creencias sumamente profundo que no es fácil de desaprender e incluso podría decir que es imposible desaprenderlo”, explica Fishman.

“Lo que ella está buscando en su relación con Nathan debería ser fácil de descartar en su marco político, pero llega mucho más hondo de lo que mucha gente está dispuesta a aceptar porque estamos hablando de una satisfacción que no es superficial, sino tremendamente profunda”, agrega.

Dividida en dos grandes partes, tituladas Atención e interrogación, la novela tensa y mantiene en alerta a lectoras y lectores, a quienes invita a replantearse concepciones sobre la libertad, los límites del deseo y hasta dónde las personas son capaces de llegar para alcanzar placeres extremos que son imposibles de imaginar hasta que no se viven.

La protagonista también se cuestiona sobre las relaciones de poder que existen en una relación sexual en la que Nathan es además el jefe de Olivia, quien dice ser capaz de hacer todo para complacerlo.

La escritora Lillian Fishman. Foto: Angalis Field

El consentimiento y la manipulación

También están presentes cuestionamientos acerca del consentimiento y la manipulación durante las relaciones íntimas, cuestiones que, afirma la autora, la literatura aún “está explorando”. “Hay literatura impresionante respecto a los matices del consentimiento dentro de la erótica y la intimidad en situaciones que vienen marcadas o gobernadas por un poder que está desequilibrado”. 

Fishman cree que “muy a menudo la erótica necesariamente tiene que ser transgresiva de un modo u otro”: “Es decir, acaba siendo algo que nos perturba o que nos hace estar inseguros”.

“Y cuando nos adentramos en esa sensación es muy difícil determinar o incluso saber por nosotras mismas en qué momento eso se convierte en un sentimiento que realmente no quieres, no deseas, que es demasiado fuerte”, dice. Por eso cree que es un tema que “se ha debatido tanto en los últimos años”.

“Evidentemente siempre hay una categoría en la que las líneas están muy claras dentro de una relación sexual erótica. Pero lo que está en juego en el libro y lo que me parece interesante explorar ahora mismo es que es imposible definir o identificar una línea entre manipulación y consentimiento”, asegura.

No es un manifiesto sobre la libertad sexual

La escritora dice que su libro, que ha tenido una gran aceptación de los lectores, “no es un manifiesto” sobre la libertad sexual, sino una obra que relata “un tipo de experiencia real. Y cómo esa experiencia a veces no encaja o no concuerda con la sociedad”.

“Para mí el libro habla de la posibilidad de libertad y descubrimiento, incluso en la cultura en la que vivimos. Yo creo que eso es posible y está en el centro del libro. Pero no considero que debe haber una revolución para encontrar esto en la vida personal de cada cual”, destaca.

“Creo en un futuro en el que el impacto de la socialización heterosexual sea menos extrema. Creo que es posible que para muchos y muchas jóvenes esto ya sea así, pero al mismo tiempo es difícil imaginarlo porque creo que el paisaje intelectual está influenciado por lo que te han enseñado. Yo no veo cómo puedo concebir una sexualidad que no tuviera el impacto de la socialización”, concluye.