cirugías intersexuales

Foto de archivo de un hombre que agita una bandera LGBTI. EFE/Luis Eduardo Noriega A.

Eliminar las cirugías “correctivas” de genitales, reivindicación de las personas intersexuales

Lara Malvesí | Barcelona - 28 junio, 2023

Tras la desconocida “I” del colectivo LGTBIQ+ e históricamente en la sombra por el estigma de la etiqueta “hermafrodita”, las personas intersexuales alzan la voz para reclamar el fin de las cirugías de “corrección de genitales no normativos” en niños por los “traumas” que acarrean y los riesgos para su desarrollo.

En vísperas del Día Internacional del Orgullo LGTBI, lo cuentan a EFE dos activistas, el escritor y terapeuta Gabriel J. Martín y la psicóloga Iolanda Melero, dos de las pocas personas intersexuales que acceden a hablar con la prensa, un terreno hostil para una comunidad a la que la sociedad no pone fácil sentirse a gusto con su cuerpo e identidad.

¿Qué significa ser intersexual?

Según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “las personas intersexuales nacen con características sexuales (incluyendo genitales, gónadas y patrones cromosómicos) que no se ajustan a las nociones binarias típicas de los cuerpos masculinos o femeninos”, una ambigüedad en el aspecto exterior que ha llevado a realizar intervenciones pediátricas controvertidas a lo largo de los años.

“Nuestra principal reivindicación es que no se realicen cirugías innecesarias y puramente cosméticas. Se han hecho muchas barbaridades. Por ejemplo, hay casos que para normalizar unos genitales y que tuvieran apariencia estándar han quitado su sensibilidad para siempre”, explica Martín, gaditano residente en Barcelona.

El divulgador LGTBI cuenta que se han hecho auténticas ablaciones, recortando clítoris que tenían un tamaño no normativo y provocando que la persona ya nunca pudiera tener placer sexual.

Asimismo, explica que se han operado en el pasado órganos sexuales externos para ajustarlos a un solo sexo que han acabado siendo discrepantes con los órganos sexuales internos.

“Operaciones con finalidad puramente cosmética pero que no van ayudar a la salud ni a la calidad de vida no deberían darse. Deberían estar prohibidas”, reivindica.

Cirugías de “corrección de genitales no normativos”

Melero apunta, por su parte, que las asociaciones de personas intersexuales se han reunido sin éxito con los sucesivos Gobiernos para pedir que las sociedades médicas respeten protocolos internacionales como el de Chicago y no se realicen ese tipo de cirugías.

Esta psicóloga valenciana cuenta que su experiencia ha sido “traumática” desde el punto de vista médico, pues más allá de las cirugías se ha enfrentado desde niña a visitas a médicos y exploraciones en las que ni ella ni su familia tenían acompañamiento psicológico adecuado.

Hace falta mucha formación. Ya entendemos que los médicos igual no han tratado antes otro caso. Por eso es importante que haya protocolos, que haya unidades especializadas. No es una crítica a los facultativos en concreto, que actúan de buena fe, sino al estamento en general”, afirma.

“Hasta la adolescencia no se han desarrollado del todo los órganos sexuales”, añade la psicóloga, que señala que en ese momento tendría más seguro, si procede, llevar a cabo las intervenciones.

Consecuencias en la salud mental

Melero señala que ahora trata como profesional de la salud mental a otras personas intersexuales y se enfrenta a menudo a cuadros de depresión y ansiedad.

“Tenemos muchos problemas para relacionarnos socialmente y especialmente con una posible pareja. Nos cuesta mantener vínculos y tener relaciones íntimas. Hemos vivido con mucho estigma y tenemos miedo a ser descubiertas. Nos rodea desde pequeños como un secreto que no podemos revelar”, explica.

Todo ello contribuiría, dice, a que pocos intersexuales quieran aparecer en medios de comunicación, aunque poco a poco van dando el paso al frente.

“Nosotros estamos como los gays en los años 50 del siglo pasado. Que parecía que no había ninguno y ahora, mira cuántos”, añade Melero, que asegura que el consenso internacional es que serían personas intersexuales “un 1,7 % de la población, esto es, el equivalente en España a la población de Valencia”.

Infancias intersexuales

Martín señala asimismo otra reivindicación del colectivo también relacionada con la infancia: “la flexibilización de plazos para inscribir nombres y sexo en el registro”.

“A menudo están médicos y familia intentando averiguar el sexo de la criatura y encima hay un plazo máximo para presentar los documentos y después problemas para cambiarlo”, explica el autor de libros como “Quiérete, maricón”, satisfecho por la entrada en vigor de la ley trans y la despatologización que ha introducido para las personas a la hora de cambiar sus documentos.

Para intentar facilitar y flexibilizar estas adecuaciones, la recientemente aprobada ley trans permite que cuando el recién nacido es intersexual los progenitores pueda dejar en blanco la mención al sexo durante un plazo máximo de un año.

Esa nueva norma, que ha implicado la modificación del registro civil, prevé que transcurrido ese año la mención al sexo en el acta de nacimiento del registro sea obligatoria.

El punto de vista médico: estudiar cada caso

Desde la unidad multidisciplinar especializada del hospital Sant Joan de Déu (Barcelona), las doctoras Marta Ramón y Montse Amat que han explicado a EFE que se trata un asunto complejo que merece una atención compleja y, sobre todo, un estudio individualizado.

Ramón explica que antes no se tenía en cuenta muchos aspectos importantes en la vida futura de estas personas ni se las incluía en la toma de decisiones.

Por todo ello, las directrices europeas más recientes establecen no realizar cirugías invasivas o de reasignación hasta que el paciente haya madurado físicamente y pueda participar en la decisión, y el enfoque está cambiando de forma progresiva en esa dirección.

“A día de hoy, se opta por hacer las mínimas cirugías posibles y se es lo menos invasivo posible, salvo que deba hacerse por motivos médicos relevantes”, explica la doctora, que señala que dentro de unos años se podrá analizar las implicaciones de haber pasado “de un extremo al otro” y no intervenir ante genitales ambiguos.

“Es un debate que ocupa a los especialistas y nos crea dudas. ¿Está la sociedad preparada para integrar de forma adecuada a personas con genitales no normativos?, ¿qué consecuencias puede tener para ellos y su desarrollo personal y social?”, se pregunta la jefa de unidad.

Asignación de sexo

Amat explica que cuando el bebé nace aparece la “presión” de la asignación de sexo para el registro civil y, también, en el algunos casos, para las familias, que suelen quedarse “sorprendidos” ante la noticia de que su criatura no tiene genitales normativos.

Para la endocrina, resulta imprescindible por ello un adecuado acompañamiento y un esfuerzo añadido por los médicos para ser capaces de explicar todo lo que saben y las opciones y perspectivas.

“Cuando llega un nuevo caso se nos pide valorar y realizar la asignación de sexo y en eso tenemos en cuenta muchos elementos genéticos, de opciones de fertilidad y placer sexual, etc, y siempre se descarta en cualquier caso una cirugía si es por puro sentido estético“, explica.

“No hay dos casos iguales. A veces hay ambigüedad en los genitales, otra discordancia entre genitales internos y externos. A veces se ve al nacer y otras no se tiene diagnóstico hasta la adolescencia”, añade Amat.

En 2019, el Parlamento Europeo aprobó una resolución reconociendo que “históricamente la medicina no ha tenido una adecuada atención” para las personas intersexuales y condenando “los tratamientos normalizadores del sexo y las intervenciones quirúrgicas”.