
Alimentos conservados en el interior de una nevera. EFE/Paco Torrente/Archivo
Marcela, confinada con su hijo y los 60 euros de su beca
Aunque se considera “optimista ante todo”, la vida no está siendo fácil para Marcela durante el confinamiento. Uruguaya de origen, pero afincada en Valencia desde hace más de veinte años, vive en un piso de 70 metros cuadrados junto a su hijo Mateo de 11 años. “Va tirando” con los 60 euros de la “beca del comedor” del pequeño, pero los gastos de alquiler, luz y agua son ahora imposibles de afrontar.
Renunció a su último trabajo para cuidar de Mateo, que sufre una cardiopatía que le provoca “presíncopes y se puede caer”. El paro se le terminó el pasado 10 de marzo y aunque su intención era regresar al mundo laboral, el confinamiento la pilló en busca de empleo y haciendo cursos de formación e inserción en Labora, el servicio de Empleo y Formación de la Comunidad Valenciana.
Marcela quería encontrar un trabajo que coincidiera con el horario escolar del pequeño, pero se le quedó todo a medias.
Vivir el día a día
Sus gastos son pocos, lo básico en cuanto a alimentación. “Como solo somos Mateo y yo, y yo lo hago todo casero, gasto muy poquito” en comida, explica, aunque reconoce que al resto de gastos, como el alquiler de su vivienda, el agua, la luz, el gas o internet no puede hacerles frente.
“Esto es vivir el día a día“, asegura en una entrevista telefónica con la Agencia EFE, en la que afirma que su emergencia es “tener para comer“, algo que puede cubrir gracias al cheque que le ha facilitado por la Conselleria de Educación, correspondiente a la beca de comedor de su hijo.
Subsisten gracias a las ayudas sociales
Reconoce que el estado de alarma y el confinamiento han complicado su situación. “Estando en la calle me busco la vida y siempre me sale alguna faena, aunque sea fin de semana”, que le permite, “mal o bien” pagar siempre el alquiler de su vivienda, explica.
Ahora las posibilidades de encontrar trabajo y, por tanto, tener ingresos, han desaparecido y Marcela y su hijo subsisten con el cheque de la beca de comedor del menor y gracias a la actuación de los servicios sociales y la ONG Save de Children, que presta atención a Mateo y le ha facilitado una tablet para que pueda seguir las clases a través de la misma.
Del resto de gastos (alquiler, luz, agua, gas e internet), “olvídate”, dice, aunque se muestra tranquila pues la trabajadora social que le atiende le dijo que no se preocupara de eso, pues lo importante era que tuviera para comer, y que de momento no iban a cortar la luz, el agua ni el gas a nadie.
Solo para gente con Internet
Otra de las preocupaciones que tenía esta mujer era que su hijo pudiera acceder a las clases virtuales para no quedarse atrás en el colegio, algo que puede hacer gracias a la tableta que le facilitado Save de Children, que también gestionó los accesos a las plataformas habilitadas y a las ediciones digitales de los libros de texto.
“El sistema que tienen para dar clases o mandar deberes es solo para la gente que tiene internet y ordenador o una tablet. Yo tenía internet pero ni tablet ni ordenador”, indica.
Además, Save de Children también presta atención virtual al menor todos los días durante dos horas, en las que le ayudan con las tareas escolares y lo acompañan en lectura, actividades o juegos.
Miedo al futuro
Marcela se muestra “súper agradecida” por este apoyo y porque, además, añade, se está dando cuenta de que hay muchas cosas que no sabe hacer. “Me doy cuenta de que no sé nada de informática”, asegura, y ya planea apuntarse a un curso de Labora cuando termine el confinamiento y se retome la actividad.
A pesar de sus circunstancias, es “optimista”. “La economía va a quedar muy mal y no sé si voy a poder conseguir trabajo, pero confío en que me den algún tipo de ayuda hasta que pueda encontrar empleo”, señala.
“Soy muy optimista. Además, si quiero que el nene esté bien, tengo que estar bien yo porque estamos solos los dos”, asegura a EFE Marcela, quien ha optado por dar prioridad a otras cosas, como la salud de su hijo, que este mes tiene revisión del cardiólogo, y tiene esperanza en que se solucione todo.