
Mesa redonda sobre la urgencia de combatir la violencia de género en el ámbito rural. EFE/ J.M. García
La violencia machista, tarea pendiente en el entorno rural español
Vivir en un pueblo dificulta que una mujer denuncie la violencia machista que sufre en casa, tanto por tratarse de entornos donde todos se conocen como por las dificultades de movilidad hacia los juzgados y centros de ayuda. Así lo ha explicado Jésica Joaquín Rodríguez, psicóloga de la Federación de Mujeres Progresistas de España, en el marco del congreso “Institucionalización de la perspectiva de género en el ámbito rural”.
En un momento en que el machismo está en el centro del debate electoral, expertos que trabajan en este ámbito han explicado en la Universidad de Salamanca (USAL) cómo en entornos envejecidos, dispersos, donde todo el mundo se conoce, como los del medio rural español, complican la prevención de la violencia de género.
“Son entornos donde nadie nos quiere decir nada, sobre todo cuando los maltratos son de índole psicológica. Pero después ocurre un asesinato y llegan los medios y entonces todos hablan, todos sabían lo que pasaba”, ha indicado Pedro Merino Castro, teniente coronel de la Guardia Civil de Salamanca, dentro de la que ha supuesto la primera mesa específica para abordar las particularidades de este tipo de violencia.
Al tratarse de un grupo poblacional donde predominan las mujeres mayores, la psicóloga, que trabaja con mujeres del medio rural, identifica otro problema clave: “No reconocen la violencia, no saben que lo que están viviendo es violencia machista”. Además, “algunas tienen un autobús al día o ninguno, no pueden acercarse a un recurso”, añade.
¿Yo qué he hecho por que esa mujer dejara de sufrir?
El teniente coronel Merino ha insistido durante sus intervenciones en que combatir la violencia de género “no es competencia exclusiva de las administraciones”, sino que compete a todos los ciudadanos.
“Cada uno de nosotros debe preguntarse: ¿Yo qué he hecho por que esa mujer dejara de sufrir? Es también una responsabilidad individual de cada uno”, ha afirmado, tras explicar que hay quien reconoce que sabía lo que estaba pasando sólo una vez ha ocurrido lo peor.
La integración de todas las fuerzas policiales en el protocolo de violencia de género es fundamental, sobre todo porque “hay agentes que viven en el mismo municipio que la víctima y ésta puede sentirse en mayor confianza”, ha sostenido Raquel San Felipe, responsable de la unidad contra la violencia de género en la Subdelegación del Gobierno en Salamanca.
Sensibilización ante la violencia machista
Merino ha incidido en la dificultad que presenta dar protección a una mujer rural con una orden de alejamiento. “Hay movimientos circunstanciales, vacacionales, una diseminación de la población en Salamanca y otras provincias, y nosotros no podemos tener un Guardia Civil con cada una de las víctimas”, ha admitido.
También se complica la labor de sensibilización y atención psicológica en pueblos donde no hay acceso a internet, no funciona la cobertura o las víctimas son mujeres mayores que sólo usan el teléfono fijo, ha indicado Rodríguez.
Merino ha cerrado su discurso con una observación que ve no sólo en el mundo rural: “Vemos esquemas que estaban superados y se están replicando en nuevas generaciones. Vemos comportamientos de control de la pareja en edades no adultas”.
Y ha concluido: “Estamos perdiendo el respeto por la persona que tenemos al lado, la pelota está en las administraciones pero en cada uno de los hogares de España también”.