abogada ultraortodoxa

Una calle reflejada en un escaparate en el barrio de Mea Shearim, de mayoría ultraortodoxa hasídica, en Jerusalén.

La lucha de una abogada ultraortodoxa contra las agresiones sexuales

Maya Siminovich | Jerusalén - 1 enero, 2019

El abuso sexual está en a la orden del día en el mundo judío ultraortodoxo, donde la palabra “sexo” es tabú e impera el secretismo.

Así denuncia Rivka Schwartz, una abogada de esta comunidad religiosa que ha decidido romper el silencio y luchar contra esta lacra.

Rivka, la octava de doce hermanos de una familia ultraortodoxa de Bnei Brak, de la secta hasídica Vizhnitz, se enteró a los 16 años de que una de sus mejores amigas “era forzada por un miembro de su familia”.

“Cuando me lo contó, no podía creer el horror de lo que oía”, señala la abogada, de 37 años, con su voz grave en el barrio jerosolimitano de Ramot, vestida modesta y elegantemente y con la peluca que usan las mujeres de su comunidad para tapar el cabello que solo su marido puede ver.

“Corrí a contárselo a mi madre y ella me dijo que lo dejara estar. Pero no lo dejé. Fui a casa de mi amiga, se lo conté a sus padres y me echaron. No entendí nada”, agrega Schwartz.

Su amiga fue enviada al extranjero, apartada de la familia y dejó la religión. Y Schwartz, sintiéndose culpable por no haber ayudado y tal vez por haber empeorado la situación decidió que nunca se casaría con un miembro de su comunidad.

“Pensé que estas cosas pasaban solo entre los Vizhnitz”, recuerda, aunque “luego supe que no”.

Abusos sexuales a recién casadas

Años después, otro incidente la llevó definitivamente a la lucha que lleva a cabo ahora: un ultraortodoxo abusó sexualmente de varias recién casadas en un caso muy conocido.

“Al día siguiente de la noche de bodas las llamaba diciendo que era un enviado del rabino y que iba a ir a sus casas para comprobar que estaban haciendo las cosas ‘íntimas’ correctamente”, mecanismo con el que abusó de por lo menos de siete mujeres. Rivka está convencida de que fueron más, pero que guardan silencio.

“Después de que los novios se prometen, se encuentran una vez antes de la boda. Y la noche de bodas tienen que mantener relaciones sexuales, de las que nada saben. Aquellas recién casadas, en su inocencia, cayeron en la trampa”, clarifica Shwartz, que tras ese caso tuvo claro que haría lo posible para evitar más víctimas de abusos sexuales.

Se casó a los 19, pero cumplió su promesa de no hacerlo con un miembro de su secta y lo hizo con uno de otra, también ultraortodoxo, pese a la inicial oposición de sus padres. E insistió en hablar con él antes de la boda. También estudió. Es la única de sus hermanas en haberlo hecho.

A su marido no le entusiasmó la idea, pero ella se describe con una sonrisa como “una experta en convertir los noes en síes”.

Con dos hijas -ahora es madre de cuatro- terminó la carrera de derecho y trabajó en la fiscalía penal en Jerusalén.

Es contra las agresiones sexuales en su comunidad

“Estuve expuesta a casos horribles de agresiones sexuales ¡y de gente que conocía! En la comunidad no solo no se hablaba de nada de eso, sino que si alguien está en la cárcel no lo sabes, piensas que está en el extranjero”, asegura la abogada.

Shwartz cuenta como ejemplo que un hombre ultraortodoxo que había cometido “actos ilícitos con un menor” dijo en el juicio que sabía que había hecho algo malo, pero al tiempo preguntaba: “¿por qué os metéis? es entre Dios y yo”.

“Y entonces caí en que muchos de los agresores, al ser una comunidad tan cerrada, no saben que lo que hacen no solo está mal según la religión y que con contrición no basta, sino que es contrario a la ley”, destaca Rivka.

Su fundación para apoyar a las víctimas

Emprendió la tarea de informar, tanto a víctimas como a potenciales agresores, a través de la fundación que creó en 2013, Min Hameitzar (“Desde las profundidades”), que da apoyo legal y psicológico a víctimas de abuso sexual haredíes y administra el mayor grupo de Facebook haredí, con 17.000 miembros, en una comunidad en la que el acceso a internet es muy limitado.

Para ello cuenta con la ayuda de su marido, editor de la web ultraortodoxa “Behaderei Haderim”.

La crítica contra la abogada

Shwartz se ha encontrado con críticas y calumnias, como cuando descubrió que la mayor parte de los niños internados en un centro de refugio para víctimas de abuso sexual en Jerusalén son ultraortodoxos.

“¡El 75 por ciento! Y nadie teníamos ni idea”, destaca Schwartz.

“La mayor parte de las violaciones en nuestra comunidad son en casa, de padres a sus hijos”, lamenta y destaca la dificultad de ayudar a niños en estas circunstancias, cuando estos siquiera pueden nombrar a las partes íntimas del cuerpo porque va en contra de las leyes de la modestia.