
Unas manos sujetan el libro "Buscar la vida", de las periodistas Sabela González y Jose Bautista. Foto: Sabela González
¿Dónde están las niñas que migran solas a Melilla?
¿Por qué los niños que migran son más visibles que las niñas? ¿Por qué se les acaba perdiendo el rastro? ¿Por qué no se ven y no salen tanto en los medios de comunicación? ¿Dónde están las niñas migrantes no acompañadas de la ciudad de Melilla?
Dar respuesta a estas preguntas fue lo que empujó a la periodista Sabela González a investigar ese tema y a viajar a Melilla en julio de 2018. Una búsqueda que ha terminado materializándose en el libro “Buscar la vida”(Libros.com), un ensayo periodístico que denuncia la situación de los y las menores que cruzan la frontera sur y acaban en situación de calle en la ciudad de Melilla, que ha escrito junto al periodista de investigación José Bautista.
“Cuando comencé la investigación se daban muchos casos de niñas que cruzaban la frontera, a veces acompañadas de algún adulto, pero que luego no veías que llegaban a Melilla, su rastro desaparecía. Me pareció interesante saber de dónde vienen, con quién cruzan las fronteras y a dónde van“, explica González (Galicia, 1994) durante una entrevista a Efeminista.
Las niñas que migran solas, invisibles en Melilla
En el libro, la periodista dedica un capítulo exclusivamente a las niñas migrantes no acompañadas en Melilla que, según confiesa, “son invisibles, no se ven”. Y asegura que apenas se ve una pequeña burbuja de niñas en el Centro Asistencial Gota de Leche, el centro que las recoge y tutela hasta que cumplen la mayoría de edad.
Cuando cumplen los 18 años, muchas de ellas siguen sin estar debidamente documentadas y acaban condenadas a la situación de calle y a no poder pasar a la península. Una situación que incumple la ley, ya que esta no considera en situación irregular a los menores extranjeros que migran solos y da un periodo máximo de nueve meses a las comunidades autónomas para que tramiten los documentos de los niños y niñas que tienen bajo su tutela.
A fecha 31 de diciembre de 2019 en España había un total de 12.417 menores bajo la tutela o acogimiento de los servicios de protección, según el Registro de Menores Extranjeros No Acompañados.
De ellos 11.329 eran niños y 1.088 niñas, en su mayoría proceden de Marruecos, Guinea, Argelia, Malí o Costa de Marfil, entre otros países. Menores que llegan sin la compañía de adultos y que dejan su país por falta de futuro o huyendo de la violencia.
Melilla, tercera región que más menores acoge
Melilla, con 1.398 niñas y niños, es la tercera región de España que más menores acoge, después de Andalucía y Cataluña.
“Buscar la vida”, con prólogo de Antonio Rubio, analiza cómo las instituciones de Marruecos y de España esquivan sus responsabilidades administrativas y de protección con la infancia que migra, y cómo la corrupción acaba profundizando su situación de desamparo en las calles de la ciudad autónoma.
Una situación en la que influyen las leyes migratorias y la sobrecarga del sistema de protección de la infancia, que hace que no se les pueda dar la atención especializada que necesitan, según vienen denunciando los últimos años desde Unicef o Save the Children.
Triple discriminación: niñas, menores y migrantes
El caso de las niñas es algo especial, ya que, aunque migran menos, según la Memoria Técnica sobre Atención a Menores Extranjeros No Acompañados de 2018 se atendió a 183 chicas en el Centro Asistencial de Melilla, existe un mayor riesgo de sufrir malos tratos o discriminación que los niños.
“Se enfrentan a una triple discriminación como mujeres, como menores y como migrantes“, cuenta la periodista especializada en migraciones y Derechos Humanos.
Este es el caso de Fatma (nombre ficticio), una de las protagonistas del texto, que aunque ya es una mujer adulta ha servido a la autora de la investigación para retratar la odisea que es vivir en situación de calle en Melilla y las trabas administrativas que enfrentan, incluso cuando necesitas que te curen los pies porque no puedes andar, como le pasó a Fatma.
“La calle es muy dura y más cuando eres mujer”
“Yo llegué a Melilla en busca de la niñas en situación de calle y no encontré ninguna. Un mes y medio después encontré a Fatma”, cuenta la periodista gallega, afincada en Bruselas, a quien el deteriorado estado físico de la joven le impactó muchísimo.
“La calle es muy dura y más cuando eres mujer. Durante el día te buscas la vida, puedes estar sola o lavar coches. Pero de noche, para los hombres, eres un simple agujero que quieren usar y tirar“, se puede leer en el libro, que es tan solo una pequeña parte del desgarrador testimonio y la vivencia de la joven Fatma.
En las páginas de “Buscar la vida”, también aparece el caso de las trece niñas de Palencia, menores de entre 14 y 17 años devueltas en 2018 desde la península de vuelta a Melilla en contra de su voluntad, concretamente desde el Grupo Educativo Diego Martínez en Palencia.
Las adolescentes, que estaban bajo tutela de Melilla, vivieron varios años acogidas en el centro palentino por un convenio de colaboración con Melilla, hasta que en septiembre de 2018 fueron devueltas a la ciudad autónoma por el impago del Gobierno de Melilla al centro de acogida.
O ahonda en la situación de las porteadoras, mujeres cuyo trabajo es cargar unos bultos de entre 60 y 90 kilos de peso a la espalda y pasarlos de un lado a otro de la frontera entre Melilla y Marruecos.
Ponerle rostro y nombre a la migración
Con todo, el objetivo de la periodista tras su estancia en la ciudad autónoma situada en el norte de África, a orillas del Mediterráneo, es “ponerle rostro, apellidos, historias reales, a la migración”, explica.
Y añade que no pretende “victimizar ni proteger, sino que la gente pueda tener un acceso más directo a esto, a por qué un niño o una niña de once años decide irse de casa sin saber muy bien qué va a hacer; cruza la frontera y de repente se ve en una ciudad que no conoce”.
“Que no se nos olvide que son niños y que esta situación supone una perdida de infancia“, recuerda González.
“Si ya es duro para cualquier persona que abandona su hogar para buscarse la vida y buscar un futuro mejor, estas personas, que son niños, se están perdiendo los años más importantes de su vida para el desarrollo de la personalidad y de su educación”, insiste.
En este sentido, pretende además contrarrestar los discursos estereotipados que se emiten desde los medios, que, critica, se hacen “desde la homogeneización, la despersonalización y la victimización, tanto para niños como para niñas, pero en el caso de las niñas y las mujeres es mas discriminatorio”.
Además, aboga firmemente por incluir la mirada de género al hablar de la migración.