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Antonia Fort. EFE (Ares Biescas).

Antonia Fort: “Antes las mujeres eran un cero a la izquierda”

Ares Biescas Rué | Barcelona - 14 enero, 2019
Ha vivido la República, la Guerra Civil, la Transición y la Democracia en España. Y desde sus 105 años, una de las mujeres más longevas de España, Antonia Fort recuerda cómo eran tratadas antes las mujeres y lo mucho que se ha avanzado.
Nacida en Vilanova i la Geltrú el 13 de junio de 1913, Fort destaca que la situación de las mujeres cambió “de la noche a la mañana” con la llegada de la Democracia, porque antes “no tenían aliciente para hacer nada, eran como un cero a la izquierda“.
“Antes, una pareja en la que el hombre pegaba a la mujer era normal y si la mujer se quejaba era mal vista por las propias mujeres”, explica a Efe Fort.

“Esperábamos a casarnos para tener una pizca de libertad”

Desde la extraordinaria lucidez mental que tiene pese a su avanzada edad, añade que en su juventud era “impensable” que una mujer “saliese sola de noche” y rememora que “si una quería ir al cine, tenía que ir acompañada de su madre”. “La mujeres esperábamos a casarnos para tener una pizca de libertad”.
Recuerda que las mujeres que no cumplían “el único sueño de las muchachas de entonces, casarse “¡eran tachadas de solteronas!” y asegura que lo que vivían en el pasado “no era vida”.
“Tenían que llegar vírgenes al matrimonio a pesar de que había hombres que tenían el morro de cortejar a las chicas para intentar que ‘patinasen’. Las chicas teníamos que estar muy alerta porque si ¡patinábamos’ ya estábamos perdidas”, enfatiza la anciana, que ha tenido sólo una hija y carece de nietos.

Vestidas hasta los pies

Antonia recuerda que su madre, cuando era joven, “iba vestida de largo hasta los pies” y “cuando llovía y se recogía las faldas para no mojarse, los hombres decían disfrutar al ver sus tobillos”.
De todas formas, Fort pide prudencia porque “los jóvenes de hoy en día quizá lo han llevado al extremo” y no ve bien que el sexo “ahora se da sin contemplación”.
Y con una sonrisa perenne en su rostro, suelta: “¡Claro que me gusta el feminismo!”.
No está segura de que “delegar en los otros para resolver los problemas sea la mejor opción”, porque “si uno delega los cambios en los otros, no se consiguen las cosas”. Recuerda, en este sentido, que la fábrica donde trabajó, la popular Pirelli, fue la primera en conseguir las ocho horas de jornada laboral tras las protestas de los trabajadores.

El amor y la amistad

Con los ojos muy abiertos y cogiendo la mano de esta periodista, la anciana recalca que ella lo que desea es “que las personas se quieran entre ellas”, una idea que le demuestra cada día su hija, quien la reclama desde la cocina porque le ha preparado ya el desayuno.
“Mis amigas me tratan como una reina”, agrega para remarcar el sentido de la amistad, mientras explica que sus mejores amigas viven en Zaragoza.