Una nueva “Medea” llega al Teatro Real con la mirada puesta en la violencia vicaria

EFE | Madrid - 20 septiembre, 2023

Medea” es  la tragedia de Eurípides, el mito que enfrenta a dioses y mortales. Es la hija de Eetes, rey de la Cólquida, y de la ninfa Asterodia. Medea era sacerdotisa inusual y hechicera, la mujer autónoma extranjera de todos y todo, que traicionó para ayudar a Jasón a conseguir el vellocino de oro y quien, tras casarse con él y tener dos hijos, fue abandonada por éste para casarse con Glauce, la hija del rey Creonte.

Así Medea, condenada al destierro junto a sus hijos para proteger la boda de Jasón y “tan inteligente como aterradora”, planea su venganza para acabar con el futuro de Jasón y decide aniquilar a sus hijos matando el futuro.

Medea se ha convertido a lo largo de la historia en un arquetipo y un símbolo para artistas, escritores y psicoanalistas, ha sido llevada en numerosas ocasiones al teatro. Lacan sostenía que Medea es “una verdadera mujer” porque su acto privilegia la condición de mujer antes que la de madre”. “Sacrifica el tener por el ser”.

“Los niños son los grandes olvidados de esta historia”

Ahora el Teatro Real arranca temporada con la primera de las 21 óperas que se verán en este curso, “Medea”, de Luigi Cherubini, en una versión musical trágica más cercana al propósito de su autor y poniendo el acento en las “grandes y olvidadas víctimas” del relato, los niños.

Así se percibe desde el cartel de la propia obra, que se representará en 11 funciones desde el 19 de septiembre y hasta el próximo 4 de octubre, con Ivor Bolton al frente de la orquesta una vez más y, en la parte escénica, con Paco Azorín, quien propone una lectura descarnada y actual de la tragedia de Eurípides sobre el horror que espera a los hijos de Medea y Jasón.

“Los niños son los grandes olvidados de esta historia. El suyo va a ser el punto de vista omnipresente de esta producción para reflejar lo que somos como sociedad, cómo no queremos sentirnos, las basuras emocionales que se proyectan sobre ellos y cómo eso crea monstruos”, ha explicado en rueda de prensa el escenógrafo.

En sus manos cae la misión de actualizar “este mito fundacional” grecolatino frente a lo que considera “una lectura reduccionista del patriarcado de la historia de una madre que mata a sus hijos para hacer daño a su expareja”.  “Es un caso de violencia vicaria, pero es mucho más que eso”, dice Azorín.

“Medea” de Luigi Cherubini en el Teatro Real

Poco conocida, “y en Madrid completamente desconocida” pese a haber gozado de gran éxito especialmente en la Alemania del siglo XIX, como ha señalado Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, “Medea” de Cherubini fue estrenada en París en 1797 en los turbulentos años posteriores a la Revolución Francesa.

Cherubini no encontró entonces apoyo financiero para sufragar una producción íntegramente cantada con un trasfondo tan dramático, por lo que hubo de reformularla y articular extensas partes habladas con la música. Hasta diez versiones se crearon con los años, cada vez con más éxito, pero que se fueron alejando del universo musical de su creador, por ejemplo la de Franz Paul Lachner, más romántica, que fue la que consagró María Callas.

A su memoria con motivo del centenario de su nacimiento precisamente van dedicadas estas funciones en el Real, que estrenará una versión inédita hasta ahora, obra de Alan Curtis (1934-2015), director de orquesta, clavecinista y musicólogo de gran prestigio.

Está íntegramente cantada, como deseaba Cherubini, tras componer música para reducir las partes habladas originales, que se transformaron en recitativos acompañados al estilo del compositor.

“Lo otro era un disparate estilístico, por eso era imprescindible que una editorial tuviese agallas de coger esa partitura magistral y hacer una lectura crítica adecuada que respetase el estilo del autor, que no tenía que sonar a Donizetti, y es lo que hace Curtis”, ha explicado Matabosch sobre la versión de “Medea” escogida para su desembarco en Madrid.

“Una ópera monumental”

Para afrontar un papel que tiene fama de ser muy difícil, en parte porque es muy largo, habrá tres sopranos: Maria Agresta, Saioa Hernández y Maria Pia Piscitelli.

“Es una ópera monumental desde todos los puntos de vista y esta versión nos ha añadido dificultad”, ha destacado la primera, ante una partitura que salta de graves a agudos y exige “poco menos que ser un acróbata de la voz”.

Para Hernández, todo eso se suma a la complejidad de “un rol absolutamente dramático” y al tratar de mostrar “lo más humana posible a una semidiosa, cuando nuestros sentimientos distan mucho de entender ese acto terrible”.

“Podríamos hablar de un personaje bipolar, porque tiene ternura, agresividad, venganza y astucia, que es el término del que en griego procede el nombre de Medea”, ha apuntado Piscitelli, tras abundar en que “la mente humana tiene muchas facetas” y nunca sabemos cómo nos comportaremos en el futuro ante una situación imprevista y fatal.

Las tres sopranos estarán acompañadas por un doble reparto integrado por los tenores Enea Scala y Francesco Demuro (Jasón), las mezzosopranos Nancy Fabiola Herrera y Silvia Tro Santafé (Neris), los bajos Jongmin Park y Michael Mofidian (Creonte) y las sopranos Sara Blanch y Marina Monzó (Dirce).