los amores idiotas

Portada del poemario Los amores idiotas, de Carlos Rubio Rosell. Foto: Cortesía Editorial Renacimiento/Manuel Benítez Reyes

“Los amores idiotas” o cómo confundir amor con posesión y dominio

Carmen Sigüenza | Madrid - 24 septiembre, 2020

El periodista y escritor mexicano Carlos Rubio Rosell (1963), que reside en España desde 1994, acaba de publicar  “Los amores idiotas”, un poemario donde indaga en el tema del amor y que arranca con una frase de Paul Valéry: “El amor es idiota, pero por una perversidad de las cosas de este mundo, se es idiota cuando no se ama”. Aunque ese mismo sentimiento, el más grande, puede provocar, en muchos casos, tragedias protagonizadas por monstruos que confunden el amor con posesión y dominio.

Un caso de estas características dramáticas del mal llamado amor fue lo que inspiró la escritura de  “Los amores idiotas”, publicado por Renacimiento. El origen del libro está en un asesinato que protagonizó un amigo del autor, y que le dejó en shock, según relata a  Efeminista él mismo.

“Los amores idiotas”

En 2008 el periodista y escritor, autor “Los Ángeles-Sur” o “Desde la otra orilla”, recibió un correo de un amigo contándole que había matado a su mujer y herido de gravedad a sus hijos (después murió uno de los hijos). Rubio se quedó traumatizado porque no se explicaba cómo ese amigo, “alguien culto y delicado” con el que compartía inquietudes intelectuales, podía engrosar con su nombre la amarga lista de autores de violencia de género.

Leyó y buscó en libros y tratados sobre el origen del mal, los asesinos, la violencia de género, y “nada”, dice. Años después intentó una novela, pero no lo veía, pero luego sí pudo verlo todo en un poema, donde las palabras llegan donde no llega la filosofía.  Y así de ese poema con un título que resume todo, “La maté porque era mía”, nació el libro. 

Machismo puro y duro

“El refranero popular habla de que del amor al odio hay un paso. Sin embargo, hay que precisar que en nuestros días la violencia que se ejerce en las parejas en nombre del amor es una especie de pandemia (hoy que tanto se usa este término), algo que parece no cesar y que, por desgracia, sufren en su inmensa mayoría las mujeres, a quienes se somete en nombre del amor, un amor en realidad idiota, que disfraza complejos de inferioridad, traumas y taras psicológicas, y en suma, machismo puro y duro”, argumenta el autor, que ha ejercido el periodismo en diarios españoles y mexicanos como El País, La Vanguardia, La Jornada, Reforma y Milenio, y en revistas como Ajo Blanco, Quimera, Revista de Occidente y Zenda.

“Nada justifica la violencia, y menos el amor, por muy idiota que sea -continúa-, lo que nos impone un reto enorme como sociedad que tiene que ver con la educación desde el nacimiento, cuando se transmiten valores, emociones, conductas y lenguaje. Esa educación, cabe agregar, es una responsabilidad compartida por hombres y mujeres, y por el conjunto de la sociedad, que no debe mirar para otro lado”, recalca.

El amor transforma el alma

Pero para el autor, el libro tenía que tener un lado de luz y, en ese sentido, el poemario refleja los dos grandes caminos que se abren a raíz del fenómeno amoroso. “La cuestión, en el caso de este poemario, es que me di cuenta de que no podía seguir uno solo de esos caminos si pretendía expresar la transformación que el amor produce en el alma humana, motivo que me había empujado a escribir los primeros poemas, todos ellos relativos a la faceta trágica de la experiencia amorosa”.

“Así es que realicé -precisa-  un viraje de ciento ochenta grados y traté de contrastar esa obscuridad que reflejaban los poemas que había escrito, buscando un mínimo equilibrio en el que quedara de manifiesto esa llama doble de la que hablaba Octavio Paz, ese fuego original y primordial de la sexualidad que levanta la llama roja del erotismo y que, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotismo y amor: la llama doble de la vida, como escribe Paz”.

En México, la violencia contra las mujeres es estructural

Pero volviendo a este lado de la tragedia, para Rubio,  en México la violencia de género, la violencia contra las mujeres, es estructural. Es una violencia arraigada en la paradójica costumbre de tratar a las mujeres, tanto en la vida social como en el ámbito privado, con la mayor reverencia pero con displicencia, lo que siempre ha dejado abierta la idea de que las mujeres sean seres desvalidos y frágiles a las que se tiene que “proteger” y a las que de hecho se trata como si fueran un objeto, una pertenencia, degradándolas y sometiéndolas así a un estatus que las deshumaniza y las confina a soportar todo el peso de esos prejuicios, que acaban muchas veces en arrebatos violentos y exigencias absurdas por parte de los hombres en su pretensión de “poseerlas”, “cuidarlas” o “vigilarlas”.

“La violencia de género está arraigada en el lenguaje”

“Por otra parte, la mayoría de los hogares y el cuidado y la educación de los hijos en México están a cargo de las mujeres, a quienes se “consagra” esa responsabilidad, porque en México el hogar es considerado el “reino” de las mujeres, y las madres son señaladas como el pilar de las familias, sobre cuyas espaldas recae casi en exclusiva el peso de esa institución social”.

“Asimismo, la violencia de género está arraigada culturalmente en el lenguaje que utilizamos cotidianamente los mexicanos y desde esa zona también se “normaliza”. El peor insulto en México es “chingara la madre, lo que implica que la afrenta recae primero en la mujer, porque es en ella en quien se ejecuta primero la acción que ofende: ser un “hijo de la chingada” quiere decir que, antes, la mujer ha sido víctima de un abuso, de una violencia: ha sido “chingada”, es decir, violada, ultrajada, golpeada, sometida”.

Carlos Rubio Rosell

El escritor y periodista mexicano Carlos Rubio Rosell.

“Impunidad, alarmante”

“La violencia contra las mujeres en México es una especie de pandemia, donde se calcula que una de cada tres mujeres mayores de 16 años ha sufrido y sufre cotidianamente alguna forma de abuso y violencia, en un país donde la impunidad es de por sí alarmante.

El largo historial de muertes de mujeres en las últimas décadas, donde los casos más sonados han sido los feminicidios en Ciudad Juárez, no es sino un reflejo fiel de lo que de forma sistemática ocurre en todo el país”, añade el autor mexicano.

“En ese sentido, es lamentable que las políticas estatales encaminadas a proteger y apoyar a las víctimas de violencia de género pasen por meras campañas publicitarias, algunas de ellas francamente desafortunadas, como una llevada a cabo recientemente por la Secretaría de Gobernación, donde se pedía a las mujeres que, para evitar la violencia en sus hogares, tuvieran paciencia ante sus posibles agresores, una campaña que evidencia la falta de claridad respecto a la raíz de la violencia y a quiénes hay que enfocar a la hora de tratar este gravísimo problema social del que es imprescindible hablar desde todos los ámbitos y por todos los medios posibles para tratar de evitarlo y prevenirlo”, conlcuye