Brujería popular y saberes ancestrales en "La mano que cura", de Lina Parra Ochoa

Laura de Grado | Madrid - 20 julio, 2023

Criada en la vibrante y diversa región de Antioquia, en Colombia, la autora Lina María Parra Ochoa, reconocida por sus relatos imaginativos y provocadores, lanza su primera novela "La mano que cura", donde explora la conexión entre la brujería y la vida cotidiana, cuestionando la dicotomía entre la razón y la espiritualidad, y que reivindica al papel de las mujeres que mantienen y transmiten esos saberes de generación en generación.

A través del mundo místico de las brujas, que siempre ha sido su sueño, según cuenta en una entrevista con Efeminista, Parra Ochoa construye un universo vívido en el que una niña descubre sus poderes innatos, heredados a través de generaciones de mujeres poderosas.

Mediante esta "brujería inventada", la escritora rinde homenaje a las prácticas sobrenaturales y los agüeros con los que creció. La trama de "La mano que cura", que publica en España la editorial Tránsito, se desenvuelve entrelazando anécdotas personales de la infancia de su madre, las cuales se convierten en un catalizador para explorar esta historia familiar impregnada de magia, fenómenos sobrenaturales, secretos y duelos.

Autora de "Malas posturas" y "Llorar sobre leche derramada", Parra Ochoa se ha convertido en una figura destacada en el panorama literario latinoamericano y sus cuentos han sido incluidos en antologías de renombre como "The Crisis Inside", "Cuerpos, veinte formas de habitar el mundo", "Ganar es perder un poco", "Veinte y una narradoras" o "Puñalada trapera 2".

Una familia de brujas

Pregunta (P).- En "La mano que cura" hay una historia familiar llena de brujería, hay poderes, hay secretos, hay duelos también, hay cuidados... ¿De dónde surge este texto?

Respuesta (R).- Cuando yo termino de escribir mi primer libro "Malas posturas" se lo leo a mi mamá y empezamos a conversar y empiezan a surgir un montón de historias de su infancia, que son historias que yo siempre he querido contar, pero no sabía cómo hacerlo. Me volvió a hablar de un personaje que era una profesora que ella quería mucho y eso me quedo ahí como un gusanito. Y entonces ahí empiezo a imaginarme este mundo de esta niña que empieza a aprender estos saberes porque tiene también el poder en las manos y fantaseo con una familia de brujas, que siempre ha sido mis sueño.

"En Antioquia hay mucha brujería popular"

P.- Justamente en el libro tiene un gran peso la brujería, la magia, lo sobrenatural... Saberes que son muy relevantes en muchas comunidades colombianas. ¿Hay aquí una reivindicación de estas tradiciones ancestrales, de estos saberes?

R.- Yo fui muy cuidadosa y me inventé la magia que usé, es una brujería inventada que bebe de las tradiciones que me envolvían de adolescente en Antioquia, que es la región de donde yo soy. Allí hay como mucha brujería popular, que es diferente de prácticas religiosas rituales como prácticas indígenas o prácticas afro. Yo crecí con eso, con supersticiones, con agüeros, entonces todo eso hace parte de esta mirada de la brujería que aparece en la novela.

Lo que quería era plasmar lo que a mí me fascinaba de estas prácticas sobrenaturales que están en la vida cotidiana. Que la gente va a mercar comida y luego va a mercar unas hierbas para hacer un lavado, para trapear la casa y sacar las malas energías y eso es brujería, pero es normal.

Con eso a lo que yo iba apuntando es a desbaratar esa idea de que por un lado está la razón, la civilización, la modernidad y estamos nosotros, y por el otro lado está como esas creencias. Todo el mundo tiene agüeros, todo el mundo tiene tiene algo inexplicable y quería atrapar eso.

Magia y ciencia, "dos caras de una misma moneda"

P.- Además en el libro, tiene una frase que dice que la magia y la ciencia al final son la misma cosa. ¿A qué se refiere con esto?

R.- El asunto con la ciencia es porque yo tengo un papá que ha sido muy científico y nos ha educado a mi hermana y a mí con mucha pasión sobre la ciencia. Pero las raíces de las ciencias están en prácticas que ahora consideraríamos no científicas, como la astrología, la alquimia y cosas que ya no tienen cabida en la ciencia más rigurosa. Entonces me interesaban esas dos miradas que parecieran opuestas, que son la mirada mágica del mundo y la mirada de la ciencia, y entender que realmente son dos caras de una misma moneda y que son mucho más cercanas.

Obsesión por las líneas matriarcales

P.- Y además cuando habla de esa mirada mágica, de estos saberes, hay una transmisión oral de generación en generación, de mujer a mujer, en el caso del libro.

R.- Eso sale como de una obsesión mía por estas líneas matriarcales. Siempre me han gustado las historias donde hay alguien que hereda de su madre un misterio, un secreto. Y creo que también ahí obviamente hay toda una reflexión sobre el feminismo, que me ha formado a mí también, sobre el conocimiento que se pasa por el lado materno, por el lado de las mujeres, que no necesariamente tiene que ser una línea de sangre.

De hecho en la novela en una parte cuando hablo de que cuando a los poderes se les pide un hijo nunca van a otorgar un hombre, siempre van a otorgar una mujer.

Sufrimiento y duelo

P.- Todo ese universo de brujería comienza, o se descubre, a partir de la muerte del papá. En el libro habla un montón sobre los cuidados, la enfermedad, el duelo...

R.- Tengo una preocupación particular por la muerte y el sufrimiento antes de morir y por la pregunta sobre el duelo. Ese miedo de llegar a tener que enfrentar eso en la vida real, o volverlo a enfrentar de alguna manera, lo exploro en la literatura. Yo tengo un cuento donde maté a mi mamá y mi mamá no está muerta, y aquí mató a mi papá y él no está muerto tampoco. Entonces hay como una insistencia en mirar a ese abismo que en la vida real uno quisiera no tener que llegar a vivir.

Y también desde muy chiquita he tenido como un gran interés por la vejez, me parece un momento de la vida muy interesante, pero también muy ingrato. Casi nunca me pregunto por los niños, me pregunto más por los viejos y por ese asunto de la soledad, del cuerpo que te falla, pero tu cabeza en tu mente todavía están ahí, de esa existencia que se está apagando y todo el asunto social que hay alrededor.

P.- Publica esta novela, "La mano que cura", después de varios cuentos, ¿tiene un interés especial en el formato de los cuentos?

R.- El cuento ha sido una herramienta de la prosa que me ha acompañado desde que empecé a escribir. Cuando empecé a escribir, que era una niña, empecé a escribir cuentos y nunca le he perdido el gusto, como que hay una pericia y un oficio muy bacano en crear esa pequeña maquinita que puede ser un gran cuento del que vos te acordás toda tu vida y dices qué es esto tan brutal y vas y te asomas y son tres páginas.

Un boom de escritoras latinoamericanas

P.- Los últimos años se está hablando de una especie de boom latinoamericano, pero protagonizado, esta vez, por escritoras de la región y además con un carácter feminista, decolonial. ¿Considera que es un buen momento para las escritoras latinoamericanas?

R.- Hay un montón de escritoras latinoamericanas ahora que me gustan mucho y que digo qué bueno poder estar viendo este momento en donde las mujeres están escribiendo todas estas cosas que antes, cuando yo estaba chica, no tenía o no encontraba.

Me parece que hay un montón de condiciones que tal vez han permitido que surja esta proliferación de escritoras, que tengamos más acceso desde diferentes países a más escritoras. Porque eso es al final lo más interesante. Escritoras ha habido siempre pero de repente hay como un gran interés y una gran atención que permite que yo en Medellín, Colombia, pueda leer a alguien de Chile y a alguien de Argentina que está publicando en una editorial independiente y que antes en la vida me hubiera enterado que existía.

Entonces creo que eso es lo que me alegra, porque uno siempre toma caminos lectores durante la vida y un camino lector que yo elegí hace tiempo fue darme cuenta de que leía mucha gente que estaba muerta y entonces, desde la Universidad, empecé a buscar gente viva en Latinoamérica y me encontré con este mundo de mujeres y eso ha sido como una un alimento súper diverso y variado.



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