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Imagen de archivo de una concentración en contra de la violencia machista. EFE/Javier Etxezarreta.

Psicólogo alerta del incremento de chicos jóvenes condenados por violencia machista

EFE | Pamplona - 22 diciembre, 2021

El responsable del Instituto de Psicología Jurídica y Forense, Josean Echauri, ha advertido del incremento de chicos jóvenes, en numerosas ocasiones con signos de intolerancia a la frustración y a los límites, en programas de intervención psicológica por condenas por violencia machista.

En la IV Jornada sobre Violencia Contra la Mujer celebrada en Pamplona, Echauri ha advertido de que “llevamos unos años que está entrando gente muy joven”, de entre 19 y 23 años, comenta a Efe.

Cada persona tiene una motivación, ha aclarado, si bien entre estos chicos “algo muy común es la intolerancia a la frustración” y “dificultad en aceptar los límites”, aspectos en los que “hay un componente educacional” por el que “estas personas no saben manejar este tipo de situaciones” y que aparecen muchas veces combinado con otros problemas con el alcohol o las drogas.

Otros factores que intervienen

Además, ha comentado, en la actualidad entran en juego los móviles y las redes sociales, “otro factor más de acoso, hostigamiento y control” y “un instrumento muy ávido” para lo relacionado con los celos a través de constantes preguntas a sus parejas sobre dónde o con quién están o la instalación de programas de geolocalización.

Echauri, responsable en Navarra de los programas de intervención con agresores a mujeres, se ha mostrado “relativamente satisfecho” con los resultados obtenidos en este proceso, pues en la evaluación final que se realiza tras el tratamiento se considera un éxito en el 37 % de los casos, que hay mejoría en el 52 % y un fracaso en el 11 % con una tasa de reincidencia de en torno al 6 %.

A pesar de esto, ha reconocido que “hay casos clarísimos en los que la persona rechaza de plano la intervención”, en ocasiones relacionados con trastornos de personalidad o adicciones muy fuertes.

Estos programas, ha explicado, se realizan tanto en medio abierto como con personas presas, siendo en este último caso siempre voluntaria su incorporación al tratamiento mientras que en el ambulatorio, aunque hay una parte de personas voluntarias, la mayoría acceden como una medida de suspensión de condena.

En general “suelen participar” del proceso, ha asegurado, aunque “al principio los que vienen con suspensión de condena suelen ser más reticentes y hay que trabajar mucho el tema de la motivación y ver que puede ser útil para ellos y su entorno”.

Necesidad de círculos terapéuticos

Por contra, ha comentado, en prisión uno de los principales problemas es que “a veces no da tiempo a crear el círculo terapéutico, que es muy importante a la hora de poder trabajar después”.

En esa línea ha valorado positivamente que en Navarra el mismo equipo técnico trabaja tanto a nivel ambulatorio como en centro penitenciario, algo muy beneficioso en el sentido de que quienes entren o salgan de prisión durante el proceso pueden continuar con el mismo terapeuta.

Asimismo, ha destacado, dentro del equipo la mitad de los profesionales trabaja con el programa de víctimas y la otra mitad con el programa de agresores, con lo cual hay “mucho contacto y fluye la información de aspectos como si se respetan las ordenes de alejamiento o hay problemas con los hijos”.

Aunque existen protocolos de actuación comunes, ha explicado, realizan un trabajo individualizado para cada persona diseñando la intervención específica con terapia individual y grupal cuando se considere oportuno y con una duración que se sitúa en torno a los dos años de trabajo.

“Es un trabajo duro, profundo, en el que hay que revisar muchas cosas como la historia familiar, el historia personal, cómo se llega a tener este tipo de conductas, pensamientos distorsionados…”, ha ejemplificado.

Una vez terminada la intervención se realiza un seguimiento que se extiende a lo largo de varios meses para comprobar que no hay recaídas y revisar el caso si existiese algún problema.