La creatividad en Uruguay tiene nombre de mujer
Galardones en varias categorías en festivales internacionales de cine como Sundance (Estados Unidos) o Málaga (España) o el Premio Nacional de Literatura de Uruguay 2008 tienen en común la voz de sus artífices: todos ellos fueron logrados en los últimos tiempos por mujeres uruguayas.
El protagonismo de estos reconocimientos corresponde a las realizadoras Lucía Garibaldi y Ana Tipa, la guionista Inés Bortagaray, las documentalistas Claudia Abend y Adriana Loeff, y la escritora Mercedes Rosende, todas ellas nacidas en el país suramericano y coincidentes en dos ideas: hay desigualdad de género en su profesión y el papel de la mujer debería potenciarse.
Dos uruguayas triunfan en Sundance
La directora Lucía Garibaldi (Montevideo, 1986), que ganó el premio a mejor película internacional en el Festival de Sundance 2019 por “Los tiburones”, no cree que haga películas con un discurso feminista “consciente”.
“Simplemente acercar una historia de una mujer contada por una mujer, es valioso por eso, porque somos pocas las realizadoras“, matiza Garibaldi.
También manifiesta a Efe su deseo de que haya más directoras. “No sé por qué somos menos. Creo que es porque somos menos en todos los puestos de poder”, declara Garibaldi.
También triunfadora en Sundance fue su compatriota Inés Bortagaray (Salto, 1975), quien en 2016 fue premiada en la categoría de guion, junto a la argentina Ana Katz, por la película “Mi amiga del parque”.
La guionista y escritora confiesa que su condición de narradora vino dada por la lectura. Mientras que su formación cinematográfica se debió al cine que vio desde que se asoció a Cinemateca en Montevideo hace veinticinco años. “Para mí el oficio se ha ido construyendo en la práctica”, dice Bortagaray.
“La vida invisible de Eurídice Gusmao”, del brasileño Karim Ainouz, la última película que ha coguionizado, recibió recientemente el galardón en la sección “Una cierta mirada”, del Festival de Cannes.
“Tomé mucho cariño a esas dos hermanas que son las protagonistas de Río de Janeiro en los años 50 con conflictos que tienen que ver con los mandatos femeninos y con el sistema tan férreo de control de sus vidas por parte de un sistema rabiosamente patriarcal”, declara Bortagaray sobre la película.
La salteña ve desigualdad de género en la industria del cine, por ejemplo “en el número de directoras mujeres que hay en el cine nacional”.
“Siento que hay una realidad que estamos mirando con un sentido de justicia mucho más fuerte y tengo la ilusión de que mis hijos varones sean feministas y poder criarlos así”, afirma tajante.
“No es casual que el patriarcado se haya apoyado también en la literatura”, comenta Mercedes Rosende.
La autora uruguaya que conquistó Alemania
Mercedes Rosende, escritora de novela negra, también tuvo claro siempre su destino.
“Toda la vida supe que iba a escribir. Siempre supe que era como una especie de destino ineludible”, dice la autora (Montevideo, 1958), que obtuvo el Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay por su libro “La muerte tendrá tus ojos” en 2008.
Como en el caso del cine, en la novela negra hay gran cantidad de hombres. “No es casual que el patriarcado se haya apoyado también en la literatura”, comenta Rosende.
“Tardó mucho en llegar a las mujeres porque, en realidad, más allá de casos excepcionales como Agatha Christie, yo creo que las mujeres nos pusimos a escribir género negro recién en el siglo XXI”, aclara la escritora uruguaya.
Úrsula, personaje principal de su novela “Mujer equivocada” (2011), refleja las preocupaciones que tienen las mujeres.
“Ella es esa exigencia que tiene la sociedad por nosotras que no es igual a la de los hombres, ya que tenemos que ser perfectas y tenemos que ser una imagen de una revista satinada”, indica Rosende.
También en su última novela, “Miserere de los cocodrilos” (2016), que forma parte de la misma saga que “Mujer equivocada”, se refleja que hasta el mundo de la delincuencia, en palabras de Rosende, “es más difícil para una mujer que para un hombre”.
“Me parece que el hecho de que la mujer en la profesión tenga muchas más trabas para avanzar o para triunfar que el hombre es un tema nunca demasiado visitado”, declara.
La montevideana confiesa a Efe que, como mujer, no podía desperdiciar la ocasión de expresar al lector lo que piensa sobre el mundo femenino.
“Siempre la tenemos un poco más difícil y, además, nunca serán suficientes los mensajes porque hasta que la sociedad no cambie, vamos a tener que seguir martillando en el mismo clavo”, asegura.
Una mujer que no se doblega ante la adversidad
Precisamente “Mujer equivocada” es la novela que llevará a la gran pantalla la directora Ana Tipa, quien comenta a Efe que ha tenido “menos oportunidades” en el mundo de la realización por el “hecho de ser mujer”.
“Yo creo que hubiera podido producir mucho más si no hubiera sido una mujer como soy”. Y comentó que, a veces, ha tenido “malestares” por ser ella la mujer que dirige un equipo de hombres.
“Las mujeres van ganando un poco de terreno en este tipo de profesiones artísticas porque el problema de la mujer en el arte es que no es tomada en serio”, afirma Tipa, quien ganó el galardón de mejor película por su documental “Preso” en el festival uruguayo Detour, en 2017.
Tipa se interesó en la novela de “Mujer equivocada” por sus personajes que tenían dramas humanos importantes.
“Una mujer puede contar una historia de un hombre también. De esto todavía estamos lejos, de que haya algún tipo de igualdad, pero es algo que está, desde mi punto de vista, tan arraigado que ni siquiera hay una mala intención”, recalcó Tipa.
La realizadora siente que las mujeres están “presas” de la ideología. “Las mujeres seremos libres como artistas y como personas cuando podamos hacer obras también completamente independientes de su contenido ideológico“, finaliza Tipa.
“De ir a las reuniones he escuchado muchos casos personales de otras mujeres que cuentan que se han sentido discriminadas, que no han podido acceder a determinadas oportunidades y que han sentido que el hecho de ser mujer les pesó mucho”, recalcó Claudia Abend.
Dos compañeras interesadas en historias humanas
Las documentalistas Adriana Loeff (Montevideo, 1979) y Claudia Abend (Montevideo, 1979), por su parte, expresan su interés por las historias “pequeñas” y “privadas” de personas de carne y hueso.
Este fue el caso de su último documental, “La flor de la vida” (2017), con el que consiguieron diversos premios, entre ellos el del Público en el Festival de Málaga.
Sus protagonistas son Aldo y Gabriella, un matrimonio malavenido. “Aldo es un hombre muy seguro de sí mismo, muy fuerte, con una personalidad muy avasallante, que claramente tiene la voz cantante de ese matrimonio y que parece el protagonista único de la película”, declara Loeff a Efe.
En cambio, Gabriella parece el personaje secundario, ya que “es más callada, hasta se autodenomina más tímida y de perfil más bajo, que parece ser casi como ese personaje que está para apoyar al protagonista”, insiste Loeff.
El drama que vive la pareja en la película puede trasladarse a la vida real ya que tanto Adriana como Claudia están asociadas al colectivo de “Mujeres Audiovisuales Uruguay“, que lucha por los derechos de las mujeres que trabajan en el campo audiovisual.
“De ir a las reuniones he escuchado muchos casos personales de otras mujeres que cuentan que se han sentido discriminadas, que no han podido acceder a determinadas oportunidades y que han sentido que el hecho de ser mujer les pesó mucho“, recalcó Abend.
Las realizadoras se conocían anteriormente porque estudiaron la misma carrera y trabajaron juntas en otro documental llamado “Hit” en 2008.
“Nosotras nos dedicamos justo a un rubro que es documental donde sí estamos más representadas las mujeres, pero es cierto que si uno mira a la cantidad de obras exhibidas y estrenadas por directoras uruguayas seguimos siendo menos. Y me parece que ahí hay un trabajo para hacer”, según Loeff.
El camino de lo audiovisual es “difícil” pero puede ser “maravilloso”, concluyó Abend.
Las entrevistadas, además, animaron a futuras creadoras uruguayas a que dieran el “salto” a atreverse a presentar sus proyectos al mundo.