Anna-Eva Bergman, la pintora que supo defender su lugar
La pintora sueca Anna-Eva Bergman (Estocolmo, 1909-Grasse, Francia, 1987) es otro de los ejemplos de tantas mujeres artistas solapadas o a la sombra de sus maridos, también creadores. Pareja del célebre pintor Hans Hartung (Leipzig, 1904-Antibes, 1989), Bergman se divorció de Hartung y se volvió a casar con él otra vez cuando sintió que su obra había sido reconocida en el mundo del arte.
Anna-Eva Bergman defendió su lugar como pintora
Ahora se puede ver una gran exposición de su obra, “De norte a sur, ritmos”, organizada por el Museo Reina Sofía en el Palacio de Velázquez del Retiro. Una muestra con sus paisajes abstractos, los fondos y horizontes de la naturaleza, las montañas, los fiordos, en planchas de metal sobre lienzos. Imágenes de una época de viajes entre España (vivieron en Menorca) y Noruega.
“Las mujeres no se incorporan al arte para decir cosas dichas ni decirlas de la misma manera. Lo construido a lo largo de los siglos através de un lenguaje artístico que no contaba con ellas no les vale. Quieren decir otras cosas y las dicen de otro modo. Así, Anna-Eva Bergman defendió su lugar y desveló qué era lo que quería decir y cómo lo haría persiguiendo una manera de hacer, un procedimiento, unas técnicas y materiales no empleados por los artistas de su época; ni siquiera por aquellos que buscaban como ella una abstracción radical”, escribe la también artista Teresa Lanceta en el prólogo del catálogo de la exposición.
“Las mujeres quieren decir otras cosas porque han vivido otras cosas. Reciben y transmiten el saber de distinta forma, como, entre otras, Anni Albers, Bridget Riley, Eva Hesse, Ana Mendieta o Tacita Dean. En el caso de Bergman su trabajo no es un acto de rebeldía, sino de intercambio, una acción inclusiva que completa el lenguaje artístico existente y extiende sus límites. Estar, participar, ser”, subraya Lanceta.
Paisajes noruegos
“Para Anna-Eva Bergman el paisaje no es una ventana al exterior, sino una percepción del mundo interior”, explica el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, sobre la obra de la artista escandinava, en la que la dicotomía entre los paisajes noruegos y de las zonas áridas de Almería o Castilla, marcados por astros, acantilados e importantes juegos de luz se convierten en axioma central de la exposición.
Poesía y silencio
Cuadros vivos y grandes. Paisajes llenos de poesía, naturaleza y silencio construidos con pan de oro, papel, plata, cobre. La muestra recoge una selección de un periodo concreto, 1962-1971, coincidiendo con una serie de viajes de Anna-Eva Bergman a España y Noruega y que la artista traducirá como un diálogo permanente entre el norte y el sur en sus paisajes, “formalmente semejantes, -dice Nuria Enguita- pero con una representación del color y la luz muy distinta”.
Aire, agua y fuego
El recorrido no discurre de forma cronológica sino temática y comienza en la sala central del Palacio de Velázquez, bajo cuya bóveda se reúnen una serie de obras como Paisaje de Noche (1968) o Muro de hielo (1971), que avanzan, a modo de resumen, la mayoría de los motivos característicos de la iconografía de Bergman que podrán verse a lo largo del resto de la muestra: paisajes, líneas de horizontes, muros y montañas o elementos de la naturaleza como el aire, el agua o el fuego.
La exposición, que puede verse hasta el 4 de abril en el Palacio de Velázquez del parque del Retiro, está organizada en colaboración con la Fundación Hartung-Bergman, y Per Amor a l´Art / Bombas Gens Centre d’Art, y comisariada por Nuria Enguita y Christine Lamothe.