
Portada de la novela gráfica "Anarquía relacional", cedida por la editorial Continta me tienes
“Anarquía relacional” recupera la genealogía queer para reivindicar formas de relacionarse no convencionales
“Anarquía relacional” es una novela gráfica que aúna teoría y ficción para reflexionar sobre maneras no convencionales de construir la amistad, el amor, la intimidad o las familias, y que para alumbrar el camino vuelve la vista atrás y recuerda la genealogía feminista y queer.
La anarquía relacional “pone en cuestión que haya unas maneras más ‘naturales’ que otras de vincularse, convivir o formar familias, y abre el mapa de posibilidades: de las normas sociales (una forma para todo el mundo) a la autogestión (nosotras lo vivimos, nosotras decidimos). Aspira a que ganemos autonomía en la toma de decisiones sobre cómo nos vinculamos, y cómo navegamos las diferentes situaciones en nuestra vida cotidiana”, se puede leer en esta novela gráfica que ha publicado la editorial Continta me tienes.
Las aproximaciones teóricas a la anarquía relacional y los conflictos sobre los que se reflexionan en el libro aterrizan en los cuerpos de las seis protagonistas que recuerdan a los personajes de las míticas tiras cómicas semanales de la conocida historietista estadounidense Alison Bechdel en “Unas bollos de cuidado”, donde se narra la vida de un grupo de amigas lesbianas y queer, y Bechdel realiza una crítica mordaz de las relaciones sociales y personales, el poder, y la homofobia.
En “Anarquía relacional” la aportación teórica corre a cargo de la sexóloga feminista especializada en diversidad sexual y de género Roma de las Heras; el guion corresponde a Beatriz Herzog; la dirección de arte e ilustraciones son de la artista transdisciplinar Belo C. Atance; y la línea final es de Nazareth Dos Santos.
Genealogía feminista y queer
La historia parte de un análisis de la dictadura franquista, periodo durante el cual el lema “Una, grande y libre” se aplicó también a las relaciones sociales, sexuales e íntimas de la población.
“‘Una’, porque negaba toda diversidad fuera de su norma; ‘Grande’, porque era expansiva y buscaba imponerse sobre cualquier otro paradigma […]; y ‘Libre’ de las influencias de esas otras perspectivas y comprensiones de la sexualidad, las relaciones, el amor, la familia o el género, a las que consideraba una amenaza”.
La cultura franquista, recuerda esta novela gráfica, reforzó que el género era binario y que las mujeres se debían realizar a través del matrimonio, la crianza y las tareas del hogar.
Estas no debían transgredir la expresión de género. Tampoco explorar su cuerpo ni sus placeres fuera del matrimonio y, en todo caso, siempre dentro de relaciones cisheterosexuales y monógamas.
“En España hemos sufrido cárcel, campos de concentración y trabajos forzados, destierro y electroshocks por ser quienes somos y vivir como queríamos”, denuncian en el libro.
Esta novela gráfica pone en valor la genealogía de las luchas feministas y queer en la que, sostienen, se apoya el concepto de anarquía relacional que reivindican.