Ana Palacios: la lucha está en visibilizar el trabajo de la mujer
Bajo su idea de “fotografía para transformar el mundo”, lleva años situando frente a su objetivo a mujeres y niños de África subsahariana, por ser los más invisibles y vulnerables.
La periodista y fotógrafa documental Ana Palacios denuncia que no se apueste por las mujeres y confiesa que se ha encontrado con dificultades para mover su trabajo en entornos profesionales por el hecho de ser mujer.
La fotógrafa, positiva respecto al futuro de las mujeres y niñas, ha asegurado durante una entrevista con EFE, que es un momento de revolución para la mujer.
P: ¿Cómo se define profesionalmente Ana Palacios?
R: Soy periodista de formación y fotógrafa documental. Me interesan sobre todo los dramas olvidados, esos que nunca va a ser primera página de los periódicos y donde no se pone el foco mediático. Hay muchos temas importantes de los que no se habla.
P: Tu obra se centra en niños y mujeres y en África. ¿Por qué los niños? ¿Por qué África?
R: Fue un paso casual. Aterricé en Tanzania en 2012 y me pareció interesante acotar el territorio geográfico en el que desarrollar mi tarea profesional. El mundo es muy grande y está lleno de problemas y de dramas. Como es imposible abarcar todos lo temas y todos los territorios, me pareció interesante centrarme en África subsahariana. De este manera podría llegar a conocer un poco más en profundidad el contexto geopolítico y la historia. Creo en la especialización de alguna manera.
Que los niños y, quizá, la mujer, sean los temas más recurrentes en mi trabajo es porque me parece que son las más vulnerables y los más invisibles, los que menos voz tienen muchas veces. Quizá por eso fue también de manera natural que al querer poner el foco en los invisibles terminaran estando en él infancia y mujer.
P: ¿Se puede definir como fotografía humanitaria el trabajo de Ana Palacios?
R: Sí, es fotografía documental y centrada en lo humanitario en tanto documento no solo esas vulneraciones de los derechos humanos, sino que también me interesa poner en valor el trabajo de las ONG o de las instituciones, fundaciones que están detrás de esos proyectos ayudando. Me interesa encontrar problemas que sí tienen solución, que suelen ser casi todos en general, de una manera o de otra, con más tiempo o menos tiempo de entrega. También quién está detrás de esa posible cooperación, de ese posible parche, muchas veces para que ese problema sea, de alguna manera, menor.
Mi fotografía no la describo como denuncia, como actualidad. No me centro en una crisis de refugiados o en un terremoto, sino en eso que está oculto y que tiene una solución y personas entregadas a arreglar esa solución. Si me encontrase con temáticas que entendiera que no tienen solución, no sé si seria capaz emocionalmente de abordarlas.

Ana Palacios durante la entrevista con Efe. EFE/ Nico Rodríguez
P: ¿Cuánto duran tus viajes a África?
R: Pues siempre menos de lo que quisiera, pero por otra parte más de lo que mucha gente puede. Porque muchos compañeros se deben a periódicos, se deben a medios de comunicación y a lo mejor pueden estar menos tiempo. Para poder documentar a fondo los temas tienes que de verdad invisibilizarte entre la comunidad. Entonces, como mínimo intento ir un mes, y luego hay proyectos en los que, por supuesto, vuelvo al mismo sitio en distintos momentos y puedo llegar a estar en total seis meses. Depende de los proyectos.
P: ¿Bajo tu mirada privilegiada, a veces a través de la cámara, cómo ves a la mujer en África?
R: La mujer en África, como en prácticamente todos lo sitios, es muchas veces el motor de la familia, es la gran gestora de la economía familiar y de la economía de la comunidad. Pero existe esa estigmatización en la que ella no puede desarrollar trabajos cualificados o queda al margen de las decisiones importantes. Mucho patriarcado, como en muchos sitios del mundo.
La gran diferencia es que hay un nivel de educación y un índice de desarrollo humano más bajo, y eso hace que sean más flagrantes esas diferencias de la mujer frente al hombre en cuanto a la vida política y a la vida social. Está más sobre la mesa, es más obvia esa diferencia.
P: Y en las niñas y en las adolescentes, ¿ves algún rayo de esperanza de que esto esté evolucionando o crees que el proceso allí es lento?
R: Es lento pero creo que sí que hay solución o sí que hay foco en que las niñas, sobre todo, no abandonen la escuela. Muchas veces la abandonan porque la familia demanda que la niña trabaje en la casa, que es una tradición muy frecuente, milenaria y difícil de erradicar. La niña tiene que dejar el colegio para atender la casa o para ayudar a los familiares, o bien se queda embarazada pronto, con lo cual tiene que abandonar el colegio.
Hay mucha sensibilización, tanto desde los gobiernos, como desde las instituciones no gubernamentales, en poner ese foco en que no haya abandono escolar. De esa manera esas niñas tendrán una educación superior, podrán acceder a puestos de trabajo cualificados y a estar en el panel de decisiones del país.
P: Me gustaría que nos contaras alguna experiencia personal con mujeres o con niñas.
Muchas, pero la primera que me viene ahora a la cabeza es de cuando estaba con la Fundación Anesvad visitando centros de salud, hospitales, etc, dentro de un trabajo sobre enfermedades tropicales desatendidas. Estuve en muchas maternidades. Allí me encontraba a mujeres que directamente me entregaban a su hijo recién nacido diciendo: “llévatelo, llévatelo, no lo puedo alimentar, llévatelo”.
Tienen a veces más niños de los que pueden alimentar. Existe esta creencia de que cuantos más niños, más patrimonio tiene la familia, más riqueza. Pero luego se encuentran con que no los pueden alimentar y tienen familias numerosas y hay una mortalidad infantil tremenda. Cuando aquellas madres de bebés me entregaban a los niños, lo hacían porque (…) lo encontraban natural, para que tuvieran una vida mejor.
P: Hablábamos antes de que tú viajas sola, aunque luego, allí, tienes apoyo local. ¿Has tenido alguna dificultad añadida por ser mujer?
R: Pues la verdad es que no me he encontrado con grandes problemas por ser mujer. Por ser blanca, sí. Porque lógicamente el color de la piel te diferencia. Igual estás en tribus aisladas y quizá no hayan visto a un blanco en su vida. Entonces eso sí que puede marcar la diferencia, el color de la piel.
Como mujer en los temas que he documentado no he encontrado un problema mayor, que me dejen acceso a unos sitios por ser o no mujer. También es cierto que he trabajado poco en países musulmanes donde creo que eso es más habitual, que la mujer tenga dificultad para entrar en algunas zonas de la ciudad.
P: En general en tu trayectoria profesional, ¿te han tratado diferente por ser mujer?
R: Dificultad para ejercer mi trabajo, tanto en otros trabajos que he desarrollado como el actual, no he encontrado dificultad.
Lo que he encontrado dificultad es para luego ser visible. Me encuentro con que los editores de los periódicos suelen ser hombres. Prefieren confiar en hombres y contratar o comprar reportajes a hombres. En este caso de la fotografía documental y cuando te vas a países de otros continentes (…) piensan que eres más frágil y que no vas a poder aguantar la presión. Un poco sensación de paternalismo.
Por una parte está este paternalismo y por el otro lado la no confianza y la no apuesta por ser mujer. Eso sí me lo he encontrado, no para ejercer mi propio trabajo de hacer las fotos, sino para luego mover los trabajos. Luego te encuentras en los premios, el World Press Photo o premios de muchos tipos vinculados al periodismo, que hay muchísimo más porcentaje de hombres que han ganado, hombres que publican mucho más que mujeres. Por tanto, la lucha está en la visibilización del trabajo de la mujer, no tanto en el ejercicio del mismo.
P: ¿ Crees que hay una mirada fotográfica femenina?
R: No creo que haya una mirada fotográfica femenina. Creo que hay una mirada fotografía de cada persona. Cada persona tenemos una visión, sea mujer o sea hombre.
En muchos trabajos te sorprendería esto que encasillamos como mirada femenina, que quizá sea más suave, más dulce. Luego te sorprendes viendo trabajos de mujeres que abordan cosas como Paula Bronstein, una gran fotógrafa que se mete hasta la cocina del dolor, pero con mucha sensibilidad también. Y quizá sea lo que otros puedan interpretar como una mirada más violenta, más abrupta a la realidad, con lo cual no creo que exista esa mirada femenina.
P: ¿Utiliza la fotografía para romper estereotipos?
R: Yo creo que es una gran asignatura pendiente a día de hoy romper estereotipos. Yo misma partí con muchísimos prejuicios al abordar muchos temas. Tienes que deconstruir esa realidad que te ha marcado ver la televisión o ver los periódicos, que casi son mirada únicas; en mi caso hacia África, donde lo que ves es guerra, hambruna y safaris. Para mi ha sido una responsabilidad romper esos estereotipos desde el momento en que conozco que la realidad es muchísimo más rica, más versátil y más diversa. Siento como una responsabilidad periodística el mostrar esa cara mucho más compleja y completa de la realidad.
No se si es solo una labor la que estamos haciendo las mujeres de ruptura de estereotipos o también de hombres. Yo diría que sí, que es como algo que ahora mismo es una apuesta por los periodistas, fotógrafos o videógrafos, más de trabajos de fondo.
P: En 1975 Naciones Unidas celebraba por primera vez el día Internacional de la Mujer, el 8 de Marzo. Estamos a las puertas de un nuevo 8M. Cuarenta y cuatro años después ¿consideras que hay igualdad entre el hombre y la mujer?
R: No hay igualdad en tanto en cuanto no hay igualdad de oportunidades. Cuando de verdad exista un número paritario, y no porque tenga que ser paritario como obligación, sino porque se le dé esa oportunidad a las mujeres de acceder a los puestos de trabajos a lo mejor habituales o entendidos que son para hombre, cuando de verdad exista esa paridad por capacidad profesional y no porque la impongan, creeré que hay igualdad, pero a día de hoy no creo que la haya.
P: ¿Qué mensaje darías a una niña interesada en la fotografía?
R: Se lo daría igual a una niña y a un niño. Hay que creer en que se pueden conseguir las cosas, que los sueños se pueden cumplir, que hace falta mucho esfuerzo y mucha constancia. Son carreras de fondo en las que nada es inmediato, es un trabajo de años y creo que cualquier cosa es accesible para las niñas hoy en día, al menos en nuestro país. Y en estos países en los que sí que existe más brecha de género, queda un camino un poco más largo, pero también creo que llegará.
P: El World Economic Forum dice que tienen que pasar otros 100 años para que la brecha de género se cierre, que la desigualdad al final desaparezca. ¿Crees que el camino es tan largo? ¿Qué podemos hacer para que el proceso vaya más rápido?
R: Ahora estamos en un momento de verdadera revolución en cuanto al papel de la mujer. Estamos levantando el brazo, haciéndonos presentes y exigiendo esos derechos que se nos están otorgando. Yo no sé si 100 años (…), pero creo que las cosas se pueden acelerar o decelerar según lo que vaya sucediendo. No creo que nadie pueda anticipar lo que va a pasar de aquí a cinco años, pero sí creo que ahora está habiendo un momento de muchísima actividad y activismo en favor de esa igualdad, con lo cual, quisiera pensar que es mucho menos tiempo, espero.
P: El próximo proyecto lo tienes ya a las puertas, te vas la semana que viene. ¿Dónde y qué vas a hacer?
R: A Guinea Ecuatorial, voy a documentar proyectos de cooperación de los misioneros ‘escolapios’, las ‘vedrunas’ y las ‘anas’. Todos vinculados a la infancia y a la educación.