Las Comadres, acompañar un aborto en tiempos de penalización
Cuando en 2014, la Asamblea Nacional de Ecuador aprobó un nuevo Código Penal en el que excluyó de las causales permitidas el aborto por violación, un grupo de mujeres decidió poner en marcha una red de acompañamiento llamada Las Comadres.
“Nacemos como una respuesta a la criminalización, pero también como una iniciativa que desde el feminismo intenta replicar lo que ya estaban haciendo otras en la región”, cuenta a Efeminista Verónica Vera, portavoz de la iniciativa que ha tomado fuerza en los últimos años en Ecuador.
Y es que acceder a un aborto seguro ha sido un verdadero calvario para las mujeres no solo en ese país sino en toda América Latina, la región con las leyes más restrictivas para interrumpir de forma voluntaria un embarazo, según datos de Guttmacher Institute.
Los ejemplos más preocupantes se registran en El Salvador, donde doce mujeres permanecen encarceladas tras haber sufrido emergencias obstétricas, o en Honduras, donde hace pocas semanas se restringió completamente el acceso al aborto. Sin embargo, en el resto de Estados, salvo Uruguay, Cuba y ahora Argentina, persiste la penalización.
Este panorama ha llevado a que, como en Ecuador, en otros once países se hayan creado grupos de acompañamiento para ser el soporte de miles de mujeres que se sienten desamparadas por un Estado y una sociedad que las juzga y criminaliza.
Acompañar un aborto donde hay penalización
“Nosotras ya sabíamos que en el país había mujeres que necesitaban abortar y se confirmó cuando después de lanzar Las Comadres empezamos a recibir mucha más acogida de la que imaginamos”, recuerda Vera.
Otra sorpresa fue que las mujeres que las contactaban por la línea pública estaban dispuestas a encontrarse físicamente con ellas y con otras que habían tomado la decisión de abortar. “Nos dimos cuenta de que eso les generaba seguridad y despenalización social. Porque ver a otras mujeres que están pasando por la misma situación que tú, darte cuenta que no eres la única que busca un aborto también es otra forma de vivir la experiencia”, relata.
No obstante, sí hubo voces que les advirtieron del “peligro” que significaba acompañar a mujeres en un país en el que solo está permitido abortar si peligra la vida de la mujer o si, producto de una violación, queda embarazada una mujer con discapacidad mental. “Había un poco de temor en algunas compañeras, incluso del movimiento de mujeres. Pero nosotras estábamos muy seguras, veníamos haciendo estudios legales, teníamos abogada y una red de profesionales de salud que nos acompañaba”.
Y es que las cifras de criminalización por aborto daban cuenta de una preocupante realidad, solo entre 2013 y 2014, cuando se creó Las Comadres, al menos 51 mujeres habían sido denunciadas por interrumpir su embarazo en Ecuador. La mayoría de las denuncias (84 %) salieron de los mismos hospitales a donde acudieron las mujeres tras complicaciones obstétricas, según estadísticas de la Fiscalía recogidas por la organización feminista Surkuna.
“Ninguna mujer que es acompañada por nosotras ha sido criminalizada por aborto. Eso es importante decirlo. En 2020 nosotras acompañamos a 2.111 mujeres y ninguna de ellas tuvo un proceso jurídico en su contra“, precisa la portavoz.
“El aborto es un derecho de las mujeres”
Cuatro años después y guiadas por la experiencia de Las Comadres, se creó en Colombia Las Parceras, otra de las redes de acompañamiento de aborto que funcionan en la región.
“Nace justamente de la falta de presencia de Estado. Nosotras contamos con una sentencia de la Corte Constitucional que despenaliza parcialmente el aborto en algunas causales, entre esas la de la salud de la mujer, pero en las instituciones hay una interpretación bastante superficial de lo que implica esto“, explica a Efeminista Eliana Riaño, representante de Las Parceras.
“Queremos hacer entender que cualquier embarazo no deseado constituye un riesgo para la salud de las mujeres. En este sentido, cualquier mujer que está pasando por un embarazo no deseado tiene el derecho a acceder a un aborto aquí en Colombia, pero eso no sucede”, agrega.
Riaño explica que aunque el aborto legal por la causal de salud es más accesible que en Ecuador, las mujeres sufren “constantes violencias a la hora de solicitar uno dentro de la institucionalidad”, lo que dilata los procesos y afecta “de manera directa la vida y el proyecto de vida de las mujeres”.
El acompañamiento se hace independientemente de si las mujeres quieren hacerlo por la vía legal o fuera de ella. “No queremos seguir criminalizando más la clandestinidad, porque la clandestinidad es la solución para las mujeres. En Colombia se practican 400.000 abortos al año y solo el 0,08 % de las mujeres acceden a la institucionalidad. Lo que queremos son abortos seguros”.
Si la mujer decide hacerlo por la vía clandestina, intentan proveer el misoprostol en 24 horas, pero puede extenderse hasta cinco días si la mujer debe realizarse antes un chequeo médico o si vive en una ciudad lejana. Por la vía institucional, en cambio, puede demorarse hasta tres semanas.
El peligro de las prácticas inseguras
“Les damos información y contactos para que ellas compren el misoprostol de una manera segura, pues lo que sucede con la ilegalidad es que hay gente que se está enriqueciendo y lucrando con la desesperación de las mujeres“, cuenta Vera. Ella se ha encontrado con mujeres a las que les han vendido cada pastilla a 20 dólares, cuando cuesta 50 centavos.
Pero no solo eso. “Hay muchas mujeres que han pagado 200 dólares por un tratamiento que viene sin sobre y sin registro. No podemos tener certeza de qué es lo que les están vendiendo. Hay mujeres que llegan con procesos incompletos, que han hecho mal el proceso por la mala información que les dieron. Y no solo pasa en Ecuador, sino en casi todos los países donde es ilegal”.
En Colombia, Las Parceras también han detectado estos casos. “Hay gente sin escrúpulos que habita en la clandestinidad que vende dosis incorrectas, o medicamentos que son ilegales. Les suelen dar aspirina en lugar de misoprostol, que es lo que realmente necesitan”, relata Riaño.
Es por eso que, además de darles información sobre el proceso y el medicamento, las redes de acompañamiento les ofrecen ayuda psicológica, médica y legal. “Resolvemos todas sus dudas y les hacemos un seguimiento. Muchas abortan en absoluta soledad por miedo o vergüenza y les hace bien hablar de ello”, asegura Vera.
El acompañamiento no solo ha sido para mujeres sino también para niñas que han quedado embarazadas tras una violación. “La más chiquita que yo he acompañado tenía 10 años. Estas niñas están en completa vulnerabilidad y que el Estado no les garantice su salud y su vida es una tortura”, dice la portavoz de Las Comadres. En estos casos los violadores suelen ser los hermanos, padres, abuelos o vecinos.
Aborto seguro durante una pandemia
La llegada de la COVID-19 a la región, no solo impidió que Las Comadres y Las Parceras se encontraran físicamente con las mujeres que las contactaban, sino que provocó que muchas de ellas no pudieran realizarse ecografías o comprar pruebas de embarazo para confirmar su estado.
“Ese fue un grave problema que visibilizó los contextos adversos en los que se encontraban las mujeres, pero aún así logramos acompañar a esas mujeres”, sostiene Vera. Todo el proceso se realiza ahora de forma virtual.
Durante la pandemia y debido a que los servicios de salud sexual y reproductiva no fueron priorizados en la mayoría de países de América Latina, Las Comadres y Las Parceras fueron contactadas por muchas más mujeres .
“Entre enero de 2018 y mayo de 2019 acompañamos a 654 mujeres, pero en los meses de la pandemia esa cifra se triplicó“, calcula Riaño. Mientras que Las Comadres empezaron a recibir un 25 % de llamadas más desde marzo de 2020. “Hasta febrero atendimos a 150 mujeres, a partir de allí subió a 200”, precisa Vera.
Ambas dirigentes coinciden en que las redes de acompañamiento de aborto se visibilizaron durante estos meses. “Fue una posibilidad de sacar el aborto en casa del clóset y hacer entender que el aborto puede hacerse en casa, que más del 80 % de los abortos en el mundo se hacen en casa y de manera segura”, subraya la vocera de Las Parceras.