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La iniciativa "A las olvidadas" ayuda a las mujeres presas a combatir la soledad con libros donados. EFE/https://www.tuchi.es/Foto cedida

"A las olvidadas": libros para visibilizar a las presas

Laura de Grado Alonso | Madrid - 27 enero, 2021

Del mismo modo que Federico García Lorca acercó el teatro a los pueblos a través de la compañía teatral La Barraca entre 1932 y 1936, el proyecto "A las olvidadas" lleva libros dedicados a las reclusas del sistema penitenciario español con el objetivo de generar reflexión y debate en torno a un colectivo invisible para la sociedad, pero también para que la literatura sirva a las mujeres presas como ventana a la libertad.

Así, al menos, les gusta imaginarse a las creadoras del proyecto, que describen como feminista, cultural, solidario, poético y transformador, dentro y fuera de prisión.

6.000 libros a mujeres encarceladas

"A las olvidadas" comenzó su andadura en julio de 2018 llevando 680 libros a la cárcel de Soto del Real. Más de dos años después, el proyecto "no ha hecho más que crecer", ha visitado siete cárceles - Soto del Real, León, Córdoba, Alcalá Meco, Aranjuez, Estremera y Granada - y ha llevado cerca de 6.000 libros dedicados.

Su próxima parada es la prisión de Alicante, para la que se pueden enviar libros dedicados a la calle Hortaleza, 20. 2º izquierda 28004 (Madrid) hasta el 15 de febrero.

Curiosamente, la iniciativa se fraguó en una librería cuando la creadora, María Rufilanchas, se quejó en alto porque no sabía qué hacer con la gran cantidad de libros que tenía en casa. La voz de Mercedes, una mujer que estaba en el local, irrumpió con la respuesta a su queja y con el inicio de esta andadura: "dónalos a una biblioteca o a una cárcel".

Hasta ese momento, Rufilanchas "no tenía ni idea de la situación de las mujeres privadas de libertad", confiesa, y por eso no dudó en acercar la realidad de las presas al resto de la sociedad.

Mezcladas y lejos de sus familias

Según las cifras de Instituciones Penitenciarias de enero de 2020, en España las mujeres son el 7,4 % de la población presidiaria, un porcentaje superior al 5 % de los países europeos para los que hay estadísticas, según el último informe de Estadísticas Penales Anuales del Consejo de Europa (SPACE), elaborado con datos de 2018.

En España solo hay cuatro cárceles de mujeres: Brieva (Ávila), Alcalá Meco (Madrid), Alcalá de Guadaira (Sevilla) y Wad-Ras (Barcelona), el resto son módulos de mujeres en prisiones de hombres.

"Ser minoría trae aparejadas muchas carencias", explica Mercedes Martín, voluntaria y responsable de comunicación de la Asociación de Colaboradores con las mujeres Presas (Acope), que proporciona apoyo a las mujeres privadas de libertad, atendiendo a sus necesidades específicas dentro de prisión.

Entre ellas, que la mayoría de mujeres están en módulos de mujeres dentro de las cárceles pensadas para hombres, explica Martín.

Y añade que "al estar encerradas en un módulo no existe la opción de división como en los módulos de hombres y están mezcladas las mujeres penadas y las preventivas, las reincidentes y las novatas, de distintas edades, consumidoras de drogas y no".

"Hay once provincias que no tienen opción para ellas, así que las mujeres, en general, están más lejos de sus núcleos familiares y, por tanto, menos visitadas", asevera la portavoz de Acope, que critica que "no se tiene una perspectiva de género en los programas que se les aplica".

Mayor condena social

Una situación que se suma a la condena social hacia las internas y a las consecuencias que puede acarrear la privación de su libertad.

"Existe una mayor condena social por el delito a las mujeres porque han actuado contra lo que se espera de una mujer, han fallado a los roles de mujer y de madre que la sociedad espera de ella", continúa la voluntaria de Acope.

"Cumplen cuatro condenas: la judicial, la de ser mujer dentro de una cárcel, la social y la personal", añade María Lorenzo, coordinadora de proyectos de la Fundación Gabeiras, que colabora con "A las olvidadas" en esta convocatoria.

Victimización previa

Además desde Acope señalan que existe una victimización previa que lleva a muchas mujeres a delinquir, como son "agresiones y abusos que dan lugar a adicciones", que ellas "son el sustento de las familias “monomarentales”, se hacen cargo de los hijos y el sostenimiento de la casa" o, incluso, "a veces cargan con el delito de un familiar".

Según el estudio "Violencia contra las Mujeres: Análisis en la población penitenciaria femenina", realizado por la Fundación SURT en 2005, el último que hay en España de estas características, el 80,4 % de las mujeres reclusas ha sufrido en algún momento de su vida malos tratos. 

El perfil de mujeres en prisión responde a delitos "poco violentos", añade la voluntaria. Del total de 4.322 reclusas, un 35 % (1.516) está encarcelada por delitos contra el Patrimonio y el orden socioeconómico y un 24 % por delitos contra la Salud Pública (1.036), según los datos de la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias.

"Las cárceles no reeducan"

Por este motivo, tras la pregunta "¿Qué libro le regalarías a una mujer que está en la cárcel?" la iniciativa "A las olvidadas", de la comunidad Teta&teta, también pretende hacer reflexionar a la sociedad sobre la situación de las cárceles y su capacidad de reinserción una vez cumplida la condena.

"Las cárceles no reeducan, simplemente castigan", afirma la impulsora de la iniciativa. Para Rufilanchas, las prisiones "deshumanizan muchísimo y por lo tanto no ayudan a que una persona pueda corregir su error".

Tras más de dos años acercando libros a las cárceles, la Asociación Cultural Teta&Teta ahora quiere ir un paso más allá y por eso, junto a la Fundación Gaberias e Instituciones Penitenciarias, han creado un proyecto de mediación cultural para garantizar el derecho de acceso y participación en la vida cultural.

"La voz que nadie escucha", que recibe el nombre de un verso de Concepción Arenal, pretende introducir modificaciones en la política penitenciaria, haciendo visible y tangible los beneficios que este tipo de programas culturales pueden tener en la población reclusa.



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