
Fotografía de archivo de mujeres y hombres universitarios. EFE/José Manuel Vidal
Violencia contra mujeres y personas LGBTI+ universitarias, una realidad invisible en Ecuador
El 31,2% de las estudiantes y el 43,4% del alumnado LGBTIQ+ en Ecuador ha sufrido algún tipo de violencia por parte de algún integrante de la comunidad universitaria desde que empezó a estudiar, una realidad normalizada e invisibilizada por las instituciones educativas.
Así lo ha detectado el estudio “De la evidencia a la prevención: cómo prevenir la violencia contra las mujeres en las universidades ecuatorianas”, realizado por el Programa PreViMujer, de la Cooperación alemana, y la Universidad San Martín de Porres, de Perú, y en el que han participado 23.261 estudiantes de 16 universidades de Ecuador.
En el informe se detalla que en las estudiantes agredidas, el acoso fue la modalidad más habitual (20%), seguido del acecho (19,7%), el ataque psicológico (13,9%), el abuso sexual (9,1%), la violencia física (5,9%), y la violencia económica (4,8%). Un panorama similar al que han vivido las estudiantes LGBTIQ+, hacia las que el acoso fue la modalidad más habitual de ataque (31%), seguido del acecho (27,5%), el ataque psicológico (22,1%), el abuso sexual (16,8%), la violencia física (10,7%) y la violencia económica (6,5%). Los agresores son estudiantes, profesores, personal administrativo, o asociado a la universidad.
“Aquí el problema es de omisión, las universidades no han visto esto como un problema que tengan que discutir, así que lo han omitido, no lo discuten, no generan espacios para reflexionar y asumir una postura correcta y mientras tanto va ocurriendo esto: porcentajes de violencia que son muy altos”, explica a Efeminista el doctor Alfredo Vara, investigador del informe.
“Este estudio lo hemos hecho para demostrar que lamentablemente los espacios universitarios no son seguros, son muy inseguros para las mujeres y muy inseguros para las mujeres y hombres LGBTIQ+ y eso trae enormes consecuencias para su productividad académica y también para su salud física y mental”, agrega.
Violencia hacia las universitarias
Nicole Abad es una de las universitarias que ha sido víctima de acoso por ser lesbiana. Ella cuenta a Efeminista que un profesor la hostigó hasta el punto de modificar sus notas, reprobarla en la materia y obligarla a repetir el examen final.
“En el supletorio él me dijo: ‘Bueno, yo sé que usted igual iba a pasar, no se preocupe’ y yo: ‘entonces, ¿para qué me dejó a supletorio?’ Me dejó por casi 40 décimas y al final de toda esta discusión que él tenía con la cuestión de los supletorios me dijo: ‘Bueno mi hijita, salúdenme a su novia’. Fue rarísimo porque con él nunca habíamos hablado ni de mi novia ni de nada. Lo hizo para hacerme saber que tenía control tanto como para borrarme las notas, hacerme preocupar y dejarme supletorio”, recuerda.
En otra ocasión, durante una clase virtual, le preguntó si tenía novio a lo que ella tuvo que contestar que no, que tenía novia. “Fue incómodo para todos, algunos compañeros se quedaron en shock, otros me escribieron y otros se estaban riendo. Yo estuve incómoda todo el día, no sabía si mi familia lo había escuchado, qué iba a generar”, menciona.
Abad decidió no contar esto ante las autoridades y seguir con su vida. “No quería volver a verlo”, dice.
Ella asegura que estos problemas suceden porque la comunidad universitaria “no está capacitada para tratar con las diversidades sexuales”.
“Hay muchos casos sueltos incluso, eso es preocupante porque eso evidencia lo invisibilizados que están estos casos. Yo que trabajo en el medio y hago activismo no conozco muchos de los casos. Tengo que rebuscar en el amigo del amigo del amigo del amigo del amigo para que me cuente y no hay canales de denuncia tampoco. En las universidades le han puesto mucho refuerzo a entender la violencia solamente contra la mujer y nos falta activar muchos protocolos para las diversidades, incluso para las mujeres a las que se nos puede violentar en el entorno de mujeres”, menciona.
La universidad no es un espacio de apoyo para ellas
Además de la violencia que las mujeres y personas LGBTIQ+ reciben por parte de integrantes de la universidad, este estudio también revela que aunque sufrieron violencia por parte de parejas, exparejas o familiares ajenos a la universidad, las encuestadas no identificaron al centro de estudios como un lugar seguro para denunciar esas agresiones o pedir ayuda.
Las cifras señalan que el 33,7% de las estudiantes ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja o expareja, en algún momento de su relación, desde que estuvo estudiando en la universidad. Mientras que en el caso de las personas LGBTIQ+ esa cifra sube a 44,8%.
“Hay demasiada tolerancia social hacia la violencia contra las mujeres, se la ve como normal, se la ve como algo esperable o que no es importante ni grave y cuando ocurre se la justifica, se le echa la culpa a la mujer o se le echa la culpa al contexto, pero no se hace cambios importantes y esto es terrible”, dice el doctor Vara.
“Más del 80% de estudiantes dijo que no sabría a dónde ir si tuviera que denunciar o buscar ayuda en la universidad por casos de violencia y eso es terrible porque la mayoría de universidades están haciendo cosas, o sea la ley les exige tener ciertos mecanismos de prevención, pero parece que no funcionan o no llegan a los estudiantes”, agrega.
El investigador señala que estas cifras “son un llamado de atención para que la universidad asuma su responsabilidad en la formación de profesionales con sólidos valores éticos y morales y eso no puede existir habiendo tanta violencia dentro”.
Nicole Abad afirma que son los mismos alumnos los que han tenido que organizarse para guiar a sus compañeras y compañeros ante situaciones de violencia.
Impacto de la violencia en Ecuador
El doctor Vara señala que aunque ha habido avances legislativos para prevenir la violencia contra las mujeres y las personas diversas eso no se refleja en la realidad.
“Hay impacto en la salud mental, la salud física, tienen peores notas y rendimiento, hay más tasas de deserción, en el caso de las personas LGBTIQ+ tienen más dificultades para acceder atención sanitaria adecuada, más discriminación en el empleo, incluso en la vivienda para alquilar casas. Es decir, socialmente el cambio es mucho más lento y las universidades tienen un rol fundamental para asegurar ese cambio y si la universidad logra cambiar la mente de sus estudiantes va a cambiar la mente de muchísimas personas más en cuanto egresen”, precisa.
Según datos del estudio, las estudiantes que están viviendo situaciones de violencia pierden 28,8 días al año. Las docentes y el personal administrativo femenino que sufren violencia dentro y fuera de las universidades también pierden 28 días al año.
“Justamente estas estadísticas lo que tratan de demostrar es que no es un problema aislado, no es un problema de dos o tres personas, es una gran cantidad de la población que está siendo sistemáticamente agredida por razones de género”, zanja el experto.