Silvia Gil: “A las mujeres no se nos da la autoridad, tenemos que pelearla”
Conocimos a Silvia Gil el pasado mes de septiembre, cuando le entregaron un premio. Enfundada en su impecable uniforme, con el tricornio bajo el brazo, cruzó el patio que conduce al salón de actos del CSIC con determinación y paso firme. Se emocionó cuando subió a recoger el galardón de FEDEPE, ante el intenso y cálido aplauso de todo el auditorio. Y defendió, convencida, la presencia de mujeres en un cuerpo en el que apenas hay un 7% de representación femenina.
Nos contó su historia, una parte de ella, unos días después, sentada bajo las luces del plató de Efeminista.
Una historia que comienza a los ocho años, cuando decidió que quería ser Guardia Civil “para ayudar a las personas”. Su madre pensó que se le pasaría. Pero no fue así. Hermana de guardias civiles, en el tiempo en que el terrorismo asolaba España, en casa no gustó la decisión.

La comandante de la Guardia Civil, Silvia Gil Cerdá, durante una entrevista concedida a Efeminista, en la sede de la Agencia EFE. EFE/ Ángel Díaz
Sólo habían pasado otras seis mujeres por la Academia de Oficiales de Zaragoza cuando ella entró, en el año 1996.
Sobre cómo fue la experiencia de aquella etapa, Gil la despacha con un “más o menos”, sin querer entrar a si hubo más malos o buenos momentos. “Al final -añade con voz pausada- me quedo con las cosas buenas, con grandes compañeros que tuve”.
Un viaje de primeras veces
En aquel momento, para entrar en la Academia de Oficiales hombres y mujeres tenían que pasar las mismas pruebas físicas, “durísimas”. En el año 2007 esto se cambió.
De Zaragoza, ya como oficial, puso rumbo a su primer destino: el puesto principal de Vecindario en Las Palmas. Una jovencísima Silvia Gil se presentó nada más llegar al jefe de la Comandancia, como era costumbre, pero al primero que encontró fue al guardia de puertas. “Se sorprendió muchísimo, decía que pensaba que nunca llegaría a ver a una mujer oficial”. Aquello acabó en unas risas…
Esa primera vez se repitió allí donde iba recalando.
En Las Palmas, encargada de la seguridad ciudadana del municipio, tuvo bajo sus órdenes a medio centenar de personas, lo que le sirvió para descubrir cómo se iba a manejar “en estas lides de mandar”.
De allí pasó por la Academia de Guardias, como profesora, hasta hacer realidad su sueño. Acostumbrada a traspasar fronteras Silvia Gil optó por el destino más difícil, el área de montaña de Cangas de Onís (responsable de Asturias, León, Cantabria y Galicia).
Rescates en montaña
Cuentan los que lo conocen que el curso de montaña es de lo más duro que hay. Pensó que no pasaría las pruebas, pero lo hizo, incluso desbancando a algún compañero. Y así se convirtió en la primera mujer en estar al mando de un área de socorro de montaña.
“Siempre íbamos con mucha prisa, muy rápido por esas carreteras de montaña para tratar de salvar vidas o para rescatar a la persona que estuviera perdida”, recuerda. El helicóptero no siempre se puede usar si es de noche, si la meteorología es mala o si la orografía no lo permite. “Muchas veces nos tocaba ir en coche hasta el punto en el que pudiéramos empezar a caminar por la montaña”…nevando, con ventisca, bajo cero, como había vivido ya durante los extremos entrenamientos a los que se sometían.

La comandante de la Guardia Civil, Silvia Gil Cerdá, durante una entrevista concedida a Efeminista, en la sede de la Agencia EFE. EFE/ Ángel Díaz
El sueño entre las montañas del norte duró un año, marcado por la palabra “responsabilidad”. Después llegó Palestina, en una misión de la Unión Europea; Francia o el subsector de Tráfico de Las Palmas, donde vivió quizá los momentos más dolorosos, vinculados siempre a los accidentes de tráfico. “Cuando llegas a una casa, llamas, abren la puerta y te ven, ya saben a lo que vas”, recuerda.
“¿Encontrarme situaciones en las que yo haya pensado: si hubiera sido un hombre esto no me pasa? si, lo he pensado”
“La verdad es que me he sentido una privilegiada por todo lo que he hecho y he aprendido, por lo afortunados que somos muchas veces y no nos damos cuenta. Ha sido darme un baño de realidad muchas veces con unas circunstancias que no eran la mía y en las que tenía que intervenir para ayudar”, cuenta Gil, con los recuerdos asomándose desde sus azulísimos ojos.
Autoexigencia y responsabilidad
¿Discriminación por ser mujer? La comandante se sincera: “¿Encontrarme situaciones en las que yo haya pensado: si hubiera sido un hombre esto no me pasa? si, lo he pensado, pero bueno, también creo que pasa en todas las profesiones”.
La vacuna que la comandante Gil se ha administrado en su ascenso se resume en dosis de humor, pataletas en la intimidad y un elevadísimo nivel de autoexigencia y responsabilidad.
“No quieres que nadie piense ‘es que las mujeres no sirven para esto’, porque yo sí creo que las mujeres servimos mucho para la Guardia Civil y que hacemos un gran papel aquí dentro”.
Una vida entregada al trabajo
Convencida de que la diferencia hace crecer, recuenta el saldo de renuncias para llegar donde está, pero añade que ahora las cosas han cambiado mucho dentro de la Guardia Civil. Sin reproches, enamorada como se confiesa de su trabajo, reconoce que en su caso ha sido “todo vida profesional”.
La comandante ha sido una de las artífices del Plan de Igualdad de la Guardia Civil, aprobado en julio. Cuando hicieron el diagnóstico previo “fue una sorpresa grande”. Era poner negro sobre blanco las cifras, los números. “Te das cuenta de que hay cosas que a lo mejor tú has vivido y te han pasado porque eres mujer y resulta que las cifras lo refrendan”.
Un ejemplo, los destinos de libre designación, los que se dan por confianza, se conceden menos a mujeres que a hombres.
“La sociedad está llena de estereotipos”
“Es verdad que a las mujeres no se nos ha dado la autoridad y parece que tenemos que pelearla y tenemos que demostrar que la tenemos. Parece que la autoridad se ha dado siempre a los hombres por el hecho de serlo y no todos los hombres sirven para mandar, tampoco todas las mujeres”.
“Nosotras seguimos resultando extrañas en determinados niveles”
El camino a superar ahora no está entre las montañas, sino contra la desigualdad y las disfuncionalidades. Un camino que Gil cree que pasa por desmontar los estereotipos de los que está “llena” la sociedad, por establecer mecanismos que reviertan la situación, con una cierta discriminación positiva en algunos casos.
“En psicología se habla de una figura que se llama reproducción homosocial, que dice que las personas tienden a elegir a las que se parecen más a ellas. ¿Qué pasa cuando en una cúpula como es la de Guardia Civil son todo hombres? que de quiénes se van a fiar es de quienes se parecen a ellos y nosotras seguimos resultando extrañas en determinados niveles”, argumenta para reclamar más mujeres en los puestos directivos de todas las profesiones.
Es posible
Revela, al final, cómo pudo superar algunas de las pruebas más duras durante aquel curso de montaña: “Es todo cuestión de voluntad”. Dijeron que ella iba a ser un obstáculo en los rescates, algo que nunca pasó.
Su mensaje a las niñas: “Que sueñen en grande. Que no escuchen las voces que dicen no, porque la única persona que tiene que decirles que sí son ellas mismas. El momento en que piensas que es posible, es posible”.
¿Cómo habrá llegado hasta aquí, tan alto, Silvia Gil? nos preguntamos cuando la vimos recoger aquel premio: porque ella sabía que era posible.