Igualdad, grito unánime
#Rostros8M
Da igual el rincón del mundo, la edad, la etnia o la profesión. A la pregunta de ¿cuál es tu principal reivindicación para este 8M? hay una respuesta unánime: igualdad y el fin del máximo exponente de la desigualdad, la violencia machista.
Las mujeres que en las semanas previas a este 8M se han asomado a la ventana de Efeminista, desde donde hemos querido dar voz, tanto a rostros conocidos y referentes del movimiento feminista y de la sociedad, como a aquellos que desde los lugares más recónditos nunca habían sido escuchados, han sido contundentes en sus repuestas. Todas piden igualdad real y el fin de la violencia sobre las mujeres.
Y es que “cada historia de una mujer tiene un pedazo de la historia de otra” como dice la fotoperiodista venezolana Fabiola Ferrero que destaca la importancia de que las mujeres sean más fuertes que nunca “en nuestra sororidad”.
“Este proceso es largo”, advierte la artista española Lita Cabellut, con quien coincide la también española Maruja Torres, periodista y escritora, que lleva peleando por la causa feminista desde los años 70 y anima a “no dar ni un paso atrás” porque a pesar del largo camino recorrido la realidad demuestra que todavía queda mucho por hacer para que la mitad de la población mundial tenga los mismos derechos que la otra mitad.
Los datos de la desigualdad
Los datos sobre feminicidios, la menor presencia de mujeres en espacios de decisión, la brecha salarial, los estereotipos o las corrientes negacionistas son señal inequívoca de que queda mucho camino por recorrer y de que “la vida nos hará más daño si nos estamos quietas” como ha resumido la redera Catalina González o han subrayado con una llamada a “seguir adelante” la actriz Maribel Verdú o la cholita escaladora Lidia Huayllas.
La escritora brasileña Nélida Piñón tiene una respuesta para todos aquellos que niegan esa flagrante desigualdad: “Las reivindicaciones de las mujeres no son atrevidas, son necesarias” precisa la premio Príncipe de Asturias de las letras y atestiguan las mujeres de México, Argentina, Colombia o Venezuela.
Techos de cristal y derechos
Algunas de las mujeres que forman parte de nuestros #Rostros8M son de las pocas que han logrado romper los techos de cristal de los sectores en los que trabajan, otras desempeñan tareas sobre las que pesa el estereotipo de ‘femeninas’ y no son valoradas. Otras viven en países en los que se ha avanzado en la conquista de sus derechos, todavía insuficientes, y otras están a punto de conseguir, tras años de lucha, que el aborto #SeráLey.
Cada mujer parte de un lugar diferente, pero todas anhelan llegar a la misma meta: la igualdad de derechos. Muchas de ellas no la alcanzarán porque un asesino machista se creyó con el derecho de acabar con su vida en mitad del camino, a todos los agresores machistas Benedicta Sánchez, de 84 años y galardonada este año con el Goya a la Mejor Actriz Revelación les recuerda que “no es no”.
Ni una menos
“Stop feminicidios y #NiUnaMenos”, exige Kenti Robles, futbolista del Atlético de Madrid, que ve cómo en su país, México, lejos de disminuir los casos de mujeres asesinadas, se siguen normalizando y aumentan los feminicidios en este inicio de 2020. No pueden truncarse más vidas como las de Ingrid Escamilla o la niña Fátima: el fin inmediato de la violencia machista es una de las proclamas más sólidas que han transmitido todas las mujeres de #Rostros8M.
“Una lucha más decidida contra la violencia de género”, pide la escritora marroquí Najat el Hachmi; la surfista española Leticia Canales recuerda a “las mujeres que ya no están con nosotras o sufren acoso simplemente por el hecho de ser mujer”; “ni una menos, que no haya más violencia contra las mujeres”, exige la escritora argentina Claudia Piñeiro.
En contra de cualquier violencia
“Vivimos en inmersión machista y patriarcal”, asevera la política española Mónica Oltra. Lejos de que suene a excusa, ser conscientes de que la desigualdad es un mal endémico de nuestras sociedades es una llamada de atención, a todos los niveles, para erradicarla.
La desigualdad se percibe en forma de múltiples violencias; las más evidentes, físicas; otras, silenciadas hasta ahora, pero que se empiezan a denunciar como tal, pesan en lo psicológico y emocional y van desde la negación de oportunidades en el ámbito laboral hasta las relaciones tóxicas de pareja.
La cosificación de las mujeres es una de esas violencias que empieza por ser verbal y acaba, por ejemplo, en el “acoso” que sufren las empleadas de hogar “por parte de los hombres de la casa”. Es el testimonio de Sandra Elizabeth Bastidas, ecuatoriana licenciada en Derecho que lleva diez años trabajando en España como empleada de hogar. “Frenar, denunciar y castigar la violencia sexual” es la principal reivindicación de la política española Beatriz Gimeno, al frente del Instituto de la Mujer, que no olvida la importancia de dar “cobertura a las víctimas” y, por otro lado, resalta que la política sigue siendo un lugar de poder: “Donde hay poder, las relaciones de desigualdad son más grandes”.
En el mundo cultural, como corrobora la experiencia de la escritora española y activista trans, afincada en París, Elizabeth Duval, también se percibe ese machismo endémico, pues observa cómo “se menoscaba y se menosprecia” todo su trabajo. Además, la “lesbiofobia” que sufre por las calles parisinas es otro tipo de violencia, uno de esos que acrecientan el miedo de las mujeres a salir a casa. “Es horrible esa sensación de que una mujer no puede caminar por la calle porque, de veras, su vida peligra”, sentencia la periodista y escritora mexicana Elena Poniatowska.
Feminización de la pobreza
De la “feminización de la pobreza” -otro tipo de violencia- hablaba también Mónica Oltra. Y subraya, con crudeza, la venezolana Susana Raffalli, activista por los derechos humanos: “No es lo mismo tener hambre y ser mujer que tener hambre y ser hombre”. “La mujer ya abrió sus ojos”, dice Clelia Mezúa, líder indígena de la comunidad emberá de Panamá. Y, una vez abiertos, no hay nadie que pueda ahora cerrárselos.
Todos los días, 8 de marzo
“La pervivencia” del 8 de marzo, que la fuerza que recorre las calles de todas las ciudades este día dure también “el 9M, el 10M y todos los meses del año”, es uno de los deseos de la periodista y escritora española Maruja Torres.
No cabe duda de que el 8M es, desde hace años, un día especial y el ejemplo más preclaro de la fuerza del feminismo entre la sociedad civil. La demostración más grande de que el movimiento feminista “no debe ser reducido a lo institucional”, en palabras de Elizabeth Duval.
“Se hace mucho ruido en un momento determinado y luego las cosas se olvidan”. Es la preocupación de la actriz española Maribel Verdú, que se suma al propósito de Torres y Duval y que debería ser el de todas nosotras: que todos los días sean 8 de marzo.