
EFE/Archivo
Las recientes denuncias de acoso sexual a académicos lusos evidencian “dinámicas sistémicas”
El mundo académico portugués y latinoamericano se ha movilizado contra el acoso sexual tras las denuncias divulgadas contra el sociólogo luso Boaventura de Sousa Santos y el antropólogo Bruno Sena Martins, que han puesto el foco en este fenómeno que es un ejemplo de “dinámicas sistémicas” en la academia.
Sousa Santos, reputado sociólogo a nivel internacional y director emérito del Centro de Estudios Sociales (CES) de la Universidad lusa de Coimbra, ha sido recientemente denunciado por tres antiguas investigadoras de la institución, a las que se han sumado después los testimonios de una activista argentina y una diputada federal brasileña.
El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), del que el investigador era miembro, ha sido la última entidad en tomar medidas y ha decidido suspenderlo de todas sus actividades en la institución mientras se desarrollan las investigaciones.
Acoso sexual en la academia
En un comunicado divulgado este fin de semana, la entidad americana ha informado de que se “solidariza con todas las personas afectadas por este tipo de violencia” y ha pedido “una reflexión profunda en torno al acoso sexual en las instituciones académicas y de investigación”.
El escándalo salió a la luz este mes, cuando tres investigadoras denunciaron el acoso sufrido de Sousa Santos y otro profesor, el antropólogo Bruno Sena Martins, en un capítulo del libro “Conducta sexual inapropiada en la academia”, publicado en inglés hace dos semanas por la editorial británica Routledge.
Pocos días después, el CES de la Universidad de Coimbra anunció la suspensión de todos los cargos de estos dos profesores hasta que concluya el proceso de averiguación.
Ambos niegan las acusaciones y Sousa Santos ha anunciado que pretende avanzar en la justicia contra las autoras del capítulo.
Una situación sistemática
En paralelo, más de 600 académicos, lusos y extranjeros, han firmado un manifiesto en el que defienden que estas denuncias no son “episódicas o un ataque concertado de difamación”, sino que se tienen que analizar como “una crítica a las dinámicas institucionales sistémicas, comunes dentro y fuera de la academia”.
El texto, titulado “Todas lo sabemos”, denuncia también que estos casos “son solo la punta del iceberg”, ya que “el consentimiento íntimo muchas veces está comprometido por relaciones de poder y dependencia académica”.
“Estas asimetrías de poder llevan a las investigadoras, dependientes de la validación de la institución para su seguridad financiera e incluso migratoria, a anular los abusos de los que son víctimas como forma de evitar problemas o represalias”, añade el manifiesto, que critica “la creciente precarización del trabajo académico”.
Cita también un informe de 2022 de la Facultad de Derecho de la Universidad de Lisboa, que en apenas 11 días recibió “70 denuncias de acoso, 50 de las cuales se validaron, envolviendo a 31 docentes”, aunque “todas las denuncias se archivaron”.
Respuesta del Gobierno luso
Cuestionada por estos hechos, la ministra de Ciencia, Tecnología y Educación Superior lusa, Elvira Fortunato, ha alegado que las instituciones pueden resolver de forma autónoma estos casos y ha descartado crear de forma inmediata una estructura nacional, aunque ha asegurado que el Ministerio tiene “las puertas abiertas” para recibir denuncias.
“Las propias instituciones de enseñanza superior tienen a su disposición todos los mecanismos para recibir este tipo de denuncias”, ha explicado la ministra a periodistas, a los que ha informado que su cartera no ha recibido ninguna denuncia de acoso moral o sexual en los últimos cuatro años.