
Tatiana Tibuleac, la autora moldava de la novela "El verano que mi madre tuvo los ojos verdes". Foto cedida por la editorial Impedimenta.
“El verano que mi madre tuvo los ojos verdes”, la fragilidad de las relaciones maternofiliales
“Los ojos de mi madre eran cicatrices en el rostro del verano”, “Los ojos de mi madre eran los restos de una madre guapa”, “Los ojos de mi madre lloraban hacia dentro”, “Los ojos de mi madre eran historias no contadas”. Estas son algunas contundentes frases finales del libro “El verano que mi madre tuvo los ojos verdes”, uno de los mejores libros del año. Un libro que ahora, a finales del verano, publica su tercera edición. Y un éxito de la escritora moldava Tatiana Tibuleac, quien con esta ópera prima sobre la maternidad , el dolor, el odio, y el amor de una madre y un hijo ha conmovido a miles de lectores. Un libro sobre la pérdida, el perdón y la reconciliación.
Un libro sobre la fragilidad de las relaciones maternofiliales
Una narración dura, un golpe seco lleno de poesía sobre la fragilidad del ser humano, editado por Impedimenta, que ha cosechado las mejores críticas nacionales e internacionales.
Se trata de una historia protagonizada por Aleksy y su madre, quien le pide a su hijo que pase un verano con ella en Francia, tras haber sido diagnosticada de cáncer. Aleksy ha sido un joven que ha crecido sin el amor de su madre, quien le ha ignorado y despreciado después de la muerte prematura de su otra hija pequeña, y sin el de su padre. El joven, que se ha pasado un un buen tiempo en una institución psiquiátrica odia profundamente a su madre.
Pero como la novela tiene sus múltiples rincones, el lector irá pasando por estas páginas que retratan como al final el hijo hace las funciones de madre y la madre de hijo, en unas imágenes llenas de poesía y muy plásticas en las que se puede adivinar una especie de Piedad, de Miguel Ángel, pero a la inversa. El relato es como un diario de confesión encargado por el psiquiatra del protagonista, cuando éste es ya es un pintor famoso.

Portada de la novela de Tatiana Tibuleac “El verano que mi madre tuvo los ojos verdes”. Foto cedida por la editorial Impedimenta
La novela cuestiona qué es ser madre fuera de los estereotipos
Amor, odio y piedad en una novela que cuestiona lo que es ser madre fuera de los estereotipos. Tibuleac, que además, es periodista, señaló en una entrevista con Efe el pasado marzo que el hecho de haber informado durante años de asuntos sociales visitando lugares, como los orfanatos, “que nadie querría conocer ” le influyó mucho para construir la novela.
“Todo el mundo cree que la novela está relacionada de alguna forma con mi relación con mi madre y no lo es, en absoluto. De hecho, no tengo claro la razón por la que lo escribí; es un libro que sucedió, que tuvo lugar”, decía.
Y recordó cómo lo escribió en dos meses, sin volver a revisar el texto: “Me sentaba por la mañana, sin moverme, sin comer, como si estuviera abducida”. Aunque reconoció que el libro sí tenía algo que ver con el hecho de que ella misma, como madre, se preguntaba en muchas ocasiones si era “una buena madre”.
Tibuleac, de 41 años, también explicaba que en su país, la figura de la madre es “como una especie de icono religioso y no se puede hablar mal de ella, aunque ésa fuera mala”.
“La falta de amor se hereda de una generación a otra, aunque la situación “se puede reparar”, argumentaba la autora que dice que el odio y rencor que emana de las primeras páginas del libro es algo muy pensado y meditado “para poner al lector a prueba y ver si supera el ‘shock’ de las primeras páginas”.