
La iraquí Nadia Murad da un discurso durante la ceremonia de entrega del premio Nobel de la Paz.
Murad recoge el Nobel de la Paz por su lucha contra la violencia sexual
El congoleño Denis Mukwege y la iraquí Nadia Murad han recibido hoy el Nobel de la Paz de este año en el ayuntamiento de Oslo por sus esfuerzos para acabar con el uso de la violencia sexual como arma de guerra y en conflictos armados.
Ambos han contribuido a hacer visible y a combatir ese tipo de violencia, destacó en su fallo el pasado octubre el Comité Nobel Noruego: Mukwege, por su dedicación a ayudar a las damnificadas del conflicto bélico en el Congo, y Murad, por su condición de víctima y por denunciar públicamente los abusos.
Perteneciente a los yazidíes, una minoría religiosa de etnia kurda asentada en el norte de Irak, Murad fue secuestrada junto a miles de jóvenes por el grupo terrorista Estado Islámico (EI), que pretendía exterminar a esa etnia y usaba a sus mujeres como esclavas sexuales, pero logró huir a los tres meses de su cautiverio.
Murad, testigo de los abusos; Mukwege, defensa de las víctimas
Si Mukwege ha dedicado su vida a defender a las víctimas de la violencia sexual en tiempo de guerra, Murad es “el testigo que cuenta los abusos perpetrados contra ella y contra otros”.
Nadia Murad es además a sus 25 años la segunda ganadora más joven del Nobel de la Paz, después de la paquistaní Malala Yousafzai, que lo logró a los 17 años en 2014.
La ceremonia ha estado presidida por la familia real noruega. Antes de la misma ha tenido lugar el tradicional acto con niños organizado por la ONG Save the Children en el Centro del Nobel de la Paz.
Ambos premiados reclamaron al recibir el Nobel el fin de la impunidad de quienes cometen abusos sexuales en conflictos armados.
“Los responsables de violencia sexual contra los yazidíes y otras mujeres y niños deben ser perseguidos. Sin justicia, ese genocidio se repetirá contra nosotros y otras comunidades vulnerables”, dijo Murad, perteneciente a esa minoría religiosa kurda y que fue secuestrada por el Estado Islámico (EI).
“A pesar de los esfuerzos, esta tragedia humana continuará si los responsables no son perseguidos. Solo la lucha contra la impunidad puede romper la espiral de violencia”, dijo Mukwege sobre el Congo.
Murad -que perdió a su madre y seis hermanos, historia “similar” a la de cada familia yazidí- denunció que más de 6.500 mujeres y niños de esa minoría fueron vendidos, comprados y sufrieron abusos y que se desconoce el destino de otros 3.000 en manos del EI.
“No busco simpatía, quiero que esos sentimientos se traduzcan en acciones”
Ni los gobiernos iraquí ni kurdo ni la comunidad internacional han impedido el “genocidio”; y a pesar de la simpatía de varios países, éste no se detuvo y la amenaza de la “aniquilación” perdura.
“Quienes perpetraron los crímenes que llevaron a este genocidio no han sido puestos ante la Justicia. No busco más simpatía, quiero que esos sentimientos se traduzcan en acciones”, dijo en un discurso en árabe Murad, quien reclamó a la comunidad internacional que garantice protección a los yazidíes y otras minorías bajo el amparo de la ONU.
La violencia macabra y la riqueza mineral
Mukwege comenzó su discurso, en francés, recordando los ataques dos décadas atrás a su hospital, la “violencia macabra”, las decenas de bebés violados, muestra de un caos “perverso y organizado” que ha resultado en más de 6 millones de muertes, 4 millones de desplazados y cientos de miles de mujeres violadas en el Congo.

El congoleño Denis Mukwege y la iraquí Nadia Murad tras recoger el premio Nobel de la Paz.
La causa fundamental de ese conflicto bélico es la riqueza mineral, aseguró Mukwege, quien recordó que desde coches a joyas y teléfonos móviles contienen minerales extraídos en su país en condiciones “inhumanas” y bajo intimidación y abusos sexuales.
“Los congoleños hemos sido humillados, maltratados y masacrados durante más de dos décadas a la vista de la comunidad internacional”, afirmó Mukwege, quien recordó que un informe sobre crímenes de guerra y violaciones en el Congo de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos “acumula polvo” en un cajón.
El sufrimiento humano en los conflictos bélicos es “universal” y que las mujeres son “víctimas invisibles del horror de la guerra”
El médico congoleño reclamó medidas para compensar a los supervivientes y ayudarles a iniciar una nueva vida porque es un “derecho humano” y pidió la creación de un fondo global para indemnizar a las víctimas de violencia sexual en conflictos armados.
En su alocución previa, la presidenta del Comité Nobel Noruego, Berit Reiss-Andersen sostuvo que los premiados han mostrado que el sufrimiento humano en los conflictos bélicos es “universal” y que las mujeres son “víctimas invisibles del horror de la guerra”.