
Una mujer ordeña una de sus cabras para la elaboración posterior de queso. EFE/Archivo
Las mujeres rurales apuestan por la formación para crear nuevas oportunidades
Las mujeres rurales se encuentran en constante búsqueda de nuevas oportunidades laborales, una labor para la que se ha hecho indispensable contar con una formación que las empodere y les permita descubrir nuevas herramientas útiles para sus negocios, la sociedad y el territorio rural.
Las asociaciones de mujeres se han convertido en una pieza fundamental para el acceso a esa formación que va desde temas de género hasta el apoyo y asesoramiento para el desarrollo de negocios, ecología y digitalización, todo esto con el objetivo de que las mujeres actualicen sus conocimientos y progresen en los comités directivos, creando sus propios negocios o luchando contra el desempleo.
Cursos virtuales
Desde la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer) aún estudian los formatos que implementarán, pero, según reciban instrucciones del Gobierno, optarán por el formato virtual si no es posible hacerlo de otro modo.
Su presidenta, Carmen Quintanilla, cree que no todos los cursos se pueden hacer vía internet, por lo que van a defender la supervivencia de esas formaciones, que van desde cursos de tapicería hasta la recuperación de trabajo con cuero o jardinería, si es factible.
La presidenta de la Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural (Amfar), Lola Merino, explica que su entidad todavía está analizando cómo será el formato de sus formaciones, ya que se suman las dificultades originadas por la pandemia, que continuamente trae noticias de nuevos rebrotes en distintas zonas del territorio.
“Si hay garantía 100 % se puede hacer presencial; o se hace semipresencial o por vía telemática, depende de la situación de cada zona”, avanza Merino, quien recuerda a Efe “que ahora más que nunca es necesaria la formación; se van a destruir puestos de trabajo. Ya se han destruido muchos, pero la previsión es que va a ser muy duro económicamente en España”.
Entre lo presencial y lo digital
Esa flexibilidad de formatos también la ha asumido la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), que ha adaptado sus propuestas en base a cada territorio, aunque su presidenta, Teresa López, reconoce que el formato “idóneo” es el presencial.
“Permite ese intercambio y esa interacción que siempre enriquece la formación. Pero, en caso de que las circunstancias no recomienden la presencial, optaríamos por la formación en vivo pero a través del ordenador o la ‘online’ con cursos precargados”, detalla López.
La presidenta de la Asociación de Mujeres Cooperativistas Agrarias de España (Amcae), Jerónima Bonafé, asegura que, en su caso, no esperaron a septiembre (cuando suelen comenzar los años académicos), sino que a finales de agosto ya comenzaron con las formaciones de forma virtual.
Sus cursos son “un paquete de formación integral”, en el que las mujeres pueden adquirir conocimientos a partir de otras mujeres que ya han desarrollado un negocio o ya están en equipos directivos, y que “la mujer pueda seguir avanzando en situaciones como la digitalización, que es adaptarse a lo que toca hoy en día”.
El desarrollo como prioridad de las mujeres rurales
Por su parte, la presidenta de la Federación de la Mujer Rural (Femur), Juana Borrego, subraya que ya han comenzado con formaciones presenciales, manteniendo las distancias de seguridad “sin ningún problema”, y están concretando con varias asociaciones nuevos cursos en estas semanas.
“La gente quiere hacer, quiere salir de casa, comunicarse, pero siempre con la normativa de la covid-19, porque de otro modo no se puede hacer. No solo para no contagiarse, sino para hacer las cosas bien”, insiste Borrego, quien enfatiza que la formación es “primordial” para que las mujeres y el mundo rural puedan seguir con su desarrollo, ya que “no hay tantas formaciones en los pueblos”.
Desde la Federación de Mujeres del Mundo Rural (Ceres), su presidenta, Inmaculada Idáñez, insiste en la importancia “vital” de “informar y formar” a las mujeres para empoderarlas, que sepan identificar sus problemas y demostrarles que muchas más viven su misma situación, y se atrevan a dar un paso adelante en sus negocios o en su situación doméstica.
En Ceres, precisamente, dan especial atención en el empoderamiento femenino en materia de derechos, que va estrechamente ligado a su autoestima, su participación en la sociedad y su capacidad para afrontar la violencia de género, un problema presente pero poco comentado en el entorno rural.