
“Linea nigra”, la experiencia del embarazo desde el arte y la literatura
La escritora mexicana Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988) ha escrito “Linea nigra”, una novela ensayo donde explora la maternidad, la experiencia de los nueve meses de embarazo y la transformación del cuerpo y la mente. Un libro fragmentado donde recoge también textos, imágenes, citas y todo tipo de referencias de mujeres que han tratado el embarazo, el parto y la lactancia desde el arte y la literatura.
El título, “Linea nigra”, publicado por Pepitas de calabaza, hace referencia a la linea vertical y oscura que suele aparecer en el segundo trimestre en la tripa de las embarazadas y que va desde el pubis al ombligo. Este libro de la escritora mexicana, autora de “Cuaderno de faros”, se suma así a los pocos títulos que existen sobre la maternidad en la literatura, como viene desde hace años denunciando la escritora española y fundadora de las Asociación Clásica y Modernas, Laura Freixas, que añora un debate intelectual sobre la maternidad y que es autora de títulos como “El libro de las madres”.
La maternidad siempre ha estado cargada de estereotipos
La maternidad es uno de los temas que siempre han estado cargados de estereotipos, y solo en los últimos años han surgido autoras que se han atrevido a hablar de ella desde otros ángulos, a desmitificarla y a poner sobre la mesa dudas y contradicciones. De ahí, con títulos como “Apegos feroces” (Sexto Piso), de Vivian Gornick , “Nueve Lunas” (Seix Barral) de Gabriela Wiewer; “La mejor madre del mundo” (Literatura Random House), de Nuria Labari, “El nudo materno” (Las afueras), de Jane Lazarre o “Boulder” (Literatura Random House), de Eva Baltasar, entre otros.
En “Linea nigra”, Jazmina Barrera da voz, a modo de diario, de breves ensayos o fragmentos poéticas, a muchas mitradas, y aporta infinidad de referencias, cuadros, libros… además de tirar del árbol genealógico familiar y de su implicación en este proceso.
La transformación del cuerpo materno
Tina Modotti, Louise Bourgeois, Seamus Heany, Virginia Woolf, Frida Kahlo, Adrienne Rich, Freud, Goethe, Zadie Smith, Rosario Castellanos o Ginzburg, entre otros muchos nombres evocados, se cuelan en estas páginas, además de numerosos museos, libros, pinturas, películas… que van creando junto al padre del bebé, la abuela, artista, las tías o el primo, un mosaico donde la autora se incrusta y va tirando de multitud de hilos para ofrecer una creación propia sobre el enigma de traer un hijo al mundo y cómo ello lo cambia todo.
Fragmentos
-“La espera del embarazo es un frutero. Las aplicaciones te dicen cada semana a qué fruta se parece el feto conforme crece. Son extranjeras, no toman en cuenta la variedad de frutas que hay en México, los muchos tamaños diferentes que existen de mangos y aguacates. Alejandro dice que las mandarinas mexicanas son del tamaño de las naranjas chilenas y que las mandarinas chilenas son del tamaño de un limón mexicano. Además, lo que yo llamo limón a secas él lo llama limón de pica, y lo que él llama limón a secas yo lo llamo limón amarillo.
Fuimos hace algunos días a un ultrasonido y escuchamos su corazón. La enfermera dijo que latía muy fuerte. Es del tamaño de un arándano y gran parte de su cuerpo es un corazón que late.
Está difícil no encariñarse con un ser del tamaño de un arándano que tiene un corazón, que es casi por completo un corazón que late fuerte”, escribe en las primeras páginas Jazmina Barrera.
-“Cuando tiene hambre es más un animal. Abre enorme la boca y agita la cabeza, como un reptil, un dragón diminuto“.
-“En la mano derecha tengo un libro abierto. Con la izquierda sostengo un sacaleche sobre mi chichi derecha. Con el pie, agito la sillita de Silvestre cuando parece que se quiere despertar. Se me ha reconfigurado por completo de multitasking”.
– “EL MIEDO YA NUNCA se acaba, me dijo Tania. Ese miedo que empieza con los primeros meses del embarazo, con el miedo al aborto, al parto, a las enfermedades del bebé, se transforma pero se siente el resto de la vida. La parte de la maternidad que siempre me ha dado miedo, dice Sheila Heiti, es su eternidad”.