Espacios seguros para un abordaje integral de la mutilación genital femenina (MGF)
Cuando una mujer que ha sufrido mutilación genital femenina (MGF) en la infancia entra en una consulta médica para tratar las secuelas requiere que esta se convierta en “un espacio seguro”, de “confianza”, donde se le brinde atención integral y acompañamiento a su salud física, emocional y sexual.
“Toda mujer que ha vivido una violencia, porque la MGF es una violencia en la infancia que tu cuerpo sigue sufriendo a lo largo de los años, necesita tener un espacio seguro ya que han perdido la confianza”, explica a Efeminista Hodan Sulaman, mediadora intercultural en Médicos del Mundo (MdM) con motivo del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, el 6 de febrero.
Uno de estos espacios seguros se materializó en enero de 2019 con la creación, en el Hospital 12 de Octubre, en el distrito de Usera en Madrid, de una consulta monográfica para pacientes que han sufrido ablación, a quienes atiende una vez al mes un equipo de profesionales del hospital (ginecología, pediatría, atención primaria, psiquiatría/psicología), de la ONG, de grupos de apoyo y una sexóloga.
La mediadora de MdM, Hodan Sulaman, y la ginecóloga que atiende a estas pacientes, María del Carmen Gutiérrez Vélez, aseguran a Efeminista que se trata de un logro por el que “se luchó mucho” y que ha resultado de vital importancia para el abordaje de esta violencia.
Esta consulta, que hasta la fecha ha atendido a 91 pacientes, 35 de ellas durante 2022, cuenta con una tarde al mes dedicada exclusivamente a mujeres que han sufrido mutilación genital femenina.
Se puede pedir cita a través de las consultas de los ambulatorios o del correo corporativo mgf.hdoc@salud.madrid.org.
Esta consulta del Hospital 12 de Octubre se une a otras ya existentes en España especializadas en tratar mujeres que han sufrido mutilación genital femenina, como el Programa de reconstrucción genital en el Hospital Universitari Dexeus en Barcelona o la Unidad de Referencia para la Cirugía Reconstructiva en el Hospital Universitario Doctor Peset en Valencia, creadas en 2007 y 2016 respectivamente.
Unas 3.600 niñas en riesgo de MGF en España
La MGF está reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas. Se estima que la han sufrido unas 200 millones de mujeres y niñas en el mundo, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), y cada año amenaza a 4 millones de niñas.
En España, con datos de 2019, hay más de 15.500 niñas de entre 0 y 14 años procedentes de países donde se practica la mutilación genital femenina, principalmente zonas del África subsahariana (Nigeria, Senegal, Gambia, Guinea y Ghana), de las que aproximadamente unas 3.600 se consideran en riesgo de sufrir ablación, según el estudio “La Mutilación Genital Femenina en España” de 2019, elaborado por la Fundació Wassu-UAB y promovido por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género.
El papel de las mediadoras culturales
La eliminación de este tipo de violencia machista contra las niñas y las mujeres se encuentra entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para lograrlo, Sulaman, que lleva ocho años acompañando a supervivientes de MGF, considera imprescindible el papel de las mediadoras culturales ya que suponen un “punto de encuentro entre la población que llega de los países practicantes y las instituciones que las van atender”.

Hodan Sulaman, mediadora intercultural en Médicos del Mundo (MdM). Foto: EFE/Laura de Grado
“Las mujeres con nosotras se expresan, nos dicen su verdad y cuando te dicen su verdad, tú las puedes acompañar adecuadamente”, relata. Ellas, añade, son parte de la comunidad y entienden “las barreras culturales y el lenguaje cultural”, lo que las permite estrechar lazos y generar un ambiente de confianza y seguridad.
María del Carmen Gutiérrez Vélez, ginecóloga del Hospital 12 de Octubre en la unidad de suelo pélvico y que atiende esta consulta, coincide en que “las pacientes que han sido víctimas de mutilación genital femenina necesitan una atención más íntima, más delicada, ya que es una patología con unas características particulares”, explica en una entrevista a Efeminista.
La mayoría de veces, cuenta Gutiérrez, “hacen falta muchas consultas y crear un clima de confianza” para que las pacientes cuenten lo que quieren contar, y poder pasar, después, a hacer una exploración “para ver qué tipo de secuelas o lesiones tienen como consecuencia de esa practica que se realizó durante la infancia”.
Consulta monográfica para secuelas de MGF
Las secuelas que tratan desde el hospital son “a largo plazo”, porque las inmediatas -dolor intenso, hemorragia, inflamación de los tejidos genitales, fiebre, infecciones, problemas urinarios, lesiones de los tejidos genitales vecinos, estado de choque o muerte- suelen haber ocurrido en su infancia, cuando se realizan estas prácticas.
Atienden los procesos crónicos, como “infecciones de orina de repetición, problemas menstruales, infertilidad, enfermedad inflamatoria pélvica o dolor”, enumera la médica.
“En este centro hemos realizado a día de hoy dos reconstrucciones genitales y también hemos realizado dos desinfibulaciones, que consisten en apertura de los genitales en aquellas mujeres que los tienen cerrados por completo”, describe Gutiérrez, y puntualiza que son cirugías “que no son para cualquier paciente”.
Uno de los principales obstáculos que encuentran en consulta, destaca, es que muchas mujeres “no asocian que este tipo de dolor o de secuelas que sufren, son producidas por algo que se hizo en su infancia”. Para algunas ellas la consulta ginecológica es “su primer contacto con el sistema sanitario español”.
Por ello, es necesario demostrarles que “en ningún momento se les va ni a culpabilizar, ni a regañar por nada de lo que pregunten, digan o hagan”, y “darles la confianza para que se sientan seguras viniendo a la consulta“.
“Espacios seguros” para las supervivientes
Haciendo balance de estos cuatro años, para la mediadora de Médicos del Mundo, el consultorio del 12 de Octubre se ha convertido en un espacio de encuentro, de café y de desahogo donde contar lo que les duele, sus métodos para aliviar el dolor, o, incluso, donde recibir educación sexual de una sexóloga.
“Muchas veces, después de un tiempo en la consulta, cuando les preguntas a las mujeres qué tal, te dicen: ‘No siento dolor’. Que te diga eso una mujer superviviente de MGF es como… ¡Lo estamos consiguiendo, esto demuestra la importancia de estos espacios!“, narra Hodan Sulaman.
También han podido presenciar cómo, después, “estas mujeres hablan con su familia” y se convierten en “herramientas del cambio“, añade la profesional de MdM, que además de en Madrid, trabaja en prevención de MGF en Aragón, Andalucía, Baleares, Canarias, Cataluña, Castilla-La Mancha, Euskadi y Navarra.
Por eso, insiste en acercarse a la comunidad, “escuchar a las mujeres” y que sean ellas las que “marquen sus propios pasos”.
Recomendaciones para abordar la mutilación genital femenina
Sus recomendaciones para abordar la MGF son las mismas que con cualquier tipo de violencia de género: “no prejuzgar, no forzar a la mujer, no presuponer y no olvidarse de que hay que trabajar con hombres también”.
En España la ley castiga la mutilación genital femenina con penas de cárcel de entre 6 y 12 años y la perdida de la custodia de las hijas, también si se realiza fuera de España. Y desde 2015 existe una herramienta de prevención: el compromiso preventivo, un documento que sirve para que padres y madres puedan usarlo de apoyo en su decisión de no practicar la mutilación genital femenina (MGF) a sus hijas cuando viajan a los países de origen.
Con él la familia se compromete a no mutilar a su hija durante la estancia en su país de origen y, al regreso del viaje, permitir que la pediatra revise a la menor para comprobar que no ha sufrido esta práctica.
Actualmente, la MGF se concentra en cerca de 30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional, así como algunos países asiáticos (India, Indonesia, Iraq y Paquistán) y algunas pequeñas comunidades de Latinoamérica. Asimismo, persiste en poblaciones que viven en Europa Occidental, en Norte América, Australia y Nueva Zelanda.
El país donde más hay más mujeres adultas que la han sufrido es Somalia, donde al menos un 98 % de la población femenina entre 15 y 49 años se ha visto involucrada en esta práctica. Este país va seguido de Guinea (95 %) y Yibuti (94 %).