Cristina Peri Rossi

Cristina Peri Rossi, escritora, traductora y activista política uruguaya. Foto: editorial Menoscuarto

Cristina Peri Rossi: La belleza se está perdiendo, en parte por la aceleración del capitalismo

Carmen Sigüenza | Madrid - 22 septiembre, 2020

“Leer a Cristina Peri Rossi siempre me da ganas de hacer el amor”. Esta frase de la escritora mexicana y premio Cervantes Elena Poniatowska, que se lee en la contraportada del último libro de la poeta y narradora uruguaya, titulado “La insumisa”, resume el grado de humanismo y carnalidad que encierra el lenguaje de la autora en esta nueva novela autobiográfica en este caso.

Peri Rossi (Montevideo, 1941), afincada en España, en Barcelona, desde 1972, aunque con un paréntesis desde que salió exiliada de su país natal, reconstruye en estas páginas su vida, su infancia y su juventud. Su primer amor, su madre, su familia, el amor hacia los animales, sus lecturas, su identidad. Todos los mimbres que hicieron de ella una de las escritoras más importantes en lengua española. Una gran feminista, luchadora por la libertad, la igualdad y los derechos de las minorías.

Asociada al “boom” latinoamericano, Peri Rossi se instaló en 1974 en Paris ayudada por su gran amigo Julio Cortázar hasta que obtuvo el pasaporte. La escritora y traductora posee numerosos galardones y en “La insumisa”, publicado por Menoscuarto, hace balance de su vida, un recorrido en constante conflicto entre el deseo y la humanidad y con la circunstancia de ser mujer. Todo ello, con un lenguaje irónico y poético.

P.- Esta novela autobiográfica recoge sus años de infancia y juventud. ¿Es todo recuerdo o hay algo de trampa de la memoria o de aquello de ‘la verdad de las mentiras’ que diría Vargas Llosa?

R.- Son todos recuerdos, no hay nada de ficción en este libro, salvo el viaje de Génova a Montevideo de mis bisabuelos, que no puedo recordar, evidentemente, pero reconstruyo con verosimilitud, por eso la llamo novela autobiográfica.
Vargas Llosa publicó un ensayo muy interesante, “La verdad de las mentiras”, y ha dicho, para simplificar, que la literatura es de mentira. Pero hay que entenderlo en el sentido de que no es real, es ficción. La ficción solo es mentira cuando se hace pasar por verdad. Entonces, es mentira. No es mi caso en este libro.

A los tres años quería casarse con su madre

P.- El libro es una delicia nada más abrirlo, con esa declaración a su madre sobre su pretensión de casarse con ella cuando tenía tres años. Se ve desde chiquita su empecinamiento y coherencia, y cómo esa respuesta de su madre, que no habla de impedimento por género, fue importante para usted. ¿Es así?   

R.- La deliciosa respuesta de mi madre tenía como finalidad evitarme una temprana desilusión, una dolorosa frustración y yo la recuerdo con cariño. Pero también me dejó en dolorosa soledad para descubrir la verdad.

La insumisa

P.- La relación con su padre, con su tío, el amor por los animales, la música ¿explica quién es Peri Rossi, la insumisa,  y «Cómo he llegado a ser quién soy y cómo soy»?

R.- Sin duda tienen una gran importancia, por eso las evoco. Creo que he sido fiel a mis deseos y he luchado por ser quién quería ser, a pesar de todas las advertencias y adversidades (una palabra convoca a la otra). Pero no me gusta decir que me explican: tan importante es lo que nos sucede como la manera que tenemos de asumirlo, sufrirlo, superarlo o no. En un camino semejante al mío quedaron muchas víctimas: suicidios, adicciones, frustraciones.

Los 70, cultura unisex y feminismo

P.- ¿Cómo ve ese mundo desde el ojo de hoy? ¿Cómo ha pasado el tiempo?

R.- El siglo XX en el que nací fue un horror bélico que ojalá nunca se repita: empezó con la Primera Guerra Mundial, siguió con la Guerra Civil en España y el nazismo en Europa, la Segunda Guerra Mundial, la de Corea, la de Vietnam, las dictaduras del Cono Sur de América Latina y la Guerra de los Balcanes. Hubo varias pandemias y multitud de dictaduras. La generación de los 70 a la que pertenezco creo que fue la más romántica y fomentó la cultura unisex y el feminismo. Creo que son quienes sentaron lo mejor de nuestros días.

Hasta el año 1973 la homosexualidad era considerada una enfermedad mental y un delito: se aplicaba electrochoques o prisión. Hoy, en las sociedades avanzadas, el matrimonio homosexual es un derecho y el feminismo ha demostrado que las mujeres somos dueñas de nuestras vidas…o tan poco dueñas como los hombres. Somos seres en el tiempo y el tiempo nos cambia, y el desarrollo técnico es lo más visible: a los treinta años yo no tenía teléfono y hoy tengo un móvil, pero la técnica sin una ética que la sustente es peligrosa.

Ahora tenemos el coronavirus, pero quizás dentro de veinte años se descubra que los móviles usados desde la infancia provocan enfermedades y lesiones. En todo caso, he sido protagonista de una vida en una época intensa que pese a todo, me ha gustado vivir.

Esperanza en las nuevas generaciones de América Latina

P.- ¿Cómo ve el cambio hecho por las mujeres? En América Latina hay un despertar y una lucha feminista importante. ¿Cómo lo ve usted desde su recorrido y compromiso?

“El machismo está muy, muy arraigado y es una enfermedad que lastra el desarrollo de esas sociedades”.

R.- América Latina es muy grande y variada, no es la misma composición étnica de Santo Domingo que de Buenos Aires, por ejemplo, ni el nivel cultural, pero el machismo está muy, muy arraigado y es una enfermedad que lastra el desarrollo de esas sociedades. Por otro lado la influencia del militarismo, la Iglesia y las sectas religiosas es muy poderosa. Pero tengo la esperanza de que la nueva generación que tiene acceso a otros medios avance y también la influencia del regreso de los inmigrantes que aunque sea por ósmosis han conocido, y a veces vivido, otras experiencias. El mundo actual se ha formado a partir de enormes emigraciones, y el contacto con lo otro, aunque a veces sea hostil, a la larga invita a modificar las ideas y los sentimientos. Solo las sociedades muy ombliguistas viven encerradas en sí mismas.

No al feminismo excluyente

P.- ¿Qué opina de la división que hay en el movimiento feminista por la inclusión de las personas transgénero?

R.- No me gustan las exclusiones cuando se han vivido opresiones semejantes.

“La belleza se está perdiendo, en parte por la aceleración del capitalismo”

P.-Cómo siempre es un placer leerla,  las palabras están llenas de sensualidad, son materia, se tocan. Poniatowska dice que al leerla siempre le dan ganas de hacer el amor. ¿Cree que se han perdido esas ganas de escribir buscando belleza?

R.– Sí, creo que la belleza (aún la del horror, como en un cuadro de Goya o en una película de Visconti) se está perdiendo, en parte por la aceleración del capitalismo. Ya Freud señalaba que la causa de la neurosis contemporánea era la velocidad del desarrollo técnico y decía esto antes de la Segunda Guerra Mundial. Si una editorial me exige un libro por año, difícilmente podré dedicarme a esperar los momentos de mayor inspiración, aquellos en que surge la metáfora reveladora o la frase sugestiva. Salvo que le pague a un “negro” que documente, la escriba y yo solo la firme dándole algunos toques propios. Como dijo hace unos quince años una editora importante: “No me importa que se lean los libros que edito, me importa que se vendan”. Yo soy demasiado vieja ya para venderme.

Educar para apreciar la belleza

Ocurre con el cine, también, que es una de mis grandes aficiones. No me interesan los efectos especiales ni los monstruos, reveo algunas películas del neorrealismo italiano o la ¨nouvelle vague¨ y los personajes conversan, dialogan, o sus silencios son completamente significativos, como en las películas de Antonioni. Para no citar a Woody Allen, que hace hablar hasta a las piedras. Por otro lado, hay que educar para apreciar la belleza de un aria como de una combinación de palabras. No creo que los grandes premios literarios (casi siempre amañados) estén interesados en la belleza literaria, sino en el índice de ventas.

“Seria raro que la pandemia quedara inédita en poesía porque nos ha cambiado la vida a todos”

P.- ¿Tiene pensado publicar poesía?

R.- Si, escribir poesía me hace sentir viva. Estoy a punto de terminar un nuevo libro (se va a llamar “A punto de poema” para hacer un juego de palabras) sobre experiencias y sentimientos de los que se ha escrito muy poco: la enfermedad, las relaciones entre médicos y pacientes. Sería muy raro que la pandemia quedara inédita en poesía porque nos ha cambiado la vida a todos. Pero como suele ocurrir en mis libros de poesía, hay mucha ternura e ironía, contrastes, observación y esperanza: el amor de unos y otros.