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EFE/Carlos De Torres

Cinco mujeres superan el cáncer y los huracanes para conquistar el Ártico

Carlos de Torres | Redacción de deportes - 8 octubre, 2021

¡¡Objetivo cumplido!! El grito al unísono de Ana Fresno, Lourdes Arana, Natalia Cano, Susana Ruiz y Ana Álvaro sonó como un trueno nada más atravesar el paralelo 66º33’52” N-, punto final de la séptima edición del Reto Pelayo Vida tras una travesía de catorce días no exentos de dificultades.

Las lluvias, el huracán Larry, los mareos, los momentos de flaqueza, de incertidumbre… Nada pudo frenar la tormenta de ilusión y ganas de vivir y dar ejemplo de estas cinco supervivientes del cáncer que tan lejos llevaron el mensaje en nombre de todas las mujeres afectadas por la enfermedad.

Rodrigo de Triana gritó ¡¡Tierra¡¡ un 11 de octubre de 1492, en el viaje de Colón que llego América, hecho que cambió la historia. Una palabra que arrodilló a todos los navegantes llorando de placer.

Ahora, un 23 de septiembre, la proa del “Varuna”, un monstruoso velero de 73 pies y 40 toneladas que partió desde el puerto de Vigo el pasado 10 de septiembre, cortaba el rubicón entre el océano Atlántico y el océano Ártico a las 16 horas y 37 minutos hora local (18:37 Hora Peninsular).

Emoción, lágrimas, muchas imágenes, gestos y palabras se precipitaron en las mentes de las heroínas como las violentas olas del Mar del Norte en los sufridos costados de la embarcación que fue el hogar y escenario del mayor reto en las vidas de las cinco mujeres que llevaron a aquel punto inconcreto del mapa el mensaje de que hay que invertir y luchar contra el cáncer, porque su cura es posible.

Más de 2.500 millas náuticas contra viento y marea

La expedición, capitaneada por el ilustre navegante francés Lionel Lemonchois, el técnico olímpico español Diego Fructuoso y la “maestra” Pilar Casares al mando del barco, surcó los mares a través de 2.500 millas náuticas a, aproximadamente, 20 grados bajo cero, poniendo sus cuerpos y mentes al límite tras haber pasado un cáncer, quimioterapia y radioterapia.

De esta forma, las cinco mujeres elegidas entre 337 candidatas para el reto, pudieron lanzar un grito de esperanza para las miles de mujeres que en estos momentos sufren la enfermedad, transmitiéndoles ánimo y fuerza.

El mar no dio facilidades al quinteto femenino español, al contrario, enseguida surgieron las primeras dificultades. El Varuna, con sus once tripulantes a bordo, hubo de refugiarse en el sur de Irlanda durante unas horas por el temporal, hecho que se repitió camino de Reikjavik, huyendo de los tentáculos del Huracán Larry. En la capital islandesa hubo que esperar a una ventana de buen tiempo que les permitiese volver al mar.

Los mareos constantes puso en peligro la integridad del equipo. Ana Fresno estuvo contra las cuerdas. Se temía lo peor, un abandono, pero Ana sacó fuerzas de donde no había y pudo regresar a los turnos de guardias, cocinas y distintas obligaciones.

“Para mí hubiera sido muy difícil tener que bajarme en algún punto de Islandia y no alcanzar el paralelo 66 junto a mis cuatro compañeras. No permití que me derrotara el cáncer hace tan solo un año y por supuesto no iba a permitir que un simple y molesto mareo venciera a mi cuerpo y mente“. Palabras que definen el espíritu de la expedición.

Masterchef a bordo

La cocina formo parte de la rutina en el barco en alta mar. El explorador noruego Roald Amundsen, conquistador del Polo Sur, viajaba siempre con su cocinero, y Shackleton dedicó un capítulo entero de sus memorias a su cocinero. “Ninguna buena expedición puede legar a buen término sin que un buen cocinero preparase un buen guiso para sus miembros”, dejó escrito.

Cocinar fue una parte de las funciones de Natalia en los 14 días de travesía, si bien todos los tripulantes hubieron de aplicarse en la cocina. “Chef Natalié”, aparte de cumplir con sus guardias, organizo con Pilar Casares, la directora de esta séptima edición, las comidas y cenas.

Tuvieron éxito “los pequeños sobaos que llevamos a bordo, desaparecían a gran velocidad cada vez que pasan por su lado Lionel y Raúl, el cámara del grupo. Pilar se ha aficionado a los croissants calientes con mermelada. Eric, el director del Reto, se hacía cada mañana un sándwich con tres pisos de queso y cinco de salchichón”, recuerda Natalia.

En aquellos lares y a temperaturas tan agresivas, todo lo preparado con cariño supo a gloria. “A veces, por la noche llevando el timón de aquel monstruo de 73 pies, recuerdo los bocadillos de espaguetis que me hacía mi madre cuando era pequeña”, recuerda la “chef”.

Grandes recuerdos de los primeros días, cuando el capitán Lionel pescó una albacora de unos dos kilos que él mismo se encargó de convertir en un ceviche peruano. Dos días después volvía a pescar. Esta vez un atún de unos ocho kilos que acabó esa misma noche en el horno de la cocina del barco y en los platos de la tripulación.

Preparé ‘Tacos de atún al horno con guisantes rehogados con puerros y jamón con toque de comino’, cuenta Natalia.

El mar y el cáncer: días de tormenta y calma chicha

Antes de la salida de Vigo hubo quien pensó que sería imposible que una “cazadora de talentos”, una financiera, una enfermera, una funcionaria y una profesora de educación física pudieran compenetrarse tantos días en un espacio tan reducido. Para ello las cinco navegantes del Reto Pelayo Vida 66 Norte tener una reunión en el puerto de Vigo a fin de ‘suavizar’ las peculiaridades que todo ser humano tiene.

Las manías con el desorden, el temor a una mala contestación, los ruidos, eran motivos de posibles fricciones. Un gran consejo a todas fue el de Ana Álvaro. “Todo debe ser hablado, todo debe ser discutido, para evitar que una mala acción, una mala contestación en un momento de estrés se convierta en ‘bola”.

Al final las tres bases principales para el éxito de la convivencia de equipo fueron “hablar, hablar y hablar”. Cinco personas diferentes, pero alineadas por un elemento común, el cáncer, lograron que la convivencia nunca fuese un problema.

“En el mar y en el cáncer hay días de tormentas y días tranquilos de calma ‘chicha’. Hay un inmenso el paralelismo entre mar y cáncer. Hay días de fuertes borrascas. En el cáncer hay días de tormentas. En el mar hay días tranquilos de calma ‘chicha’. También durante mi tratamiento hubo días en calma“, comentó Lourdes.

Dedicatorias a la vida, a la esperanza

Las cinco participantes del Reto, decidieron lanzar una boya cuando el ‘Varuna’ alcanzó el paralelo 66, el Círculo Polar Ártico. Por ellas; por las 337 candidatas que se han presentado a esta edición; por todas las mujeres en cualquier lugar del mundo que están luchando contra la enfermedad; por todas aquellas que no lo consiguieron…

“Por todo, por los que gracias a ellos sigo aquí cumpliendo SUEÑOS“, “Disfruta, Sueña, VIVE, “PURA VIDA”, “Vive tan intenso que al respirar solo inhales lo bonito de la vida”, “A mis padres, a Aitana, Marta, Sara, Mamen, José, David…. Por acompañarme en esta travesía. OS QUIERO”, “A mis hijos, la vida es un regalo maravilloso… Vividla siempre con pasión e ilusión”.

Esos mensajes, esas frases, navegan sin rumbo, al capricho del turbulento mar del norte, en algún punto donde los sueños de la cinco mujeres supervivientes del cáncer cobrarán vida. Un grito de esperanza. Para que nadie se rinda.