centro de salud maltrato

Teresa, una mujer amenazada y agredida durante años por sus pareja, posa en un parque de Murcia. EFE/Marcial Guillén

Convertir el centro de salud en un lugar seguro y de referencia contra el maltrato

Marta Ostiz | Madrid - 18 diciembre, 2020

Nadie como el personal médico de Atención Primaria, el centro de salud de una mujer que sufre violencia machista y de toda su familia durante años, para identificar las señales de alarma, detectar la situación de riesgo y acompañar a la mujer a lo largo del proceso, desde antes de atreverse a denunciar hasta que consigue salir de la situación de maltrato.

Por ello, crear un entorno de referencia, discreto y que genere confianza en las mujeres que están sufriendo violencia machista es el objetivo de los médicos de Atención Primaria, que trabajan para hacer del centro de salud un lugar de detección y seguimiento de casos.

Así lo entendieron en 2019 en la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), cuando decidieron poner en marcha un plan para luchar contra la violencia de género a través de la formación de los sanitarios y la prevención, y que en estos meses se ha enfrentado a las dificultades derivadas de la pandemia.

Centros de salud contra el maltrato

“Hemos intentado mantener, en la medida de lo posible, los objetivos del plan durante esta época, pero es un momento difícil para poder tener el mismo tipo de relación con los pacientes”, reconoce el coordinador del grupo de trabajo de Sexología de Semergen y experto en violencia de género, Carlos San Martín.

En una entrevista con Efe, este médico de familia asegura, no obstante, que la atención de los facultativos a las mujeres víctimas de maltrato ha seguido siendo constante durante la pandemia, al igual que el trabajo de detección.

“La atención telefónica se está garantizando, aunque es verdad que en momentos de mucho desborde no nos ha dado tiempo en el mismo día a atender a todos los pacientes que tenemos, pero se hace un cribado telefónico y si consideramos que esa persona necesita ser vista, la citamos presencialmente“, explica, por su parte, Irmina Saldaña, del Grupo de Trabajo de Atención a la Mujer de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria (Somamfyc).

A Saldaña le preocupan ahora las mujeres que se encuentran en una situación más vulnerable, las que no tienen dispositivos electrónicos, o que no hablan nuestro idioma, aquellas con discapacidad o las personas mayores, que tienen mucha más dificultad para acceder al sistema.

“Necesitamos muchos más recursos”

“Nos genera mucha frustración porque claramente necesitamos muchos más recursos”, lamenta esta médica de familia que destaca la importancia de la Atención Primaria como puerta de entrada de este tipo de casos.

En la consulta se genera “una relación de confianza”, frente al sistema judicial que “suele dar miedo”, se ve como ajeno o lejano, mientras que tu médica, que te conoce de toda la vida, es alguien a quien puedes hacer confidencias que no realizas en otro entorno.

Pero siguen faltando medios. “El no fortalecimiento de la Atención Primaria va a dificultar el necesario apoyo que en este nivel asistencial necesitan las mujeres expuestas a violencia de género”, lamenta San Martín que advierte de que “solos no podemos” y “por muy buena voluntad que tengamos, necesitamos recursos“.

Especialmente en las zonas rurales, donde las mujeres cuentan con menos recursos, y ese médico, que incluso lo es también del agresor, es alguien próximo y cercano que tiene herramientas y puede hacer “una labor incalculable” para que la mujer se atreva, “se deje acompañar y empiece a salir de esa situación tan dramática que supone la violencia de género”.

“Nuestro rol profesional permite una atención continuada, un seguimiento, proximidad y confianza con la mujer que no permite otro nivel asistencial. Podemos acompañarla en ese proceso, porque a veces necesita un tiempo para poder expresar lo que le pasa, ser la referencia y derivarla a servicios más especializados“, indica.

Para hacer bien este trabajo, Saldaña incide en la necesidad de formar a los facultativos en materia de género.

“Preguntar a las mujeres si han sufrido malos tratos, cómo es la relación con su pareja… porque si no llevas esas gafas puestas, habrá situaciones complejas que no vas a ver”.