8M: Rosalía, mujer y… maltratada

Cristina Bazán Salcedo y Macarena Baena Garrido | Madrid - 8 marzo, 2022

A Rosalía Vicente le costó 30 años denunciar la violencia machista a la que eran sometidos sus dos hijos y ella por parte de su exesposo. Sin embargo, ahora, muchos años después y tras un largo camino de dolor y posterior recuperación es “la persona más feliz del mundo”. 

Yo no me podía creer lo que nos estaba haciendo, porque había momentos en los que era un tío fabuloso, sobre todo delante de la gente. Cuando yo le pedía dinero me lo controlaba, pero delante de la gente era muy espléndido, me daba más. Normalmente todos los maltratadores son así”, rememora Rosalía en una entrevista con Efeminista que este año, con motivo del 8M, Día Internacional de la Mujer, ha querido visibilizar a 8 mujeres que se enfrentan a una doble discriminación.

Ahora ya con 70 años y una nueva vida, mira hacia atrás y recuerda cómo el padre de sus hijos le fue mermando toda su libertad durante esos años y la alejó de sus vecinos, amigos y familia. “Cuando denunciamos mi hijo menor se quiso quedar con él, decía que estábamos locos”.

“No me gusta que me llamen maltratada, me gusta que me llamen superviviente”, recalca varias veces Rosalía durante la entrevista.

La denuncia que puso Rosalía es una de las 1.829.492 que desde el 1 de enero de 2009 hasta septiembre de 2021 se interpusieron en España, según datos del Ministerio de Igualdad. No obstante, solo el 21,7 % de las víctimas denuncia a su maltratador y las que lo hacen tardan una media de casi nueve años en atreverse a dar el paso.

Rosalía Vicente: “Poco a poco me fue quitando mi libertad”

Pregunta: ¿Cómo llegaste a la situación de maltrato?

Respuesta: Los primeros años, de novios y de recién casados fueron maravillosos. Pero cuando mis hijos nacieron tan prematuros la decisión fue que yo me quedase en casa sin trabajar. Yo me casé en el 78. En aquella época se hacía mucho que el que trabajaba era el señor, el que trae el dinero, él es el rey. Él llega a la hora que quiere, te controla el dinero, te da el dinero que él quiere. Como tú no lo ganas, ya está. Él pasó de ayudarme a hacer todas las cosas a no hacer nada. “Yo, cuando llega, tengo que tener la comida, la ropa, todo”, eso me decía. Pero fue poco a poco.

Me fue quitando la libertad. Él tenía problemas en el trabajo y los traía a casa. Llegó un momento en el que, si entraba por la puerta y no preguntabas, era malo, y si preguntabas, también. Era problemático, cada vez que llegaba a casa, yo temblaba. Cuando había un cumpleaños, él bebía bastante. No lo controlaba y en esos momentos podría romperte todo lo que hubiera encima de la mesa, acabar con la comida y con todo lo que fuera. Lo aguanté muchos años. El último episodio fue muy violento.

Yo tenía una amiga psicóloga que me llamaba a casa y él tenía celos de ella. Una noche ella me llamó y él se enojó. Mi hijo mayor le pidió que se calmara, pero él se negó. Mi hijo llamó a la policía y me dijo “mamá, nos vamos”. Él se fue a la cocina, cogió un cuchillo y se puso en la puerta. Mi hijo lo tiró al suelo y le quitó el cuchillo. Se lo llevaron al hospital y mi hijo mayor me convenció para ir a denunciar. 

P: ¿Cuáles son los principales problemas con los que se encuentran una mujer maltratada que quiere dar el paso?

R: El Estado solo te paga 420 euros, ¿y a dónde vas con eso? Si yo no llego a tener a mi hijo, ¿qué hago? Mi hijo pagaba el alquiler y yo pagaba la comida. El Estado es muy deficiente: a una mujer no le puedes decir “denuncia” y luego, ¿qué? ¿Qué hace el día siguiente? Hay casas de acogida, pero eso no lo arregla todo, porque estamos fatal. Necesitamos un montón de tiempo de terapia porque nos han maltratado y no nos fiamos de nadie. Tenemos mucho dolor encima.

Hay muchísima gente sin preparación en violencia de género. Desde que tú denuncias, la policía no tiene mucha empatía. A mí me trataron muy mal en comisaría. Y eso que yo estaba muy aconsejada porque había llamado al 016, pero el policía que me tocó me intentó disuadir.

La primera formación es para el policía, pero luego para los trabajadores y trabajadoras sociales, los jueces y abogados. Es importante que toda esa gente esté formada, que no nos hagan repetir las cosas dos mil veces, y que el Pacto de Estado funcione. No funciona. Las mujeres no tienen qué comer.

Se tienen que implicar… Más formaciones para nosotras… Hay que recordar que un maltratador nunca es un buen padre, hay que proteger a los niños, que un señor que tenga una orden de alejamiento no tenga a los niños en su casa. La violencia vicaria es terrible. Yo pido que el pacto de Estado funcione.

Y para eso, pide que no se deje en manos de las comunidades con el fin de evitar que los recursos “se queden guardados en un cajón” y no se destinen a proteger a las víctimas de maltrato. 

P: ¿Qué les dirías este 8 de Marzo a las mujeres que están siendo víctimas de maltrato?

R: Es muy complicado, nosotras muchas veces no lo vemos, no sentimos que nos están maltratando. Yo les pido que a la mínima marquen rápido el 016. A mí me informaron muy bien. Y luego hay un montón de sitios: están las casas de acogida, la Fundación Ana Bella, a la que pertenezco. A mí me han dado toda clase de terapias. Está la escuela Ana Bella, tenemos bolsa de trabajo, podemos escuchar. Nosotras lo que tratamos es de convertirnos en amigas, para que nos lo cuenten. Y luego, cuando lo vean, las acompañamos a denunciar, las llevamos a los juicios.

Yo me fui con 58 años, me jubilé con 66, tengo 70 y te digo que ahora soy la persona más feliz del mundo, no me controla nadie, tengo mi dinero, mi casa. De la violencia se puede salir y no hay por qué aguantar a un señor que te da mala vida. Que denuncien, que hay muchos sitios a los que acudir.

8M: la violencia machista en cifras

En España solo, el 20 %, una de cada cinco víctimas mortales de la violencia machista habían interpuesto una denuncia contra su agresor.

Desde el 1 de enero de 2003, cuando comenzaron a contabilizarse los crímenes machistas, hasta el día de hoy ha habido un total de 1.132 asesinatos machistas, según los últimos datos del Ministerio de Igualdad, seis de ellas en lo que va del 2022.

Ese registro oficial todavía no recoge los feminicidios de mujeres que no mantenían una relación sentimental con su agresor, ni a las mujeres que sufrieron agresión sexual, ni a las que vieron destrozada su vida cuando sus parejas o exparejas asesinaron a sus hijas o hijos para causarles aún más daño. El Ministerio de Igualdad se ha comprometido a contabilizarlas desde esta año, siguiendo las recomendaciones del Convenio de Estambul.

Desde 2013 se contabiliza también el número de menores víctimas de la violencia machista, una cifra que asciende a 46. Siete menores fueron asesinados en el último año. El número de menores huérfanos/as por Violencia de Género asciende a cuatro en 2022 y a 340 desde 2013.

A nivel mundial, una de cada tres mujeres de entre 15 y 49 años han sido objeto de violencia física y/o sexual en su vida, según datos de ONU Mujeres. Una “pandemia en la sombra” que se alimenta de la impunidad que existe especialmente en países de América Latina y el Caribe, región en la que se encuentran catorce de los veinticinco países con más casos de feminicidios.