8M: Cristina, mujer y… sintecho
Cristina Fernández tiene 53 años y vive en la calle desde hace media década. “Empecé a vivir en el albergue porque mi mamá se murió”. “Yo tenía una pareja en Getafe y me echó a la calle. Allí me recogió la policía y luego el Samur y me llevaron para La Laguna (un albergue madrileño). Y ahora estoy aquí”.
En España hay unas 40.000 personas sintecho, de las que se calcula que entre el 10 y el 15 % son mujeres que sufren una mayor vulnerabilidad ya que, a los riesgos propios de no tener un techo se añade la violencia machista: se estima que alrededor del 70 % ha sufrido agresiones físicas y el 50 % agresiones sexuales
El caso de Cristina es muy similar al de otras mujeres que viven en la calle, según narra a Efeminista, que este año, con motivo del 8M, Día Internacional de la Mujer, ha querido visibilizar a 8 Mujeres que se enfrentan a una doble discriminación.
Muchas trabajan durante años dentro y fuera del hogar, sin percibir ingresos ni cotizar, por lo que la dependencia económica de sus parejas es total. “Una simple ruptura sentimental”, recuerdan desde la campaña Mujeres sin hogar, de la Asociación Realidades, “puede implicar la ausencia de recursos económicos básicos para la supervivencia y el bienestar social”.
De ahí que organizaciones como esta pidan políticas de intervención y protección específicas para las sintecho; en su experiencia, “los recursos para personas sin hogar están en general pensados para hombres”. La violencia machista, tanto en la familia de origen como en la formada, es una causa frecuente de sinhogarismo femenino, así como un factor de riesgo en el desarrollo de enfermedades mentales y físicas.
Cristina: “Pido una casa para todos”
Cristina lleva más de cinco años viviendo en la calle y pasa las noches en el Centro de Acogida Municipal para Personas Sin Hogar San Isidro, un albergue mixto de Madrid en el que comparte habitación con otras seis mujeres. “Me siento más segura siendo todas mujeres“, reconoce.
PREGUNTA (P).- ¿Cómo llegaste a la situación de sinhogarimo?
RESPUESTA (R).- Empecé a vivir en el albergue porque mi mamá se murió. Yo tenía una pareja en Getafe y me echó a la calle. Allí me recogió la policía y luego el Samur y me llevaron para La Laguna. Y ahora estoy aquí.
El día que habla con este medio, Cristina está de luto: su novio, Alberto, ha muerto hace apenas dos días a los 63 años. “Ha sido por un trombo en la pierna”, explica. “Él me protegía mucho, siempre estaba conmigo. Los dos vivíamos en el albergue”. Cuenta que está esperando una llamada del hijo de Alberto para saber dónde será su entierro y que está “destrozada”, como repite varias veces a lo largo de la entrevista.
“No sé qué voy a hacer sin él”, apunta. Mantenían una relación desde hace cinco años, cuando ella empezó a vivir en la calle.
P: ¿Cuáles son las discriminaciones y los obstáculos con los que se encuentran las mujeres sin hogar?
R.- Cuenta que, al no tener ingresos, se ve obligada a pedir en la calle para hacer frente a sus gastos personales, entre los que se encuentran productos de primera necesidad como los de higiene íntima. Y que, en el albergue, se siente más segura siendo todas mujeres.
P.- ¿Cuál es su reivindicación este 8 de Marzo?
R.- Una casa para todos
8M: mujeres sinhogar, en cifras
En España hay unas 40.000 personas sintecho, según datos de Cáritas. De entre ese grupo de personas vulnerables destacan las mujeres, que además de a los riesgos propios de no tener un techo se enfrentan a la violencia machista: se estima que alrededor del 70 % ha sufrido agresiones físicas y el 50 % agresiones sexuales.
El sinhogarismo femenino representa una problemática dentro del contexto español que requiere ser analizada. En los últimos años, la llamada feminización de la pobreza, agravada por la pandemia, ha puesto de manifiesto un auge del número de mujeres sin hogar, que hace necesario implementar medidas específicas.
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística cifran en unas 4.500 a las mujeres que viven en la calle, entre el 10 y el 15 % del total, pero las asociaciones y expertas creen que esta cifra no se corresponde con la realidad, todavía más dramática.
La subdirectora del departamento de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, Sonia Panadero, ha analizado las condiciones que hacen que las mujeres sin hogar estén todavía más invisibilizadas que sus compañeros. En un estudio llevado a cabo junto al Catedrático de la Universidad de Alcalá Juan José Vázquez, en el que entrevistaron a cientos de personas sin hogar, concluyeron que las mujeres tienden a estar menos en la calle “siempre que sea posible”, usando los albergues aunque “en gran medida” no están adaptados a sus necesidades higiénicas o de seguridad.
En lo que respecta a los vínculos de las personas sin hogar, encontraron que las mujeres tenían pareja más habitualmente que los hombres, “teniendo a veces estas parejas una función instrumental, de protección”. Además, también comprobaron que las mujeres suelen mantener un contacto más frecuente con sus familias que los varones.
La salud de las mujeres que viven en la calle también es peor que la de los hombres, según observaron los investigadores. Sus entrevistadas presentaban un mayor deterioro de su salud física, así como más enfermedades graves o crónicas, y más trastornos relacionados con el estado de ánimo y peor estado de salud mental. Casi la mitad de las mujeres sin hogar habían intentado suicidarse; los intentos eran más frecuentes en madres de hijos menores o con problemas de abuso de sustancias.