Paloma Pujol, de “la rara del balón” a pionera del freestyle fútbol
Paloma Pujol siempre había sido “la rara del balón”, “la otra”, la niña que daba toques mientras los chicos ocupaban la cancha. Por eso entre 2017 y 2018, cuando ya se había convertido en la campeona del mundo de Footbag –un deporte que consiste en evitar que una pequeña pelota caiga al suelo a base de toques- y en la única mujer freestyler en España, decidió buscar más chicas con las que poder compartir su pasión por el balón y con quienes abrir y competir en una categoría femenina de Freestyle Fútbol, que hasta entonces no existía.
Este es el punto de partida del corto “All I need is a Ball”, de la directora Elena Molina, que retrata la incesante búsqueda de Paloma Pujol por encontrar otras mujeres con las que practicar fútbol de estilo libre, tejer redes de apoyo y con quien ocupar los espacios donde se juega al balón.
Una historia de empoderamiento y de amistad que ya se ha exhibido por festivales internacionales como el Filmfest Dresden de Alemania, el Festival de Cine de Madrid o el Festival Internacional de Cortometrajes Jujuy Cortos de Argentina.
Con ficha de chico para poder jugar al fútbol
Pujol nació en 1986 en Tequisquiapan, una pueblo situado en Querétaro, México, donde su madre y su padre, ambos españoles, habían decidido asentarse. En aquella época las chicas no podían jugar al fútbol, algo que no importó mucho a Paloma, que consiguió que le hicieran una ficha de chico para poder entrar en un equipo. Así, estuvo jugando bajo el nombre de Javi durante más o menos un año.
En 1999, llena de miedos e incertidumbres, se vino a Madrid con su madre y para su sorpresa descubrió que podía jugar en equipos femeninos. Tras varios años jugando al fútbol, un día encontró el “hacky”, el nombre que reciben unas pequeñas pelotas de tela rellenas con bolitas de metal o arena que se utilizaron mucho en los 90 para hacer malabares o para dar toques sin que caigan al suelo, según explica la propia Paloma.
Del footbag al freestyle por una lesión
Su primer hacky fue un regalo de su madre, que le enseñó a jugar y con quien Paloma dio sus primeros toques. Poco a poco fue practicando y descubrió que se trataba de un deporte que se llamaba footbag, “la versión evolucionada del hacky”, que contaba con competiciones internacionales.
De este modo, la actual pentacampeona del mundo de Footbag fue conquistando plazas, calles y pódiums sin recaer en la exigencia física y el desgaste que ese deporte suponía para su cuerpo.
“Me sentía como un superhéroe, pensaba que no me hacía falta estirar (…) mentira, me desgasté el cartílago de las rodillas porque me pasé diez años sin estirar”, cuenta a Efeminista Pujol. Tras su primer mundial, el médico le dijo que no iba a poder volver a jugar en mucho tiempo.
Mientras se recuperaba de la lesión, incapaz de abandonar su pasión, comenzó a practicar fútbol de estilo libre (malabares con una pelota de fútbol utilizando cualquier parte del cuerpo) de manera más tranquila y cuidándose la rodilla. Así se convirtió en la primera freestyler de España.
Desde que empezó en el freestyle, en 2015, no han sido pocas las veces que ha tenido que ver y escuchar cómo la gente se sorprende al ver que es una chica o que, incluso, la confunden con un chico por cómo maneja el balón, explica la freestyler, que hasta hace poco seguía siendo “la chica del balón” como cuando iba al colegio.
“Yo lo que necesito es un balón para ser feliz”
Tras una conversación de Paloma con Elena Molina, su amiga de la infancia convertida en directora de cine, surgió la idea del documental.
“Me dijo -estoy un poco triste porque realmente aquí en España no he podido nunca competir porque no existe la categoría femenina, ni tengo otras chicas con quien compartir, estoy igual que en el instituto-“, cuenta Molina. Una conversación que tuvo lugar en 2017 cuando el Campeonato Nacional de Freestyle de España todavía no tenía categoría femenina, ni en España había chicas que visiblemente se dedicaran a ello.

Paloma Pujol (i), pentacampeona del mundo de Footbag y dos veces campeona de España de Freestyle Fútbol, junto a Elena Molina (d), directora del corto documentl “All I need is a Ball”. Foto: Laura de Grado Alonso
“En el recreo la cancha de fútbol estaba siempre ocupada por los chicos y por eso Paloma hacia toques muchas veces, porque era muy difícil acceder a los espacios donde se jugaba al balón”, relata Molina.
El documental “All I need is a Ball” nació para revertir esa situación y su título es precisamente una frase que Paloma ha repetido toda su vida: “yo lo que necesito es un balón para ser feliz”.
Pentacampeona del mundo de Footbag y campeona de España de Freestyle
En la actualidad, a sus 34 años, Paloma es cinco veces campeona del mundo de Footbag y dos veces campeona de España de Football Freestyle, en 2018, cuando por fin se creó la categoría femenina, y en 2019.
Junto a ella cada vez más freestylers salen a las calles y van a campeonatos, entre ellas Paula, Chaima, Alexia, Lucia y Carmen, que también protagonizan el documental. “Ya no es ninguna broma, ya estamos ahí, el nivel está creciendo y ahora entrar en las competiciones y estar en el top 10 de una competición que participen todas ya es difícil”, afirma Pujol.
“Estamos más empoderadas, tenemos más ganas de probar cosas”, añade.
“Mujeres ocupando espacios que antes no ocupábamos”
Por su parte, Elena Molina, la directora del documental, coincide en que en la actualidad “se ha perdido un poco el miedo a ser la rara del balón y, en general, a ser la rara de cualquier cosa”.
“El corto es interesante en cuanto a que son muchas mujeres ocupando espacios que antes no ocupábamos, que puede ser la calle, pueden ser escenarios o pueden ser las pantallas”, insiste la realizadora.

Paloma Pujol, pentacampeona del mundo de Footbag y dos veces campeona de España de Freestyle Fútbol, protagoniza el documental “All I need is a Ball”. Foto: Laura de Grado Alonso
Una de las cosas que se lleva Molina de la grabación es “la idea de hacer amigas por una pasión” y la forma en que todas ellas han conectado entre sí, desde “la no competición”, la ayuda y los cuidados, lo que las permite aprender acompañadas.
“De repente ese grupo para ellas supone no estar solas, tener un grupo de apoyo, de aprendizaje y de apoyo mutuo al cual acceder”, cuenta Molina emocionada. En este sentido, una de las anécdotas que visibiliza el film es la libertad de hablar de la menstruación dentro del deporte femenino y de no sentir culpa por ese día hacer otro tipo de ejercicios.
Crear redes en torno al freestyle
Sin embargo, en el deporte sigue habiendo barreras para las mujeres, así lo evidencian pequeños gestos que se producen en los campeonatos de freestyle “como que el trofeo de los chicos es más grande que el nuestro o que al chico cuando gana la final le levantan la mano y a la chica la señalan”, critica Paloma Pujol.
Por eso anima a “quejarse” porque, explica, “cuando nos quejamos y pedimos cosas, se nos hace caso y el mundo va mejorando“.
Ahora pretenden que el documental llegue cada vez a más chicas, que se exhiba en los institutos y que pueda seguir creando comunidad y visibilizando referentes que quiten el miedo “a ser la rara”.
“No no eres la única, hay más y si nos apoyamos llegaremos más lejos“, recuerda Molina.
Mientras tanto Paloma seguirá haciendo de las plazas de Madrid su “oficina” y animando a que otras chicas se acerquen a conocer el freestyle, una disciplina que engancha por la “sensación se superación personal”.