
Fotografía de archivo del 1 de marzo de 2017, de la ministra presidenta de la primera sala de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña Hernández, durante una sesión de trabajo en Ciudad de México (México).
Norma Piña, primera presidenta de la Corte Suprema de México
El pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de México ha elegido este 2 de enero, en una votación cerrada, a la ministra Norma Piña como nueva presidenta para el período 2022-2026, convirtiéndose en la primera mujer en presidir este organismo.
En una sesión solemne y pública, iniciada poco después de las 12.00 hora local (18.00 GMT) en la sede del máximo tribunal de México, los otros ministros han elegido con 6 votos de 11 a Piña como nueva titular de la SCJN tras presentarse cinco candidatos.
Norma Piña, ministra desde 2015 y propuesta por el entonces presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018), ha resultado electa tras un proceso polémico por la candidatura de Yasmín Esquivel, ministra cercana al presidente Andrés Manuel López Obrador acusada de plagiar su tesis de licenciatura.
Primera presidenta de la Corte Suprema de México
En su primer discurso en el nuevo cargo, Piña ha destacado la importancia de que una mujer presida por primera vez este órgano de Justicia, pues considera que se rompió un “inaccesible techo de cristal”.
“Al ser la primera mujer que preside este máximo tribunal, represento también a las mujeres. A nuestro nombre, les agradezco la congruencia a mis compañeras y compañeros, reconozco la importantísima determinación de la mayoría de este tribunal pleno de romper lo que parecía un inaccesible techo de cristal”, ha dicho.
Ha afirmado también sentirse “acompañada, respaldada, acuerpada” por todas las mujeres y ha agradecido “a las que siempre han creído, a las que no se han cansado de intentar cambios que poco a poco arrinconan nuestra cultura patriarcal”.
Asimismo, se ha comprometido a trabajar “por una sociedad más justa, más igualitaria, sin violencia contra las mujeres. Ese es un anhelo, que no les quepa duda”, ha zanjado.
Piña es egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Desde 2015 es jueza de la Suprema Corte, donde hasta este 2 de enero fue ministra de la Primera Sala.
Un proceso rodeado de polémica
La elección de la ministra Piña ha estado rodeada de la polémica que se desató días atrás en torno a la candidata Yasmín Esquivel, nominada por López Obrador en 2019 en medio de controversia por ser esposa de un contratista cercano al Gobierno y ahora acusada de plagiar su tesis de licenciatura.
El pasado 21 de diciembre trascendió en los medios que la tesis de la ministra del Supremo mexicano, saliente de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, era similar a la del egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM José Báez, en esta misma casa de estudios.
Sin embargo, la ministra negó las acusaciones. Incluso, durante varios días presentó supuestas pruebas basadas en cartas de sus sinodales y asesores de tesis y denunció que el trabajo de ella fue el plagiado, pese a que su tesis fue presentada en 1986 y la de Báez en 1985.
Pese a la polémica, que incluso llevó a la UNAM a hacer investigaciones donde “reconoció” similitudes entre ambos trabajos, Esquivel se negó a renunciar a su candidatura. Sin embargo, la ministra perdió sus opciones en la segunda ronda de votaciones donde solo obtuvo un voto.
Una corte independiente
Piña sucederá en el cargo a Arturo Zaldívar, ministro acusado de ser demasiado cercano al presidente López Obrador, quien había propuesto una reforma legal para extender su período frente a la SCJN.
Ante los cuestionamientos, López Obrador aseveró en su conferencia de la mañana que la elección en la Suprema Corte es “independiente” y “libre”, pero acusó al Poder Judicial de estar secuestrado por intereses.
En los últimos años, la Corte Suprema de Justicia de la Nación de México se ha pronunciado sobre temas trascendentales relacionados a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres como declarar inconstitucional la penalización del aborto libre y por violación o las legislaciones locales que reconozcan “la vida humana desde la concepción”. Decisiones que también marcan el camino para el resto de América Latina.