La escritora María Montesinos. EFE/Laura de Grado

La autora María Montesinos reivindica el papel de las “literatas” de finales del s.XIX

Eva Batalla | València - 1 abril, 2021

La escritora María Montesinos vuelve a abordar la lucha de las mujeres por tener voz en la España convulsa de finales del siglo XIX, en esta ocasión desde la profundización y reivindicación del papel de las “literatas” en el Madrid de la época, cuya historia es poco conocida y carece de estudios, con guiños históricos como el surgimiento de un nuevo periodismo de la mano de El Liberal y El Imparcial.

“Una pasión escrita” (Ediciones B) es la segunda entrega de la trilogía que Montesinos inició con “Un destino propio”, que abordaba la lucha de muchas mujeres por la educación femenina en la misma etapa histórica, una “época apasionante” por sus contradicciones y conflictos políticos y sociales que bien podrían trasladarse a la España actual, señala la autora a Efe.

Un Madrid bullicioso y libertino

“Hablamos de una época en la que las mujeres tenían un papel totalmente secundario” en la vida política y social del momento, y estaban destinadas a ser “el ángel del hogar”, a cuidar a su marido y a su familia, el lugar que les había reservado la Iglesia, consideradas incluso inferiores biológicamente, recuerda Montesinos.

Este es el contexto que se encuentra Victoria Velarde, protagonista de la novela, cuando llega a Madrid procedente de la cosmopolita Viena, en aquel momento centro cultural de Europa, y se enfrenta a una ciudad sombría, provinciana y atrasada, aunque pronto descubre otra de su caras, la del bullicio y la vida nocturna libertina.

Victoria se aloja en la capital madrileña con su tía, una aristócrata inconformista en quien encuentra un apoyo y le anima a escribir y a desarrollar sus inquietudes hacia el periodismo y la literatura.

El aún desconocido papel de las “literatas”

Montesinos, periodista de profesión, señala que con esta novela ha querido arrojar algo de luz a las intelectuales e inconformistas “literatas” de finales del siglo XIX, entre los años 1879 y 1885, de las que apenas hay estudios. Un pequeño grupo de mujeres, tanto del bando progresista como del conservador, que a pesar de los obstáculos tenían vocación de escribir y participar en el círculo intelectual del momento, reservado solo a los hombres.

Una historia de emancipación femenina “necesaria”, defiende, de unas mujeres con un papel importante, que dirigían y vendían revistas femeninas o escribían con pseudónimo masculino y reclamaban su igualdad intelectual.

En el personaje de Victoria, la autora ha querido también hacer un homenaje a todas las mujeres, “literatas” o no, que en esos años lucharon por superar su histórica discriminación, como la escritora, pensadora y periodista Rosario Acuña, la primera mujer a la que dejaron entrar en el Ateneo de Madrid, o Concepción Arenal, pionera del feminismo y precursora de del Trabajo Social en España, que se disfrazó de hombre para ir a la universidad.

Unas historias, asegura Montesinos, que deberían estudiarse en las escuelas, en una época además que tiene múltiples similitudes a la actual, por los conflictos políticos y sociales, con problemas como la corrupción, el enchufismo, la vivienda, la emigración y varias epidemias, en la que se debatió la abolición de la esclavitud o el matrimonio civil y sobre la que apenas profundizan los libros de texto.

Periodistas, tipógrafos y el movimiento obrero

El periodismo es también protagonista de la novela, con una visión sobre la prensa del momento y el surgimiento del nuevo periodismo, profesionalizado, de la mano del ‘trust’ que formaron El Liberal, El Imparcial y El Heraldo de Madrid. Y lo hace a través de Diego Lebrija, hijo de una familia pequeñoburguesa propietaria de una imprenta en el barrio madrileño de Lavapiés, que entablará una relación amorosa con Victoria.

Con Diego, inspirado en la figura del periodista Miguel Moya, que fue director de El Liberal y uno de los fundadores de la Asociación de la Prensa de Madrid, la autora se adentra también en el mundo de los tipógrafos, la “aristocracia” del proletariado del momento, los más letrados de este sector social y de donde surgió el movimiento socialista obrero español.

Para la documentación de este libro, y el anterior, “Un destino propio”, Montesinos buceó en los archivos históricos de la época y descubrió -asegura- una etapa histórica “apabullante” donde seguirá ahondando en su próxima novela, que esta vez se trasladará a Andalucía, al ámbito rural, y desvelará el devenir de Victoria y Diego.