
Imagen de la escritora Laura Fernández/editorial LITERATURA RANDOM HOUSE.
Laura Fernández acude a “referentes pop” para su novela
Laura Fernández, una de las referentes de la literatura fantástica española, publica su última novela “La señora Potter no es exactamente Santa Claus” donde reflexiona sobre la soledad, la maternidad o la creación llena de “referentes pop y de la cultura anglosajona”.
Fernández ha estado preparando la novela durante cinco años, “desde Halloween de 2016”, comenta a EFE. Este tiempo le sirvió para escribir un diario sobre el proceso, “aprovechando un consejo de la escritora Sarah Waters”, que le permitió escribir la novela, a un ritmo de una página por día.
“Como no tengo plan previo, el diario me fue superútil” y, de hecho, “la novela acaba siendo también un diario”, porque en ella vuelca todo lo que vive o sufre.
Para esta novela, y como es habitual en sus libros, recurre a un lugar inventado, la desapacible Kimberly Clark Weymouth, una pequeña ciudad eternamente envuelta en ventiscas y metros de nieve, enterrada en un eterno invierno, y cuya fama le viene de que la escritora Louise Cassidy Feldman, de paso por allí, se inspiró en el lugar para ambientar su clásico infantil “La señora Potter no es exactamente Santa Claus”.
“Tiendo a irme a sitios que no existen, pero todo lo que pasa en esta novela refleja cómo he cambiado en cinco años y lo difícil es que tenga todo sentido, pues mi vida ha evolucionado, mis hijos han crecido”, apunta Laura Fernández.
Referentes sumergidos en la novela
En “La señora Potter no es exactamente Santa Claus” (Literatura Random House) conviven, dice la autora, muchos géneros; “es como esas películas de los años 80 y 90, en las que todo era de cartón piedra y los personajes eran inocentes, querían ser felices”.
Las “referencias pop” y los guiños literarios o cinematográficos son incontables y un ejemplo es que en este libro los personajes se llaman como los protagonistas de “Los Gremlins”, y esa ciudad inventada bien podría ser la de las películas de Tim Burton, indica la autora y periodista barcelonesa, cuya divisa principal es “la imaginación sin límites”.
La novela, llena de enredos, intrigas y rumores, está habitada por “personajes muy solitarios, que tienen un mundo interior muy grande”, que sirven a Fernández para “reflexionar acerca de la creación literaria, el arte como refugio, el fracaso, la soledad de los incomprendidos, los contradictorios sentimientos que desata la maternidad y aquellas heridas de infancia que todo adulto esconde dentro de sí”.
Todo ese mundo se nutre de la imaginación de la autora pero también de un mundo mucho más tangible, como ella misma confiesa: “Los escritores de la novela, los Benson, salieron de un capítulo de la serie de dibujos animados ‘El asombroso mundo de Gumball’, un matrimonio de escritores de novela de terror que se odian entre ellos, que tienen una corte gigantesca de sirvientes, agentes literarios y agentes inmobiliarios y que pretenden usurpar al pueblo de lo único que tiene, la señora Potter y destronar a Louise Cassidy Feldman como reina literaria de la ciudad”.
A Laura Fernández le gustaría hacer como los Benson, “dedicarme a escribir”, pero se siente más próxima a la “locura” de Louise Cassidy, “una excéntrica escritora que solo puede escribir al aire libre”.
Otro referente, sugiere Fernández, es la miniserie televisiva “Mosaic”, de Steven Soderbergh, con Sharon Stone, que interpreta a una autora para niños que aparece muerta en un pueblo con una estación de esquí.
Recorrido literario
Después de haber escrito novelas más cortas como “Bienvenidos a Welcome” (2008), “Wendolin Kramer” (2011), “La Chica Zombie” (2013) o “Connerland” (2017), en esta última su reto era que hubiera capítulos largos, lo que le ha permitido “profundizar más en los personajes”.
La manera que encontró Fernández para unificar ese mosaico de historias y personajes es el pueblo, sumido en esa eterna nevada, y “la serie televisiva que ven sus ciudadanos, que les liga a un pensamiento único”.
Fernández, que ha participado en el reciente Festival 42 de géneros fantásticos, considera que “el fantástico ha dejado de ser un nicho, y ahora la sensación es que hay muchos más lectores que antes, hay también más hibridación de géneros y por fin se está entendiendo la literatura posmoderna, que puede combinar la novela negra, el terror y el infantil y juvenil”.
La autora percibe precisamente “La señora Potter no es exactamente Santa Claus” como “La tienda” de Stephen King, que “ahora ya se admite como literatura, pero antes no, aunque esa tendencia tenía más que ver con la mediocridad. El cambio ha sido posible por el recambio generacional“.
Confiesa que durante la pandemia casi no escribió nada, con la única excepción de “un relato de distancia media, que todavía no está acabado”, pero su propósito es ahora dedicar más parte de su tiempo a la narrativa.