
Elena Malaguilla, recién nombrada concejala en el área de igualdad del Ayuntamiento de Beriáin (Navarra). EFE/Iñaki Porto
Elena Malaguilla, concejala de igualdad tras sobrevivir al machismo
Con la experiencia y la determinación que le ha dado ser una superviviente de la violencia machista, Elena Malaguilla se ha convertido en la concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Beriáin (Navarra) dispuesta a aplicar todos esos aprendizajes para acercar la institución a las mujeres que lo necesiten.
Hace diez años y medio, Elena estaba escapando de su expareja después de que éste intentara matarla “tras una hora y media de paliza” y doce años de maltrato continuado. Se llevó con ella a sus dos hijos y nada más: “nos fuimos con lo puesto”. Ahí comenzó una carrera que, confiesa a Efe, con “formación, formación y formación” le hubiera costado menos finalizar.
Ahora, se sienta como concejala en el Salón de Plenos, una sala que, además, “hace dos años limpiaba”, recuerda la edil mientras repasa su agenda llena de garabatos y anotaciones.
En la lucha feminista
En su día a día pretende implementar las enseñanzas de los años pasados, las suyas propias y las experiencias compartidas a través de un lustro de formación y activismo feminista.
“Me costó mucho volver a salir a la calle, tener mi independencia, y cuando lo hice me di cuenta de que éramos muchas y todas sufríamos lo mismo”.
Un hecho que le hizo saber “que tenía que seguir en la lucha día a día”, porque “no podía seguir pasando eso”.
Confiesa que acudir a una formación sobre defensa personal para mujeres le provocó “un clic en la cabeza” y desde entonces todo cambió. A pesar de que hubo denuncia a su exmarido, no lo detuvieron y siguió amenazándola de muerte, pero en esa formación supo que “un bolígrafo podía ser una buena defensa”.
Cercanía en las instituciones
Malaguilla cree que se necesita “cercanía, una relación del ‘tú a tú'” cuando se trabaja con estos casos desde instituciones.
“Las mujeres llegan pequeñitas, sin autoestima, con años de maltrato detrás y no pueden encontrar una institución que las haga más pequeñas o que corte sus aspiraciones”.
Ella, por ejemplo, quería seguir especializándose en feminismo, en mujeres y en cómo poder ayudar a dar esos pasos que ella había dado años antes. Pero la persona técnica que llevaba su caso le aconsejó desistir “y hacer un curso de peluquería”. Por suerte, dice, “y por cabezonería” siguió su instinto y desde hace unos años es formadora en defensa personal para mujeres.
Redes de acompañamiento para no estar sola
Ahora quiere llevar adelante esos aprendizajes y se muestra muy crítica con algunos mensajes que dicen “si quieres, puedes salir de esta situación. No, sola no sales de nada”, rechaza para afirmar que “es necesario que haya una red de acompañamiento, un sostén social y también económico” para estas mujeres víctimas de violencia machista.
Su andadura como activista le llevó a hacer también acompañamientos a mujeres víctimas de violencia de género en Navarra, y “en muchos casos no saben los recursos que hay”. Por ello quiere convertir su concejalía “en la casa de aquellas mujeres y que sepan que aquí hay un sitio para ellas”.
“Me emociono mucho cuando veo cómo una mujer que ha pasado por un proceso así se desmorona y se da cuenta de lo que ha vivido” porque, recuerda, “no es solo la violencia física, que todos y todas rechazamos, es mucho lo que hay detrás“.
También apuesta por que existan espacios “más allá de lo laboral y la familia” para las mujeres que salen de sus procesos de violencia de género. “A veces estas mujeres están desconectadas salvo de su hogar, el trabajo y los niños y encima tienen que estar pendientes de si el otro viene a matarlas o no”.
Por ello cree que hay que favorecer espacios de pautas tanto laborales como formativas en las que las mujeres “tengan algo que decir” y rechaza “el cierto paternalismo” que a veces puede haber en las atenciones a mujeres supervivientes.