
Beatriz Lacañina durante la entrevista con Efe. EFE/Raúl Caro
Beatriz Lacañina, primera mujer que lidera una patronal de gasolineras
Las asociaciones empresariales de estaciones de servicio siempre han sido un negocio tradicionalmente regentado por hombres, pero Beatriz Lacañina ha llegado para cambiar esa costumbre al convertirse en la única mujer de Andalucía y una de las pocas de España que preside una. Asimismo, desde 2017 está al frente en un segundo mandato de la asociación provincial de Sevilla , integrada por unas 200 gasolineras que cuentan con unos mil trabajadores.
Lacañina, de 40 años y licenciada en administración y dirección de empresas, ha relatado en una entrevista con Efe que lleva toda la vida vinculada al negocio, pues su bisabuela regentaba un surtidor en Sevilla que las siguientes generaciones continuaron y expandieron en forma de empresa familiar, en la que ella aprendió este oficio expendiendo gasolina y cobrando en la caja.
Demostrar más por ser mujeres
Desde 2008 cuando entró a trabajar en la empresa familiar, que cuenta con varias estaciones de servicio, estuvo vinculada a la asociación que ahora preside porque su padre pertenecía a la junta directiva pero no fue hasta unos años más tarde cuando entró y, aunque le ofrecieron la presidencia, la rechazó porque no disponía de tiempo para hacer frente a esa responsabilidad.
Y es que en 2012, con el fallecimiento de su padre, su hermana, su madre y ella tomaron las riendas del negocio familiar y ha confesado que las “cosas no fueron fáciles y tuvieron que demostrar mucho por ser mujeres y jóvenes“, pero arriesgaron con cambios en la marca abanderada de sus estaciones de servicios.
Cinco años más tarde, en 2017, dio el salto a la presidencia de la asociación provincial de estaciones de servicio de Sevilla, en la que en la junta directiva eran todos hombres salvo una mujer y actualmente no hay mujeres.
“Al principio no quería por falta de tiempo ya que tenía dos niños pequeños y estaba al frente de la empresa familiar”, pero empezó a sustituir al presidente en algunas reuniones y le gustó la “experiencia de la convivencia” en la asociación nacional y también se dio cuenta de que satisfacía su inquietud empresarial y le proporcionaba un conocimiento del mercado global sobre carburantes, ha relatado.
35% mujeres trabajadoras
“Tengo mucha suerte porque toda mi junta directiva me apoya en todo lo que hago”, ha celebrado Beatriz Lacañina, quien confiesa que “ella fue un antes y un después en la asociación y también lo ha sido la entrada en Fedeme (federación de empresarios del metal)”.
De su trayectoria empresarial destaca que se ha profesionalizado la gestión de la asociación provincial y, aunque ha reconocido que es tajante cuando tiene que ejercer su responsabilidad, es muy conciliadora y dialogante frente a una gestión anterior “más autoritaria”.
También están cambiando las plantillas en las estaciones de servicio, donde hay más mujeres trabajadoras, en torno a un 35 %, y ha defendido un mix porque la mujer da una mejor experiencia al cliente, aunque también hay “hombres que dan un buen servicio y son encantadores”, pero por lo general ellos responden mejor a un perfil técnico de mantenimiento.
Ha afirmado que la seguridad no es un problema para que las mujeres trabajen en una gasolinera, puesto que la tienda se cierra a las diez de la noche y hay medidas de seguridad, y, de hecho, ha asegurado que “ninguna mujer se ha negado a trabajar por este motivo”.
Problema de relevo
No obstante, ha apuntado que hay todavía muchos empresarios reticentes a contratar mujeres en las gasolineras y ha precisado que casi todos los que actúan así es porque han tenido malas experiencias laborales, si bien ha indicado que se está avanzado porque “los empresarios de su generación sí lo hacen”.
Aunque se están produciendo un cambio generacional en la gestión de estos negocios, hay un problema de relevo en las segundas y terceras generaciones porque muchos de los hijos de los propietarios no quieren seguir adelante, ya que, “si no tienes unas ventas mínimas es un negocio muy sacrificado y con poca rentabilidad” y para mantenerlo “o estás trabajando con el mono y gestionando a la vez o no te salen los números”.
En estos casos los descendientes de los dueños prefieren trabajar en otras ocupaciones dado que tienen la mayoría carreras universitarias y, por tanto, “o venden la estación de servicio o los mayores se quedan a trabajar poniéndose el mono y a gestionar a la vez”, ha lamentado Beatriz Lacañina.