
Antonia Muriel es responsable de cocina en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, donde ha colgado un cartel en el que se puede leer "¡Ánimo valientes! EFE/ Cedida por Antonia Muriel
Antonia Muriel, mil comidas diarias contra la COVID-19
Aunque los enfermeros, doctores y auxiliares sanitarios se encuentran en primera línea en la lucha contra el coronavirus, también, desde las cocinas, hay todo un equipo de profesionales que cuida de los enfermos entre ollas, sartenes y bandejas diariamente. Este es el ejemplo de Antonia Muriel, responsable de cocina en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, donde ha colgado un cartel en el que se puede leer “¡Ánimo valientes! Un día más en la batalla, un día menos para la victoria”.
Pasando de seiscientas a mil comidas diarias, Muriel no pierde la esperanza y a través de sus mensajes buscar animar a los trabajadores a su cargo, reconocer su “esfuerzo” y rebajar la “tensión psicológica” generada por el “miedo” al contagio, explica en una entrevista con Efe.
Su volumen de trabajo es muy alto y cree que lo será hasta mayo. “Sobre las seis y media de la tarde, una aplicación informática nos da el volumen de cenas que tenemos que dar por plantas. Todos nos agarramos a esa cifra, que va bajando muy despacito“, afirma.
Cambios en cocina por la COVID-19
“La semana anterior al confinamiento, nosotros ya notábamos la subida de enfermos por coronavirus“, recuerda Antonia, quien indica que desde el primer momento el comité de crisis del hospital decidió emplear material desechable para las comidas.
En las Urgencias, se sustituyeron las bandejas -con un primer plato, un segundo y un postre- por una bolsa con un zumo, un sandwich y un yogur porque muchos pacientes estaban sentados en sillones y en su mayoría eran personas mayores.
Cada día iban cambiando las directrices, conforme el hospital iba transformándose prácticamente en monográfico de coronavirus.
La cocina está dividida en tres grupos, uno que elabora la comida, otro que se encarga de colocarla en las bandejas con sus etiquetas y otro que distribuye las bandejas por las distintas plantas del hospital.
Triplicado el número de pacientes
Antonia, que es la responsable de un equipo de dieciocho personas encargado de elaborar la comida, precisa que parte de su grupo ha tenido que reforzar la distribución en las distintas plantas porque se ha triplicado el número de pacientes del hospital.
La distribución de las bandejas se ha convertido en “un proceso lento”, por el aumento del número de pacientes del hospital, a pesar de que se ha reforzado la plantilla y se han restringido las vacaciones y los días festivos de los trabajadores.
En la cocina, donde ya utilizaban guantes y mascarilla a diario por salubridad hospitalaria antes de la emergencia del coronavirus, no han tenido que adoptar nuevas medidas de protección, aunque las personas que van a las plantas han recibido mascarillas quirúrgicas.
Dietas para reforzar el sistema inmune
La dieta de los pacientes COVID es hipercalórica e hiperproteica para reforzar el sistema inmune y por el estado de desnutrición que presentan muchos de ellos, porque están inapetentes, con pérdida de sabor, hipoxia, fiebre y debilidad muscular, y en algunos casos es astringente, ya que muchos presentan un proceso diarreico por la medicación.
Durante una conversación con una compañera gobernanta de cocina, Antonia comentó que iba a enviarle un mensaje al tío de una amiga que estaba ingresado en el hospital por coronavirus y entre las dos decidieron poner notas de aliento para todos los pacientes.
“Primero, -recuerda- se animaron un pinche y su novia y, ahora, todos los días viene gente con tarjetas que han hecho sus hijos o sus sobrinos y que pegamos a los productos lácteos“, con lemas como “Después de la tormenta, siempre sale el sol. ¡Ánimo guerrero!” o “Nunca caminarás solo. Estamos contigo“.
Tarjetas que dan ánimo
El personal de Enfermería les respondió con un cartel adherido a un carro de comida: “¡Gracias! Nos emocionan vuestros mensajes. ¡Sois geniales!”.
De esta forma, asegura, han conseguido alegrar a los pacientes, que están muy solos, y combatir la “desazón” de los trabajadores de la cocina, que no están en primera línea, pero tienen miedo porque van a trabajar donde está el “bicho”.
“La sensación de que te vas a contagiar no te la quita nadie. Cada vez que toso o me encuentro un poco cansada me busco los síntomas y pienso que ya está aquí. De hecho, hay compañeros que han caído y están en casa. He tenido familiares muy graves y he ido al trabajo con ese dolor”, confiesa.
Como responsable de la cocina, Antonia trata de infundir ánimos a los trabajadores a su cargo, con reuniones, agradecimientos, juegos de grupo y aplausos, lo que ha aumentado la camaradería y la convicción de que hay que seguir “hasta que el cuerpo aguante”.